El Barroco y la Ilustración / siglos XVII-XVIII

En la Edad Moderna el saber científico fue tomando fuerza, surgió la Revolución Industrial, y el capitalismo y la burguesía eran más significativos.


Los historiadores suelen situar la Edad Moderna entre la caída del Imperio Bizantino (1453) y el comienzo de la Revolución Francesa (1789). Su momento álgido lo alcanza en los siglos XVII y XVIII, tras el Renacimiento, cuando ya ha quedado muy atrás la Edad Media.

Durante estos dos siglos, Europa estuvo compuesta por Estados gobernados por monarquías absolutistas, el saber científico fue tomando cada vez más fuerza, surgió la Revolución Industrial, y el capitalismo y la burguesía eran cada vez más significativos. Pero lo que más marcó la espiritualidad de estos siglos fue el Concilio de Trento (1545-1563). Veamos por qué.

¿Que sucedió durante el Barroco y la Ilustración?

En el siglo XVII la ciencia tuvo grandes avances. En astronomía se pasó del modelo aristotélico-ptolemaico, en el que el sol gira en torno a la tierra, al modelo copernicano, en el que la tierra gira en torno al sol. Asimismo, se dio un gran salto científico cuando la física de Aristóteles fue reemplazada definitivamente por el positivismo, que se apoyaba en hechos comprobables física y matemáticamente. Y a nivel civil, la teología dejó de ser la «reina de las ciencias».

El fruto de este proceso «modernizador», en el que la razón se situó en la cumbre del saber, es la Ilustración. Ésta comenzó su andadura a finales del siglo XVII y se implantó sobre todo en Francia, Inglaterra y Europa Central. Los intelectuales ilustrados pretendían combatir con la «luz» de la razón humana la «oscuridad» de la ignorancia, la superstición y la tiranía. Pensaban que era posible crear un nuevo mundo basado en los dictados de la razón y, en cierto modo, estuvieron acertados, pues el resultado de la Ilustración fue la Revolución Francesa y la Edad Contemporánea, que veremos en el próximo capítulo. Pero la Ilustración no sólo influyó en la economía, la sociedad y la política, también se dejó sentir en la teología y en la experiencia de Dios.