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Alabar, bendecir y predicar La misión de la Familia Dominicana

10 de abril de 2017

Alabar, bendecir y predicar La misión de la Familia Dominicana

Intervención ante la Asamble de Familia Dominicana celebrada en Manila en al año 2000

Me entusiasmó extremadamente que se me pidiera dirigirme a esta asamblea de la familia dominicana. Estoy convencido de que, si conseguimos participar en una común predicación del Evangelio, renovaremos toda la Orden. Pero a la vez no me vi como la persona adecuada. ¿Quién soy yo para articular una visión de esta misión común? ¿Cómo puede un fraile o un hermano o hermana hacer esto individualmente? Ha de ser juntos, escuchándonos mutuamente, como hemos de descubrir esta nueva visión. Y para eso estamos aquí en Manila. Pienso, por tanto, que lo que debo hacer es escuchar con vosotros la Palabra de Dios. Toda predicación comienza con la escucha del evangelio. Llegaremos a ser predicadores en común cuando en común sepamos escuchar.

Cuando escuchemos el evangelio podremos llevarlo a nuestra experiencia. Es la luz del evangelio la que da sentido a nuestra experiencia. Nos permite ver de nuevo, con nuevos ojos, lo que hemos vivido. Pero, a la vez, la experiencia nos ayuda a entender mejor el evangelio. Lo leemos a la luz de lo que vivimos. Es como un coloquio entre la Palabra de Dios y la experiencia humana. El fruto de este coloquio es nuestra predicación. Nunca sabemos adónde nos va a llevar un buen coloquio, y sobre todo cuando es un coloquio con Dios.

Lo que hoy deseo, pues, es escuchar con vosotros el texto del evangelio. Confío en que pueda iluminar lo que ahora estamos viviendo: la familia dominicana tratando de aprender a predicar en común. Espero que a la vez nuestra experiencia nos ayudará a comprender mejor el evangelio. Somos predicadores de la resurrección, de ahí que el texto que he escogido sea el de san Juan que relata la aparición de Cristo resucitado a los apóstoles.

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