Al empezar
- Ponerse en Presencia de Dios: está aquí. me ama, me mira
- Un Padrenuestro, despacio
- En silencio: adorar
- Humildad, sentirse dependientes de Dios. Necesitados de todo
- Nos acercamos al trono de la misericordia
- Dar gracias: Por la vida que tengo. Por el día de hoy…
- Pedirle perdón.
- Pedir la gracia de vivir este día de Ejercicios Personalizados.
Día 27: Los signos de los tiempos
Lucas 12,54-59
Cuando veis subir una nube por el poniente decís enseguida: “Tendremos lluvia”, y así sucede. Cuando sopla el viento sur decís “hará calor” y así sucede.
Por medio de esas palabras, Jesús reprocha a sus conciudadanos no saber interpretar los “signos de los tiempos” cuando son perfectamente capaces de interpretar los signos meteorológicos.
La Iglesia contemporánea cuida especialmente de ser fiel a esa invitación de Jesús. En el Concilio Vaticano II decía: “Es deber permanente de la Iglesia escrutar a fondo los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que, acomodándose a cada generación, pueda la Iglesia responder alos perennes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida presente y futura… Es necesario, por ello conocer y comprender el mundo en que vivimos, sus esperanzas, sus aspiraciones y el rasgo dramático que con frecuencia le caracteriza (G.S.4).
¡Hipócritas! Si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo es que no sabéis interpretar el “momento presente”?
Analizando el estado actual del mundo, “el momento presente”, el Concilio ha reconocido algunos “signos de los tiempos” esenciales. He ahí algunos:
La solidaridad creciente de los pueblos (A.S.,14)
El ecumenismo (D: Ecum. 4)
La preocupación por la libertad religiosa (L.R.15)
La necesidad del apostolado de los laicos (A.L.1)
Movido por la fe que le impulsa a creer que quien le conduce es el Espíritu del Señor, que llena el universo, el pueblo de Dios se esfuerza en discernir en los acontecimientos, las exigencias y los deseos que le son comunes con los demás hombres de nuestro tiempo y cuáles son en ellos las señales de la presencia o de los designios de Dios.” (G.S.11)
“¡Darnos cuenta del momento en que nos encontramos!”
Dios conduce la historia, Dios sigue actuando hoy.
Más que dolernos añorando la Iglesia del pasado…
Más que evadirnos soñando la Iglesia de mañana…
Es preciso, según la invitación de Jesús, “darnos cuenta del momento en que nos encontramos”. Sus contemporáneos en la Palestina de aquella época no supieron aprovechar la actualidad prodigiosa del tiempo excepcional que estaban viviendo. ¿Y nosotros?
La finalidad de la “revisión de vida” es tratar, humildemente de reconocer” la acción de Dios en los acontecimientos, en nuestras vidas… para “encontrarlo” y participar en esa acción de Dios… a fin de “revelarlo”, en cuanto fuere posible, a los que lo ignoran.
Señor, ayúdanos a vivir los menores acontecimientos de nuestras vidas, como los mayores, a ese nivel. Reconocer, participar, revelar tu obra actual.
Y ¿por qué no juzgáis vosotros mismos lo que se debe hacer?
Eltiempo en el que “yo” estoy viviendo es el único verdaderamente decisivo para mí.
“Juzgad vosotros mismos”… Nadie, nadie más que yo puede ponerse en mi lugar para la opción fundamental. No puedo apoyarme en el juicio de los demás… si bien no es inútil que el suyo me dé alguna luz.
La breve parábola siguiente nos repetirá la urgencia de esa toma de posición.
“Cuando vas con tu contrincante a ver al magistrado, haz lo posible para arreglarte con él mientras vais de camino, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel…”
En Mateo, esa misma parábola (Mateo 5,25) servía para insistir sobre el deber de la caridad fraterna. Lucas coloca esa parábola en una serie de consejos de Jesús sobre la urgencia de la conversión: no hay que dejar para mañana la “toma de posición”, el discernimiento de los “signos de los tiempos”.
Al terminar
- Adoras en silencio. El tiempo que creas necesario.
- Puedes repetir la palabra o idea que más te haya llamado la atención.
- Das las gracias por el rato que has pasado en su presencia.
- Rezas despacio un Avemaría a Nuestra Señora.