Referencias de santidad
En nuestro tiempo destaca la influencia de los Papas Juan Pablo II y Francisco, junto con el impacto de comunidades religiosas y movimientos eclesiales.
El Espíritu Santo no deja de ayudar a la Iglesia. Y desde mediados del siglo XX han surgido nuevas comunidades religiosas que han supuesto un cierto revulsivo. Vamos a hablar de dos de ellas: las Misioneras de la Caridad y la Comunidad Ecuménica de Taizé.
A continuación nos centraremos en los tres principales Movimientos eclesiales que han surgido tras el Concilio Vaticano II: Comunión y Liberación, el Camino Neocatecumenal y la Renovación Carismática Católica. Estos y otros Movimientos tienen una gran capacidad de movilización de fieles y en ellos encontramos una importante referencia de santidad.
Los últimos Papas
Con san Juan Pablo II (1920-2005) la figura del Papa adquirió una gran relevancia internacional. Gracias al buen uso de los medios de comunicación y a sus viajes pastorales, en este periodo actual los Papas se ofrecen al mundo como un ejemplo de santidad.
Llama la atención lo bien que ha sabido aprovechar el Papa Francisco su fuerza mediática para dar testimonio del Evangelio al mundo entero. Se trata de un personaje mundialmente valorado y querido, por medio del cual la Iglesia ofrece una imagen muy contemporánea de su fe.
La crisis del clero y de la vida religiosa
A lo largo de la historia, el clero y la vida religiosa han sido una gran referencia de santidad para todos. Ahora también es así, pero, por desgracia, ambas formas de vida están pasando por una grave crisis. En Occidente, hasta los años 60-70, la vida religiosa y el clero secular ofrecían un modo de vida muy valorado, al menos en el ámbito católico.
Ahora la vocación al sacerdocio y a la vida consagrada son menos habituales
Asimismo, estaban abundantemente nutridos de vocaciones, pues éstas eran enviadas por familias muy cristianas que tenían generalmente de cinco a diez hijos. Sin embargo, ahora el sacerdocio y la vida consagrada se ven como algo extraño. Además, las familias se han descristianizado y sólo tienen uno o dos hijos. Por ello, entre las escasas vocaciones que actualmente surgen en los países occidentales, una buena proporción se trata de personas de más de 20 años, que ya han realizado todos sus estudios y están trabajando. Y con la globalización, este fenómeno vocacional se está extendiendo por todo el mundo.
A esto hay que añadir la gran cantidad de religiosos y sacerdotes que se secularizaron en los años 70 y 80 como resultado de los cambios sociales y religiosos que se vivieron por entonces. Hubo Institutos que perdieron más de un tercio de sus miembros.
Todo apunta a que de aquí al año 2050 habrán desaparecido multitud de Institutos religiosos, empezando por los más pequeños y menos significativos. Y asimismo, ante la carencia de clero secular, las diócesis tendrán que poner numerosas labores pastorales en manos de los laicos o de sacerdotes procedentes de nuevos Movimientos eclesiales.
¿Cómo nacen las Misioneras de la Caridad?
Aunque esta Congregación fue fundada poco antes del Concilio Vaticano II, fue después cuando se convirtió en un referente mundial. Viendo la televisión, uno puede constatar que, a nivel global, actualmente hay un gran modelo de santidad: el caritativo, representado por la Madre Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de las Misioneras de la Caridad y premio Nobel de la Paz. El fenómeno de la globalización ha hecho de ella un ejemplo internacional de entrega desinteresada en un mundo en el que prima el individualismo egoísta.
¿Quién fue la madre Teresa de Calcuta?
Santa Teresa de Calcuta nació en Macedonia. Siendo niña escuchaba historias de misioneros jesuitas que estaban en la India, lo que le hizo desear ir a trabajar a aquel lejano país, surgiendo en ella, con 12 años, la vocación religiosa.
Seis años después tomó la decisión de seguir la llamada de Dios e ingresó en la Congregación de la Bienaventurada Virgen María –las hermanas de Loreto– cuya labor principal es educar a niños y jóvenes. Fue trasladada a Calcuta, donde hizo el noviciado, tras el cual comenzó su labor como maestra. En 1934 fue nombrada directora de un colegio.
Acabada la Segunda Guerra Mundial, recibió una segunda llamada de Dios para dedicar su vida a los más necesitados. Tenía 36 años. Fue entonces a París para formarse como asistente médica y al año siguiente, en 1948, la Santa Sede le dio permiso para dejar su Congregación y comenzar a trabajar para los indigentes de la India. Atraídas por su caritativa labor, se le unieron varias jóvenes. Entonces la Madre Teresa decidió definir los fundamentos de una nueva Congregación religiosa dedicada a los «más pobres entre los pobres».
Son un ejemplo de entrega desinteresada a nivel internacional
Los primeros años fueron muy duros, pues apenas tenían recursos y se sentían desbordadas por el trabajo. Pero, con ayuda de Dios, vencieron las adversidades y en 1950 la Santa Sede les dio la autorización para que fundasen la nueva Congregación con la que soñaba la Madre Teresa: las misioneras de la caridad. Comenzó con 13 religiosas. Pronto fundaron residencias para moribundos, hospitales para leprosos y hogares para niños abandonados.
Se multiplicaron las jóvenes que querían entrar en la Congregación y cada vez recibían más ayudas económicas. En 1963 la Madre Teresa fundó a los hermanos misioneros de la caridad y dos años más tarde comienza a enviar hermanas a otros países. Su admirable labor la convirtió en una conocida figura a nivel mundial, por lo que en 1979 obtuvo el Premio Nobel de la Paz. En 1984 fundó los padres misioneros de la caridad. Cuando falleció, con 87 años, las misioneras de la Caridad tenían 610 misiones en 123 países.
¿Cuál es el carisma de las Misioneras de la Caridad?
La espiritualidad de las misioneras y misioneros de la caridad está centrada en las obras asistenciales a los más necesitados: hogares de acogida para enfermos de sida, lepra y tuberculosis, comedores para pobres, orfanatos y escuelas. Pero más que ser «eficaces», su objetivo principal es canalizar el amor que Dios tiene a los más pequeños y desfavorecidos. Para poder llevar con alegría y entrega una labor tan dura, su vida regular es muy estricta y dedican muchas horas del día a la oración. Así consiguen contemplar a Cristo en todo lo que hacen, experimentando hondamente esto que Él nos dice:
«Venid, benditos de mi Padre, y recibid en herencia el Reino que os fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; estaba de paso, y me alojasteis; desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; preso, y me vinisteis a ver» (Mt 25,34-36).
¿Cuando y cómo se inicia la Comunidad Ecuménica de Taizé?
Esta comunidad constituye un fenómeno muy importante en el ámbito de la vida monástica. Fue fundada por el teólogo calvinista suizo Roger Schutz (1915-2005) en Taizé, un pequeño pueblo del este de Francia. Allí compró una casa y se instaló junto a su hermana en 1940, poco después de comenzar la Segunda Guerra Mundial. Su objetivo era fundar una comunidad que ayudase a reconciliar evangélicamente a los contendientes de la guerra. Ambos vivían en un sano ambiente de pobreza y oración. Debido a que refugiaban en su casa a judíos y otras personas perseguidas por el régimen nazi, tuvieron que regresar a Suiza en 1942 ante el peligro de ser apresados.
En Ginebra se unieron al hermano Roger otros jóvenes que compartían su sueño y comenzaron a vivir en comunidad en un piso, llevando una vida de trabajo y oración, guardando el celibato y compartiendo los bienes. Acudían a orar a la catedral, por lo que un gran número de personas se unió a su oración.
En 1944, estando Francia liberada, el hermano Roger y tres hermanos de su comunidad fueron a Taizé a retomar el proyecto inicial. Cinco años más tarde el hermano Roger y otros seis hermanos decidieron tomar el compromiso perpetuo de vivir allí en comunidad, celibato, pobreza y obediencia. Desde entonces esta comunidad ha ido creciendo poco a poco, y miles de personas, sobre todo jóvenes, han pasado por Taizé para compartir con los monjes su vida contemplativa y para vivir su ambiente ecuménico. También lo han hecho grandes líderes religiosos de las diversas Iglesias cristianas, entre otros el Papa san Juan Pablo II.
Son un signo visible de reconciliación y de la unidad de los cristianos
La comunidad de Taizé ha tenido desde su fundación una clara vocación ecuménica e internacional. En su carisma fundacional está el deseo de ser un signo visible de reconciliación y unidad de los cristianos. De hecho, en la actualidad, entre el centenar de hermanos que la componen hay más de treinta nacionalidades y varias confesiones cristianas.
La pobreza es muy importante, pues no aceptan donativos y viven de lo que ganan con su humilde trabajo. También lo es la música como apoyo de su oración comunitaria, de tal forma que han creado un estilo propio que se basa en cantar en canon pequeñas frases, sacadas generalmente de los salmos. Este estilo musical se ha difundido por toda la Iglesia por su sencillez y belleza.
Aunque la comunidad de Taizé no busca constituir una «Orden monástica», sino una simple comunidad, ha fundado pequeñas comunidades en zonas pobres de África, América y Asia. Asimismo, desde 1978 organiza cada año en una gran ciudad europea un encuentro de cinco días en el que se reúnen personas de todo el mundo a orar.
¿Qué es el movimiento Comunión y Liberación?
El sacerdote Luigi Giussani (1922-2005) era profesor de religión en un liceo de Milán. En él fundó con alumnos suyos la Juventud Estudiantil en 1954. Su objetivo era hacer presente el cristianismo entre los jóvenes de enseñanzas medias. Poco a poco este Movimiento se fue extendiendo por otros centros de enseñanza. En 1965 el padre Giussani dejó la dirección del Movimiento.
Pocos años después, debido a la Revolución del 68, muchos de los miembros de la Juventud Estudiantil abrazan las ideas marxistas y la dejan. Por ello, en 1969 el padre Giussani decidió refundar este Movimiento, pasando a llamarse Comunión y Liberación y adquiriendo, asimismo, una mayor madurez espiritual y nuevos retos, como el de implicarse también con jóvenes universitarios y adultos.
Buscan educar cristianamente a sus miembros para poder evangelizar a la sociedad
A comienzos de la década de 1970 fue tomando cuerpo la Escuela de Comunidad cuyo fin era formar catequéticamente a los miembros del Movimiento. En esa época, además, Comunión y Liberación fue consolidando su presencia en las Universidades italianas.
En 1975 el Papa Pablo VI le expresó su apoyo, aunque fue en 1980 cuando recibió el primer reconocimiento oficial por parte de la Iglesia, convirtiéndose en Asociación universal de fieles en 1982. Dado su carácter misionero, son cada vez más los laicos y los sacerdotes los que se suman a esta fraternidad, expandiéndose rápidamente por el mundo.
Comunión y Liberación es un Movimiento eclesial que busca educar cristianamente a sus miembros con el fin de poder evangelizar a la sociedad. Asimismo, quiere hacer presente el cristianismo en el mundo actual por medio de su presencia en los medios de comunicación y en otras plataformas sociales. Ofrece a la sociedad una espiritualidad con un fuerte carácter vivencial y comunitario. Su nombre: «Comunión y Liberación», hace referencia a que la fe cristiana, vivida en comunión, da como fruto la verdadera liberación.
Origen y desarrollo del Camino Neocatecumenal
Fue germinando en los años 60 gracias a la labor de los laicos Kiko Argüello y Carmen Hernández en un barrio marginal de Madrid: las Palomeras Altas. Allí, además de ofrecer ayuda material a los pobres, ejercieron una gran labor de evangelización entre ellos. Por ello, el arzobispo de Madrid les invitó a extender su tarea por otras parroquias.
Aquellas experiencias les sirvieron para reflexionar sobre el valor del sacramento del Bautismo y sobre la importancia de la maduración de la fe. Más tarde, en 1968, fueron invitados a propagar su labor en suburbios de Roma, y de ahí se extendieron por otros países.
Son comunidades formadas sobre todo por laicos, a menudo por familias enteras
En abril de 1970, en Majadahonda (Madrid), Kiko, Carmen y otros responsables y párrocos se reunieron para reflexionar sobre la identidad de las comunidades que estaban surgiendo en las parroquias. Allí se definieron los elementos fundamentales de su metodología y carisma apostólico. En 1974 la Congregación para el Culto Divino les dio públicamente su apoyo, y en 1990 el Papa san Juan Pablo II reconoció formalmente al Camino Neocatecumenal y animó a los obispos a que le ayudaran. La Santa Sede aprobó en 2008 sus Estatutos y en 2011 su Directorio Catequético.
El Camino Neocatecumenal es, fundamentalmente, un Movimiento laical que ofrece un itinerario de conversión y formación cristiana. Su actividad se centra en las parroquias, donde funda comunidades formadas sobre todo por laicos –a menudo familias enteras–, en las que también tienen cabida sacerdotes y religiosos.
Es un movimiento multitudinario que actualmente se expande con rapidez, incluso en países no cristianos. Dada su gran capacidad para ayudar al Espíritu Santo a suscitar vocaciones, han fundado más de ochenta seminarios Redemptoris Mater en todo el mundo, con el fin de proveer de sacerdotes a las diócesis que los necesiten. Asimismo, en sus comunidades surgen muchas vocaciones contemplativas femeninas.
¿Qué es la Renovación Carismática Católica?
Nació por influencia del Movimiento Neopentecostal protestante en el ambiente aperturista y ecuménico que promovió el Concilio Vaticano II. Efectivamente, en 1967 un grupo de laicos que habían participado en encuentros neopentecostales ecuménicos decidieron reunirse, junto a varios sacerdotes, para reflexionar y compartir sus vivencias, experimentando una impactante acción interior del Espíritu Santo.
A partir de ese momento comenzó a tomar cuerpo la Renovación Carismática Católica y sus celebraciones se extendieron por Estados Unidos. A comienzos de los años 70 su expansión llegó a Latinoamérica, donde tomó gran fuerza, y después se difundió por todo el mundo. En 1975 recibió el reconocimiento del Papa Pablo VI.
La Renovación Carismática Católica es un Movimiento laical que cuenta con una escasa estructura institucional, pues sus miembros prefieren, en la medida de lo posible, ponerse en manos de las mociones del Espíritu Santo. Son conocidos popularmente como los carismáticos.
Se reúnen para orar, formarse doctrinalmente y celebrar la Eucaristía y otros sacramentos. También organizan congresos carismáticos. La alabanza y la adoración del Señor están muy presentes en sus celebraciones. Asimismo, comparten públicamente su experiencia del Espíritu de Dios y las gracias y dones que éste les concede. La Renovación Carismática Católica es, probablemente, el Movimiento que cuenta con más adeptos en la Iglesia católica. La mayoría son latinoamericanos.