El genio de Fr. Enrique Domingo Lacordaire, restaurador de la Orden de Predicadores en Francia, captó como pocos el carisma dominicano. Su “Memoria para la Restauración de la Orden de Predicadores en la Cristiandad”, escrita en su madurez, será pauta para la reforma de las Constituciones de la Orden pedida por el Vaticano II.
“¿Qué es lo esencial de la Orden de Santo Domingo? ¿En qué consiste? ¿Cada frase, cada palabra de las Constituciones forma parte de ella? Nosotros no podíamos pensar que cada palabra de las Constituciones formase parte de la esencia de nuestra Orden. La metafísica, de acuerdo con el buen sentido, ha distinguido siempre en los seres, la esencia y el accidente, lo principal y lo accesorio. Declarar que en un cuerpo físico o moral, todo es esencia, es declarar que una rama es el árbol, y que no se puede cortar la rama sin cortar el árbol: lo cual es un claro absurdo.
Mas, puesto que hay en la Orden de Santo Domingo, como en todas las cosas, la esencia y el accidente, ¿dónde debíamos pensar que estaba la esencia?, o ¿nos estaba permitido buscarla para definirla? Evidentemente sí, en las Constituciones mismas de la Orden, en lo que la Orden afirme de sí misma por sus leyes, su fundador y sus antepasados, en su primera palabra que es esta: "Sabemos que nuestra Orden desde el principio fue instituida especialmente para la predicación y la salvación de las almas, y que con todo esmero nuestro empeño debe dirigirse principalmente y con todo ardor a que podamos ser útil a las almas de los prójimos" (Prólogo).
Esta palabra tan neta no dejaba lugar a dudas, y el comentario que hemos citado lo dejaba menos todavía: "la esencia de la orden de Santo Domingo es la salvación de las almas por la doctrina y la predicación, mediante las observancias monásticas claramente determinadas por las Constituciones, y una jerarquía electiva en todos sus grados". Definición fácil de descomponer en sus términos, y que nos da la salvación de las almas como fin, la doctrina y la predicación como medios principales, las observancias monásticas como medios subordinados, y la jerarquía electiva como medio de gobierno.”
La Orden de Predicadores
El P. Enrique Domingo Lacordaire fue el restaurador de la Orden de Predicadores en Francia en el siglo XIX. Fueron celebérrimas sus conferencias en la catedral de Notre Dame de París.
“Si me preguntas por qué he preferido la Orden de Predicadores, responderé que es la más conforme a mi naturaleza, a mi inteligencia y a mi fin; a mi naturaleza, por su gobierno; a mi inteligencia, por sus doctrinas; a mi fin, por sus medios de acción que son principalmente la predicación y la ciencia sagrada. Acaso también me pregunten por qué he preferido restablecer una Orden antigua más bien que fundar una nueva. Dos cosas responderé: Primero, la gracia de fundador de Orden es la más elevada y más rara que Dios otorga a sus santos, y yo no la he recibido. En segundo lugar, si Dios me concediese el poder crear una Orden religiosa, estoy seguro que, tras muchas reflexiones, nada descubriría de nuevo más adaptado a nuestro tiempo y a sus necesidades que las Constituciones de Santo Domingo. Sólo tiene de antiguo su historia; y en verdad, no vería yo motivo para torturar la inteligencia por mero gusto de ser de ayer.”