Carta del M.O. Fr. Carlos Azpíroz a Juan Pablo II

Carta del Maestro de la Orden a SS. Juan Pablo II

Santidad:

(02/195) He regresado hace pocos días procedente de Medio Oriente. A partir del 9 de octubre he visitado diversas comunidades de hermanos y hermanas de la Orden para confirmarlos en la misión en momentos particularmente difíciles. A lo largo de este viaje lo he tenido muy presente en la oración. Durante mi visita al Monte Nebo he traído a la memoria del corazón su paso por Jordania durante el Gran Jubileo del 2000. También lo he recordado en Irak. Santidad, diversas circunstancias no le han permitido peregrinar aún a esa tierra en la cual Dios ha querido hablar de modo muy especial a su pueblo. Por eso ha estado Usted presente en mi pensamiento y oración cuando contemplaba los muros de la antigua Nínive (hoy Mosul); al caminar a través de las excavaciones entre los muros reconstruidos de la antigua Babilonia -cerca de Bagdad- y al visitar las tumbas de los profetas Nahúm, Ezequiel y Baruc.

Justamente, estando en Bagdad, el mismo 16 de octubre, vigesimoquinto aniversario de su elección al solio de Pedro, con alegría y emoción supe de la promulgación de la carta Apostólica "Rosarium Virginis Mariae". En nombre propio y el de la Orden quiero agradecer el don de esta predicación.

Santidad, el Rosario es para la Orden de Santo Domingo una plegaria que late al ritmo de nuestro carisma definido en cierta manera como "contemplar y dar a los demás el fruto de la contemplación" [cf. Summa Theologim, II-II, q. 188, a. 6, c.].

La Orden de Predicadores ha querido propagar de modo especial el Santo Rosario a través de los siglos. La piedad popular, en efecto, reconoce en Santo Domingo el "fundador" del Rosario y el arte cristiano así lo representa desde hace siglos recibiendo el Rosario de manos de Santa María Virgen.

La Familia Dominicana especialmente reconoce en el Beato Alan de la Roche (1428-1479) un gran predicador de la devoción del Rosario y fundador de las Confraternidades del Rosario, llamado entonces Salterio de la B. Virgen María".

San Pío V, el Papa dominico del Rosario, en cierta manera ha "codificado" su estructura con la Bula "Consueverunt Romani Pontifíces" de 1569. Él también encomendó al Maestro de la Orden la facultad de erigir las Confraternidades del Rosario que aún hoy viven su vocación propagando eficazmente el rezo y predicación de este modo de contemplar el rostro de Cristo con María.

El Rosario ha sido para nuestros frailes misioneros un excelente medio de predicación catequística. Por media del Rosario la fe se ha conservado en muchas comunidades a lo largo del tiempo aún donde los misioneros faltaron por diversas circunstancias.

León XIII en 1883 agregó en las Letanías Lauretanas la invocación "Regina sacratissimi RosariP a instancias de fray José Larroca OP, entonces Maestro de la Orden.

Finalmente ¡Cuántas Congregaciones de Hermanas Dominicas tienen como titular a Nuestra Señora del Rosario!

La práctica y predicación del Rosario, afirman las Constituciones de los frailes, se la debe considerar "utnota Ordinis peculiaris" (LCO 129)

¡Gracias también por invitarnos a meditar los "Misterios de Luz"! Ya el célebre fray Jospeh Marie Lagrange OP, pensaba que sería oportuno incorporar en la Corona del Rosario algunos misterios de la vida pública de Jesús.

Los hijos e hijas de Santo Domingo recibimos con gratitud la Carta Apostólica "Rosadum Virginis Mariae" para ser sus promotores "sedulo, diligenter, studiose" como exhortaba Pío XII en una carta al Maestro de la Orden Michael Browne (11.07.1957).

Que este Año del Rosario nos ayude a todos a alabar, bendecir y predicara través de esta devoción la misericordia infinita del Padre que ha mirado nuestra miseria. Esta gracia provoca en nuestros corazones una gran alegría. Una alegría que, como Jesús mismo prometió en la última Cena, nadie podrá quitarnos.

Pido al Espíritu Santo lo ilumine en su ministerio para que cada día pueda discernir cuál es la voluntad el Padre, aquello que es bueno, lo que le agrada, lo perfecto. Con gratitud filial en Santo Domingo

 

 

Fr. Carlos A. Azpiroz Costa OP,
Maestro de la Orden