Brotará un renuevo del tronco de Jesé…

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Brotará un renuevo del tronco de Jesé…


Reflexión para el segundo Domingo de Adviento


Brotará algo nuevo… Y me pregunto qué ha sido lo último que he visto nacer, surgir o despertar a mi alrededor. No me acuerdo. Tal vez porque para ver lo que nace hace falta perder el tiempo y dedicar concentración. Como lo hacen el médico en el paritorio, el labrador en su campo o la maestra en la escuela. Y yo tengo demasiada prisa. Ya me llegarán las noticias por otros. Sólo las noticias. Y me habré perdido la magnífica experiencia de sentirme cómplice y hasta protagonista de lo que nace, de amarlo como si yo mismo lo hubiera gestado. Porque en todo lo que nace yo también nazco un poco. Y me falta tiempo…

Brotará… ¿También en los desiertos tan publicitados como inertes? ¿O en los campos de minas, en el asfalto por el que transito, en la ciudad sin corazón, en las personas sin norte…? Es fácil ver brotes en las películas de ciencia ficción, pero en la realidad todo parece más oscuro e imposible. Y es que se me olvida que la vida tiene más fuerza de la que me imagino. Que los humanos tienen corazón, y están llamados a algo más grande y mejor. Que la vida -la vida con esperanza-, atraviesa, escondida, todo lo que existe. Y ella no conoce lo imposible…

Ya está brotando, ¿no lo notáis?... Tal vez sea cuestión entonces de cambiar la mirada. O de afinarla, que es casi lo mismo. Observar lo pequeño. Las noticias que no se publican, las experiencias diferentes que me envuelven, los rostros que no me atrevo a mirar del todo. Quizás el desajuste esté en mí, y todo sea distinto cuando cambie la lente de dentro, la que me proyecta a mí mismo. ¿No será tiempo ahora de mirar con esperanza?

Brotará… Pero, y después, ¿qué? ¿Quién cuidará lo que brota? Lo que nace necesita protección, acompañamiento y compromiso. Los proyectos y las personas. Lo nuevo exige volcar la vida en ello. Como se protege la llama vacilante o se mima la semilla que germina para que no se muera… Yo quiero cuidar lo que brota, como si fuera el mejor acto de profecía que puedo realizar en este momento. Porque sé que Tú, Sembrador del Reino, no dejas de sorprenderme en todo lo que nace. También dentro de mí.

¿Soy capaz de identificar lo que está naciendo en mí? ¿Qué obstáculos o barreras pongo para que lo nuevo sea una realidad en mi vida? ¿Me gusta pasearme por mi campo interior para identificar y gustar aquello que germina? También las realidades externas que me envuelven pueden ser distintas este Adviento… ¿Me atrevo a cambiar la mirada? ¿A observar de forma más positiva y a escuchar con esperanza para ver el Reino surgiendo a mi alrededor? ¿Con qué proyectos de novedad evangélica me puedo comprometer?

Fray Javier Garzón O.P.