Meditación Pascual

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Meditación Pascual

Junto al sepulcro vacío, junto al agua viva, desde nuestra experiencia de debilidad. Grupo de tres meditaciones para la intimidad de la oración


Señor Jesús!

En las semanas de dolor te hemos visto llevando la cruz de nuestras miserias. Cargabas sobre tus hombros nuestras infidelidades para que, borrando sus huellas con tu sangre, quedaran para siempre sepultadas en el abismo del olvido.

Hoy te vemos triunfante, victorioso, perdonador, Señor y amigo. ¡Gracias por la luz de tu Resurrección que es también nuestra resurrección!

En este tiempo de Pascua queremos acompañarte y compartir contigo dos estados de ánimo muy diferentes:

Primero, junto al sepulcro vacío, y en el huerto florecido, deseamos salir a tu encuentro con aire de fiesta, confesando con algunos discípulos vigilantes nuestra fe en tu triunfo y resurrección. Tú eres Señor espiritual , Fuente de vida, Juez de la historia. ¡Qué hermoso es proclamarlo como creyentes!

Pero queremos también, en otro momento, junto al lago de Galilea, donde pescan algunos de tus discípulos, pedirte humildemente que nos ayudes. Lo hacemos, Señor, porque después de 2000 años de redención, hoy seguimos viviendo momentos de turbación y debilidad, como tus primeros discípulos decepcionados por tu muerte. Sí, Jesús. A pesar de haberte reconocido como Mesías, Hijo y Señor, hoy nuestra fe es azotada por vientos de indiferencia, como si tú no hubieras muerto y resucitado.

¡Perdona que te lo diga, Señor, en días de Pascua! Pero ante ti no cabe engaño. Andamos necesitados -como tus discípulos en Galilea- de nueva resurrección y pentecostés, no en la liturgia y en los libros sino en la vida y en corazón. ¡Quédate con nosotros!

Junto al sepulcro de Cristo, vacío.

¡Buenos días, Señor resucitado!

En esta jubilosa mañana de Pascua, sintiéndonos alegres en nuestra fe, contemplando místicamente el sepulcro vacío y viéndote Jardinero, como te descubrió María la Magdalena, nos ponemos a tus plantas para adorarte.

Escucha, Señor, Cuanto queremos decirte en nuestra humilde y agradecida confesión de fe.

Jesús, tú, con la resurrección has completado la expiación del pecado que cometimos.

Por esa inmensa obra de amor, te aclamamos y decimos:

¡Gracias, Señor, nuestro redentor!

 

Jesús, tú, con la resurrección gloriosa has derrotado a la muerte.

Por ese triunfo liberador del mal, te cantamos himnos de victoria:

¡Eres grande, Señor, nuestro Salvador!

 

Jesús, tú, con la resurrección has inaugurado una existencia nueva.

Por eso te aclamamos y damos gracias en nombre de todos los vivientes:

¡Tú eres la Vida!  ¡Aleluya!

 

Jesús, tú, Resucitado, lo eres todo para nosotros: Rey, Señor, Juez, Amigo, Liberador...

Por eso nos ponemos a tus pies, miramos tus manos y decimos con Tomás:

¡Señor mío y Dios mío!

 

Jesús, tú que eres Luz, ilumínanos e ilumina a todos los hombres con tu luz pascual

Junto a la fuente de agua viva.

En tu resurrección, Señor, Jesús,

Hacemos fiesta.

Tú nos has conquistado para ti y para el Padre. Queremos vivir contigo el compromiso de fidelidad desde la fe y el amor, te vemos a ti definitivamente como al último Enviado del Padre que nos ama y busca, como al Hijo de sus entrañas que nos devuelve al seno del Padre, como al Pacificador que enseña a los pueblos a vivir en concordia y fraternidad, como al Maestro que es Camino, Verdad y Vida.

Tenemos la confirmación de tu mensaje salvífico, el esplendor de tu doctrina, la seguridad de nuestra esperanza. Que tú eres fuente de vida, clave de la historia, compromiso con el mundo redimido, lección de solidaridad con los enfermos que llaman al médico y con los arrepentidos que buscan la gracia y santidad! Celebrada en un momento difícil de la historia, año 2001 de tu encarnación, haz que te reconozcamos en verdad como centro de la revelación, culmen de la historia, rostro de Dios que se hace visible a todos los pueblos y religiones, y que avancemos hacia la unidad de todos los creyentes.

Y haz también que todos nos comprometamos a favorecer y procurar la pacificación de todos los pueblos, y a buscar el Reino de justicia, amor y paz, en el que todos seamos peregrinos que vivimos y avanzamos en busca de ti, Verdad suprema. 

 (Ideas de Pablo VI)

Fr. Cándido Ániz Iriarte O.P.