Características teológicas de la predicación homilética dominicana
Conferencia para la I Asamblea de Predicación (4), celebrada en el 2006, por fr. Miguel de Burgos O.P.
Nos debatimos en un mundo entre la Modernidad y la Postmodernidad. Ese es el mundo de nuestra predicación al que debemos conocer y con el que debemos dialogar (la Orden tiene una tradición irrenunciable de diálogo con la cultura), porque nuestra predicación debe ser hoy especialmente “dialógica”.
Las nuevas “Ágoras”, tomando el ejemplo de Hch 17, cuando Pablo predica la Resurrección y es rechazado, pone
ante nosotros la necesidad de contar con esas “ágoras” agnósticas de creencias e increencias o de nuevas y extrañas experiencias religiosas. Es una manera de atender a la realidad del mundo de hoy, de los hombres y mujeres de hoy,
que necesitan y viven en códigos nuevos de conducta y de comunicación. Esto, precisamente, no lo podemos desconocer los “predicadores” del evangelio. Hay que renovar, pues, nuestro lenguaje y nuestros modos de comunicación, llegando a los que P. Ricoeur llamaba las “expresiones l mites” con una intensificación del mensaje teológico, espiritual, escatológico, etc. Debemos estar dispuestos a una cierta “transgresión” como decía también P. Ricoeur de nuestro lenguaje y de nuestra teología para poder llegar a los hombres de hoy que tiene “códigos nuevos” de escucha y comportamiento. Ello, sin renunciar a la verdad… como Pablo no renunció a decir “Anástasis” = resurrección, en medio de las “ágoras” paganas… que no querían otro Dios (ellos consideraron que era un “diosa”, pero se equivocaban, porque se trataba de la Vida verdadera que su antropología no les garantizaba).
La predicación tradicional debe dar paso (¡ES MUY IMPORTANTE!) a unas nuevas formas expositivas menos abstractas o deductivas; por el contrario, deben ser más kerygmáticas y narrativas como es la misma esencia de la Palabra de Dios, de la Escritura y el Evangelio especialmente, fuente de nuestra predicación. El hombre de la posmodernidad es muy de hoy, de ahora, de lo inmediato… no le interesa más que el presente – nada el pasado y poco el futuro-. Eso lo debemos tener en cuenta y el hoy de nuestra predicación o comunicación, el “hoy salvífico”, debe ser decisivo en el mensaje cristiano. Pero hay un pasado y un futuro como plenitud y eso no lo podemos callar…aunque debemos exponerlo con inteligencia y sabiduría.
Se ha de partir de la realidad de la vida, la de las comunidades litúrgicas que escuchan y celebran, no de las ideas previas que nos hemos hecho nosotros y que muy frecuentemente intentamos imponer.
Porque no se trata simplemente de “predicar”, sino de predicar a comunidades eclesiales que a lo mejor no están vivas, pero que necesitan la “fuerza vivificadora” de la Palabra de la predicación: «¡Ay de mi, si no predico el Evangelio!» (1Cor 9,16).
Nos complace manifestar que el C. II de la Actas de Capítulo General de Krakowia nos ofrecen una reflexión de verdadera calidad y calado, y lo hemos tenido muy en cuenta, sin olvidar lo que los últimos Capítulos Generales ha ofrecido al respecto. Pero eso lo han de desgranar otros ponentes en este encuentro de Predicación, por ello no
insistimos más que en la actualizante reflexión de Krakowi .