El desarrollo de la vida religiosa

La vida consagrada se desarrolló durante el siglo IV como una vida de entrega total. Dando lugar a importantes centros de vida espiritual y cultural.


¿Cuáles son las diferencias iniciales del monacato entre mujeres y varones?

Por diversos motivos culturales y antropológicos, durante muchos siglos la vida religiosa ha reproducido, en cierto modo, la forma de vida de los laicos. Así, hasta hace poco, las laicas han vivido metidas en sus casas ocupadas de las tareas del hogar y de la huerta, situada dentro de la casa. Esto propició que las monjas viviesen dentro de la clausura en monasterios –situados generalmente en el interior de las ciudades– ocupadas en tareas propias de mujeres como, por ejemplo, confeccionar tejidos o criar a niños abandonados.

Así como el poder político estaba en manos de varones, los monasterios femeninos estaban generalmente supervisados espiritualmente por un monje o el obispo diocesano, quien habitualmente delegaba esta función en un clérigo de confianza. Con todo, los monasterios eran el ámbito donde las mujeres contaban con más autonomía. Hay que esperar a finales del siglo XV para que comience a desarrollarse la vida religiosa apostólica femenina, sin clausura obligatoria. Pero este proceso fue lento, abrupto y complejo.

En los monasterios era donde las mujeres tenían más autonomía

Los varones laicos generalmente tenían su actividad fuera del hogar: en los campos de labranza, cortando leña, pastoreando, cazando o viajando para vender sus mercancías. Por ello los monjes se sentían más a gusto en el campo, donde pueden realizar sus trabajos artesanales, agrícolas o ganaderos sin el riesgo de ser molestados por la gente. Además, hay que tener en cuenta que situándose en el campo evitaban conflictos con el clero secular, emplazado dentro de las ciudades y pueblos.

El monacato masculino ha solido mantenerse bastante independiente respecto a la iglesia diocesana, en el sentido de que, por lo general, ésta no se ha inmiscuido en la vida de los monjes. Ello no ha impedido que en numerosas ocasiones el monacato masculino haya surtido de obispos y de otros altos cargos eclesiásticos a la iglesia diocesana. Pero cuando un monasterio masculino ha estado –o está– situado dentro de una ciudad o cerca de ella, los monjes tienen ordinariamente una estrecha relación con la iglesia diocesana.

¿Han existido los monasterios mixtos?

Ha sido bastante normal constituir monasterios dúplices –también llamados monasterios mixtosformados por una comunidad femenina y otra masculina que vivían muy cerca la una de la otra, haciendo vida separada, pero bajo el gobierno de un mismo superior que, salvo algunas excepciones, era varón.

Era relativamente frecuente que estas comunidades compartieran la oración comunitaria y la Eucaristía. Se constituyeron este tipo de monasterios cuando:

  • una comunidad femenina se fundaba cerca de una masculina ya constituida, lo cual ha ocurrido desde los orígenes del monacato pacomiano;
  • o cuando un grupo de monjes se instalaban junto a una comunidad de monjas para ayudarlas a nivel administrativo y espiritual, lo cual se ha dado desde el siglo VI y sólo en la Iglesia occidental.

Los monasterios dúplices constituían una importante excepción a la costumbre de emplazar los monasterios femeninos en las ciudades pues, como pasaba con el monacato pacomiano y otras antiguas familias religiosas, era muy normal que junto a un monasterio masculino situado en medio de la naturaleza, se situase otro femenino, pues las monjas se sentían protegidas por los altos muros que rodeaban el monasterio y, sobre todo, por la presencia de los monjes.

En Occidente, este tipo de comunidades en las que un mismo superior –o superiora– gobierna a varones y mujeres tuvo auge en la Alta Edad Media (siglos V-X) , pero después fue disminuyendo hasta desaparecer. De hecho, actualmente están prohibidas en el Derecho Canónico. Pero se ha mantenido la costumbre de erigir comunidades masculinas junto a femeninas, o viceversa, sobre todo del mismo Instituto religioso, cada una con su superior.

¿Por qué se impuso el monacato basiliano en Oriente?

La vida religiosa cenobítica, que pronto pasó a ser la mayoritaria, dependía en gran medida de las Reglas de vida. Surgieron muchas, generalmente tomando como referencia otras Reglas anteriores. Pero no todas han subsistido. En Occidente, la Regla de san Benito fue durante los siglos IX al XII la hegemónica, con ayuda de los monarcas y del Papado.

Pero la Iglesia católica permitió que aparecieran otras Reglas y legislaciones religiosas que facilitaron adaptar la vida religiosa al difícil devenir de los siglos. En la Iglesia bizantina, en cambio, se acabó imponiendo la Regla de san Basilio, que reemplazó a todas las otras Reglas, generalmente con ayuda de los emperadores de Bizancio.

¿Quién fue San Basilio?

San Basilio de Cesarea (ca. 330-379) nació en el seno de una familia rica y muy cristiana que residía en la Capadocia (región interior de la actual Turquía). Tras recibir una buena formación intelectual, decidió hacerse monje siguiendo el ejemplo de su madre y de su hermana, que habían fundado una comunidad de monjas en unos terrenos de la familia.

Pero antes de tomar este tipo de vida, quiso conocerla de primera mano, por ello emprendió un largo viaje de un año recorriendo monasterios de Asia Menor, Siria, Palestina y Egipto. Regresó convencido de que la vida religiosa ha de apoyarse en la experiencia fraterna y ha de prestar servicio a la Iglesia diocesana.

¿Qué establece la regla de san Basilio?

Los monasterios basilianos están constituidos por comunidades pequeñas, lo cual permite tener un contacto cercano entre todos los hermanos o hermanas. Su vida gira en torno a la oración, el trabajo, el estudio y el diálogo fraterno. Asimismo, san Basilio quiso que los monasterios se emplazasen a las afueras de las ciudades, con el fin de que sirvieran de referencia y ayuda a los cristianos que habitan en ellas. Además, los monjes y las monjas se ocupan de educar a niños y jóvenes, asisten a los peregrinos y realizan otras actividades sociales y pastorales cuando son requeridos por el clero secular.