“Después de la Resurrección Cristo se presenta a sus discípulos y amigos bajo tres semblanzas o figuras.
En primer lugar bajo la forma de peregrino, luego bajo la forma de jardinero y finalmente bajo la forma de mercader. Expresando así las tres formas de vida que había tenido en este mundo: fue peregrino en el tiempo que pasó en la tierra, fue jardinero en su predicación y fue mercader en su pasión.
Mirad cómo se puede resumir toda la vida de Cristo y de ello se deduce que también nosotros debemos ser como peregrinos en nuestra forma de vida, jardineros en nuestro trabajo y mercaderes en saber perseverar.
Este mundo es, en efecto, como una casa con dos puertas: una para entrar y otra para salir, es decir: el nacimiento y la muerte. Y que nadie se haga ilusiones, pues absolutamente todos nos encontramos en el mundo como peregrinos y viajeros. Por tanto no debemos ocuparnos de cosas inútiles , justamente como tampoco los peregrinos se preocupan de lucir vestidos preciosos, ni se fijan en naderías, sino solamente en lo necesario...
Debemos también ser como jardineros, pues cada uno de nosotros tiene un campo, su cuerpo, es decir, la vida presente. Por ello cada cual debe estar atento y ver si se dan malas hierbas, es decir, la soberbia y otros vicios, para desarraigarlos con la azada del discernimiento y plantar en su lugar la humildad y las demás virtudes.
Finalmente debemos actuar como mercaderes previsores, perseverando en una vida santa, para que al término de nuestro viaje, cuando el alma se separe del cuerpo, podamos entrar en la vida del cielo. Cristo es el comprador, el hombre el revendedor, el ángel de la guarda el mediador. Y el ángel preguntará: ¿Qué ofreces a Cristo para obtener la gloria? Y el buen religioso responderá: "toda mi vida que he pasado observando en profesión" Y Dios se mostrará satisfecho de este precio.”
San Vicente Ferrer