Al empezar
- Ponerse en Presencia de Dios: está aquí. me ama, me mira
- Un Padrenuestro, despacio
- En silencio: adorar
- Humildad, sentirse dependientes de Dios. Necesitados de todo
- Nos acercamos al trono de la misericordia
- Dar gracias: Por la vida que tengo. Por el día de hoy…
- Pedirle perdón.
- Pedir la gracia de vivir este día de Ejercicios Personalizados.
Día 4: En los brazos de Dios-Padre misericordioso
Recuerda tu vida, tu historia (a grandes rasgos). (Debes de preparar 33 pequeñas fichas. En cada una pones un momento de tu vida, con fecha, si recuerdas).
Piensa en los momentos positivos: Lo más bonito de tu vida. Todo aquello por lo que tienes que dar gracias.
Recuerda tres momentos negativos: ¿En algún momento se torció tu vida?
Escribe de todo esto.
Lee despacio la parábola del Hijo Pródigo: Lucas, 15, 11-32
¿Con qué personaje me identifico más?
Reza y ponte en los brazos de Dios-Padre que es misericordioso.
“Alma de Cristo, santifícame”
Ayúdame a tener un ideal único en mi vida, al cual no renuncie jamás, del que nada me aparte. Un ideal que permanezca en la enfermedad, en el fracaso humano, en la dificultad.
Amarte y que los demás te conozcan, te amen y te imiten, como el Padre del Hijo Pródigo.
Señor, concédeme asimilar los criterios tan claramente formulados por Ti:
La felicidad está en las Bienaventuranzas.
La eficacia apostólica: Sin Mi nada podéis hacer.
Si el grano de trigo no muere…
Nuestra entrega: “Hágase tu voluntad.”
Y nuestra caridad: “Ejemplo os he dado: servir y dar la vida por los demás.”
Al terminar
- Adoras en silencio. El tiempo que creas necesario.
- Puedes repetir la palabra o idea que más te haya llamado la atención.
- Das las gracias por el rato que has pasado en su presencia.
- Rezas despacio un Avemaría a Nuestra Señora.