En una gruta de Nazaret se oye la voz: Dios quiere ser hombre.
¡Abrahán, Abrahán! , llamó en tiempos remotos la voz del misterio a un hombre elegido, a un pastor en los montes de Ur, Mesopotamia : ponte en camino, le dijo, pues quiero contar contigo para poblar el mundo con hijos de un nuevo Reino de amor, justicia y paz...
Abrahán, obediente, peregrinó con fe y esperanza, y llevó consigo rebaños y familiares a Canaán, Egipto, Moab... Pero este hombre fiel, que acogió y sembró esperanzas, estaba llamado a vivir en esperanza y a acabar sus días sin que llegara el tiempo del Nuevo Reino presidido por un Mesías, Salvador...
¡Jacob, Israel! , llamó otra vez la misma voz del misterio al hijo de Isaac que había luchado con un numen misterioso: "Yo, el que te habla, soy el Dios poderoso: crece, multiplícate, de ti nacerá una muchedumbre de naciones , y de tus entrañas saldrán reyes de Israel..."
Y, tras la llamada, Dios se ausentó del lugar en que había hablado con Jacob, Israel..
Y, sembrada nuevamente la semilla mesiánica de esperanza, entre los descendientes de Jacob se consideró muy lejano y confuso el horizonte de un Reino Nuevo en el que señoreara el amor, la justicia , la paz...
¡Moisés, Moisés!, dijo por tercera vez la voz del misterio, en el Sinaí : "Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob ... He visto la aflicción de mi pueblo en Egipto.. Voy a bajar a librarlo..."
Y Dios libró al pueblo de Israel de su esclavitud, y quedó bien sembrada en el surco la semilla de la esperanza mesiánica...
Pero los pueblos, al ver a Israel, apenas vieron un barrunto del Nuevo Reino de amor, de justicia y de paz ...Nadie supo cuánto había que demorar en la espera de la plena realidad del Reino...
¡Salve, María! , dijo en Nazaret, finalmente, la voz del misterio a una doncella sin realeza, profecía, armas, campos o cultura:
¡Dios te ama, Dios te llena de amor y gracia!
Él mismo ha decidido bajar a esta tierra para instituir el nuevo Reino de amor, justicia y paz..., y quiere tomar carne en tus entrañas.
No entiendo qué deseas, susurró María.
No importa que no lo entiendas, María, respondió la voz, si das tu consentimiento : El Hijo de Dios quiere hacerse hombre en tu seno virginal.
Y María dijo: ¡hágase!.
Y desde aquel momento Dios ya no se fue de entre nosotros y comenzó a enseñarnos a vivir en un nuevo Reino de amor, justicia y paz...
Celebrémoslo con María dando gracias a Dios