Entre los siglos XVI y XVII vive Fray Diego de Hojeda, autor de la Cristiada, poema al que pertenecen estos preciosos versos sobre el deseo de abrazar la cruz de Cristo en los momentos difíciles de la existencia.
“Dame, Señor, que cuando el alba bella
el cielo azul de blancas nubes orne,
tu cruz yo abrace, y me deleite en ella,
y con su ilustre púrpura me adorne;
y cuando la más linda y clara estrella
a dar su nueva luz al aire torne,
mi alma halle el árbol de la vida,
y a ti, su fruto saludable, asida.”
“Y cuando el sol por la sublime cumbre
en medio esté de su veloz carrera,
La santa luz, con su divina lumbre
más ardiente que el sol, mi pecho hiera;
y al tiempo que la noche más se encumbre
con negras plumas en la cuarta esfera,
yo a los pies de tu cruz, devoto y sabio
tus llagas bese con humilde labio.”
“Cuando el sueño a los ojos importante
los cierre, allí tu cruz se me presente,
y cuando a la vigilia me levante,
ella tu dulce cruz me represente:
cuando me vista, vista el rutilante
ornato de cruz resplandeciente,
y moje, cuando coma, en tu costado
el primero y el último bocado.”
“Cuando estudie en el arte soberana
de tu cruz, la lección humilde aprenda;
y en ese pecho, que dulzura mana,
tu amor sabroso y tierno comprehenda;
y toda gloria me parezca vana,
si no es la que en tu cruz ame y aprenda;
y el más rico tesoro, gran pobreza,
y el deleite mayor suma vileza.”