El sistema espiritual de la Escuela del Silencio de fray José Fernández Moratiel
por Fray Julián de Cos, O.P.
La Escuela del Silencio del P. Moratiel es un camino hacia el total vaciamiento interior que emplea algunas técnicas orientales perfectamente compatibles con la doctrina católica. En cierto modo, podemos decir que su gran logro ha sido hacer asequible para el gran público la altísima mística renana del siglo XIV, apoyándose en las religiones orientales, sobre todo en el budismo zen.
La Escuela del Silencio se encuadra en la mística apofática cristiana, en la que todo lo físico y todo lo mental quedan de lado, para que el puro amor nos lleve a la unión con Dios. De ahí su radicalismo. De ahí que el P. Moratiel tenga expresiones como: “El silencio es inútil como es inútil Dios” (Desde, 134).
La primera vez que oí hablar del P. Moratiel fue al poco de comenzar mi prenoviciado. Un fraile me dijo que era el mejor dominico de la Provincia, pues dedicaba su vida a orar y a predicar de forma itinerante. Pero el pensamiento del P. Moratiel no siempre ha sido bien acogido por sus hermanos dominicos. Aún se escuchan comentarios sobre él que muestran una gran ignorancia y superficialidad. Se oye decir: “tanto que hablaba del silencio, y después era el fraile que más charlaba en la recreación”. O también: “no entiendo cómo alguien que pertenece a la Orden de la Palabra predique el silencio”. Muy pocos frailes asistieron a sus retiros. De él se hablaba a veces “de oídas”, sin conocer realmente su pensamiento.
Pero también tenía facetas desconocidas para muchos de sus discípulos. Su celda en el convento de Pamplona revela un secreto que pocos conocían: era un gran estudioso, un intelectual. Se piensa que el P. Moratiel hablaba desde su experiencia interior: y eso es cierto, muy cierto, pero hay que añadir que esa experiencia estaba en parte mediatizada por lo que estudiaba. El P. Moratiel era un buscador de Dios, y, como buen dominico, sabía que un lugar privilegiado para encontrarle son los libros. Pero de eso no hablaba nunca.
Si bien mucho de lo que decía era “de propia cosecha”, las charlas de sus retiros estaban llenas de citas de las Escrituras, de teólogos, de poetas, de filósofos, de cuentos, etc. Pero como lo hacía con mucha sencillez y mezclándolo con sus vivencias personales, parecía que no decía nada intelectualmente destacable. Y sí lo hacía. Y podía hacerlo porque antes había estudiado, y reflexionado, y orado, y asimilado dentro de sí muchos buenos pensamientos. La clave del P. Moratiel es que lo mucho que él experimentaba interiormente, sabía enriquecerlo y orientarlo con lo que estudiaba. Y, así, y a su vez, lo que estudiaba pasaba a ser vivencia interior. Por eso siempre hablaba desde su propia experiencia. Aunque a veces lo que dijera antes lo hubiera estudiado en un libro.
Y su forma de estudiar era muy particular. El P. Moratiel establecía una especie de diálogo con los autores que estudiaba. Subrayaba lo que le parecía más importante y, en muchos casos, anotaba lo que le decía en su interior eso que estaba estudiando. Le encantaba glosar los libros. Los anotaba y reanotaba con su letra estropajosa.
En su celda hemos encontrado 872 libros. Pero llegó a tener muchos más. Sus hermanos de comunidad dicen que regaló bastantes. Y llenó tres estantes de la biblioteca de su convento, pero esos libros acabaron mezclándose con el resto en una reestructuración posterior. En el convento del Cristo del Olivar, donde residía cuando pasaba por Madrid, ha dejado tres cajas de libros. También dejó libros en el convento de Atocha, que quizás se hayan mezclado con otros a causa de las obras de reforma de dicho convento.
Así mismo estuvo subscrito a las siguientes revistas: Croire aujourd’hui, Nouvelle revue théologique, Feu nouveau, Prier, Le supplément, La vie spirituelle, Bible Vie Chrétienne, Esprit et Vie, Dimanche en paroisse, Les cartes du Val, Signes d’aujourd’hui, Parole et Vie, Prier au quotidien, Cahiers pour croire aujourd’hui, Feu nouveau y Cuadernos de oración. ¡En total 16 revistas! Y vemos que 15 de ellas son de lengua francesa. En efecto, Moratiel leía muy bien este idioma. El 30,0% de los libros de su celda están escritos en francés.
Como dominico, Moratiel estudió en sus tiempos de formación mucha y buena Teología, en buena parte tomista. Y a él le tocó de lleno la época del postconcilio, en la que la Iglesia se abrió al pensamiento contemporáneo y a las otras religiones. Y eso lo supo aprovechar.
Después de los libros de temática cristiana (46,4% de los 872 libros totales), lo que más leyó y estudió fue: otras religiones (16,7%), Literatura (7,8%), “Esoterismo” –es decir, libros de pensamiento religioso de difícil clasificación– (7,7%), Psicología (6,7%), Filosofía (5,8%), cuerpo humano y armonía personal (4,1%), cuentos (1,7%), Historia de las Religiones (0,3%) y otros libros de muy variadas materias (2,3%).
Dentro del Cristianismo destaca: Espiritualidad (20,8% de los 872 libros totales), comentarios bíblicos (7,8%) y Liturgia y Sacramentos (2,3%). En otras religiones: de la India –sobre todo Hinduismo–(7,8%), Budismo –sobre todo Zen– (7,3%), Sufismo (0,9%), de China –sobre todo Taoísmo– (0,5%) y Judaísmo (0,2%).
Todos estos datos son más que suficientes para constatar que el P. Moratiel estudió mucho y materias muy variadas. Podría ser considerado como un intelectual. Destacan de su biblioteca, por ejemplo, 26 libros de Ortega y Gasset (20 de ellos subrayados y 6 de ellos, además, muy anotados) o 10 de María Zambrano (8 subrayados y 3, además, muy anotados). El tiempo para leer y estudiar lo sacaba de los huecos que le dejaban sus constantes viajes. En bastantes de sus libros encontramos como marcapáginas billetes de tren o autobús.
Todo parece indicar que en los últimos años, quizás por la edad, quizás por su desarrollo espiritual, se dedicó menos al estudio.
La principal fuente de la espiritualidad del P. Moratiel son las Escrituras, sobre todo los evangelios. Los conocía muy bien. Profundamente. Tenía un libro de los evangelios muy anotado con el que dio muchos ejercicios. Dicho libro lo guarda su familia en el pequeño museo que hizo en su pueblo, Santa Olaja de Eslonza (León). En su biblioteca hemos encontrado 68 libros sobre comentarios bíblicos (63 de ellos en francés).
Por otra parte, el P. Moratiel reconoce que el dominico alemán Taulero influyó mucho en su espiritualidad del Silencio (cf. Alcoba, 7). En su biblioteca hemos encontrado 4 obras de este autor, 3 de Eckhart (los sermones, en francés) y otras 3 sobre Eckhart.
Acerca de sus fuentes orientales, hay que destacar varias: en el mundo indio tenemos: Osho (16 libros, 5 muy anotados), Krishnamurti (14 libros, 5 muy anotados), Vimala Thakar (7 libros, 5 muy anotados) y Mata Amritanandamayi Math (6 libros). Y en el Budismo: la escuela de K. Dürckheim (26 libros y cuadernos, 7 muy anotados) y Thich Nhat Hanh (4 libros, 2 muy anotados).
Esto es lo que, a grandes rasgos, podemos decir de las fuentes y el pensamiento del P. Moratiel. Con vistas a facilitar su estudio (esperemos que alguien se anime a hacer una tesina de licencia o una tesis doctoral), todos sus libros y manuscritos serán guardados en el convento de San Esteban de Salamanca.
A continuación ofrecemos un estudio sobre su espiritualidad. Para hacerlo, con ánimo de no añadir nada a su pensamiento, me he limitado a entresacar frases suyas de las charlas a las que asistí y de sus seis libros, y las he puesto en un orden lógico. Eso es todo.
Si alguien quiere conocer bien su espiritualidad, le recomiendo que lea sus obras. Son éstas (entre paréntesis pongo la abreviatura con la que las cito):
- Conversando desde el silencio, San Pablo, Madrid, 1994. (Conversando)
- La cosecha del silencio, Ed. Martínez Roca, Barcelona, 2001. (Cosecha)
- La posada del silencio, Ed. José J. de Olañeta, Palma de Mallorca, 2003. (Posada)
- La sementera del silencio, Desclée de Brouwer, Bilbao, 2005. (Sementera)
- Desde el silencio, Desclée de Brouwer, Bilbao, 2006. (Desde)
- La alcoba del silencio, Desclée de Brouwer, Bilbao, 2007. (Alcoba)