Referencias de santidad

La crisis del siglo XIV impactó en la vida religiosa y generó demandas de reforma mientras se desarrollaba la devotio moderna y los flagelantes.


Sabemos que la crisis de la segunda mitad del siglo XIV dejó muy marcada a la vida religiosa en general. Eran muchos los religiosos que no tenían verdadera vocación, y que usaban su condición religiosa para satisfacer sus propios intereses.

Por eso, teólogos y Universidades denunciaron con contundencia esta deplorable situación pidiendo una reforma de la vida religiosa. Algo parecido ocurría en el clero secular.

Los dominicos reaccionaron pronto: a instancias de santa Catalina de Siena, eligieron en 1380 a un Maestro de la Orden –es decir, a un superior general– que promovió la reforma: el beato Raimundo de Capua (1330-1399). Entre los benedictinos, en 1390 comenzó a fraguarse la observante Congregación de San Benito de Valladolid.

¿Qué medidas tomó el Concilio de Constanza?

Unos años más tarde, el Concilio de Constanza (1414-1418) afrontó la crisis de la vida religiosa formulando disposiciones que abordan el problema a nivel jurídico y económico, pero sin apenas tocar la vida interna de las Órdenes.

¿Cómo enfrentaron las Órdenes estos desafíos internos?

Fueron éstas las que, desde dentro, tuvieron que reformarse, intentando recuperar la antigua observancia de sus fundadores, aunque adaptándose a los nuevos tiempos.

Esto generó el movimiento de observancia. Desgraciadamente, este proceso trajo consigo la división de algunas Órdenes en «reformados» y «no reformados». Este periodo de reformas abarcó también el siglo XVI.

¿Quiénes fueron las referencias de santidad?

¿Qué referencias vivas de santidad hay en los siglos XIV y XV? A pesar de la crisis, muchos clérigos, laicos y religiosos sobresalieron por su ejemplaridad.

En un ambiente tan decadente, la escuela espiritual de la devotio moderna, con su sencillez y claridad, hizo un gran bien en el seno de la Iglesia.

Y también podemos hacer referencia a los grupos de flagelantes que atravesaban los pueblos, moviendo a las personas a pedir perdón a Dios, a orar devotamente y a convertirse al Evangelio.