La luz se irradia por las montañas de Ain Karim
Abrahán, agraciado de Dios, emprendió desde Mesopotamia el camino de Canaán..., movido por la fe y la esperanza... y se mantuvo fiel en Caná, el Neguev, Egipto, Hebrón...
Jacob, privilegiado por la elección de Dios, hizo muchos caminos, sufrió muchas decepciones, engendró una tribus de hijos, perdió y reencontró a los que amaba, y concluyó sus días repartiendo bendiciones que eran cartas de esperanza.....
Moisés , el amigo de Dios, el que subió y bajó de la cumbre del monte Sinaí con las Tablas de la Ley, avanzó por el desierto, y llegó a la ribera izquierda del Jordán; y allí -¡oh paradoja de la vida en esperanza!- , allí, contemplando la tierra prometida, en esperanza, sin llegar a poseerla, dictó en el Deuteronomio su testamento. Otros pasarían el Jordán y entrarían en posesión de aquel suelo y montañas amadas .... Él no lo pasaría ...
María , la doncella humilde, sin timbres de gloria, sin escalar el Monte ardiente, puesta su vida en manos del Altísimo, se sintió poseída por el Señor de la esperanza, y, sin contar a nadie su prodigiosa hazaña, marchó presurosa al encuentro de quien sabía que la iba a comprender: su humilde prima, Isabel, que también está sorprendentemente encinta, y la necesitaba.
En Ain Karim, protegidas por el silencio, en el verde esperanza de los árboles de la montaña, mientras los sabios discuten, mientras los políticos se maltratan, los mercaderes preparan su viaje de negocios, y los sacerdotes de Yhavé escudriñan los signos escriturísticos y astrológicos sobre el advenimiento del Mesías, dos mujeres se preguntan cómo podrán servir al Señor que ya está allí, en el seno de la Virgen María... Se lo dice Juan que en el seno materno ya celebra fiesta como precursor del Cordero de Dios.
Prestemos un poco de atención, pues ambas comienzan a cantar su Magníficat de amor y gloria:
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador,
porque ha mirado la humildad de su sierva...
Mientras el mundo gira inconsciente, el nuevo Reino de amor, justicia y paz, se proclama en la soledad de los montes de Ain Karim.
Celebrémoslo con María, dando gracias.