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Cuento: Las cabras del beduino

10 de diciembre de 2023

Cuento: Las cabras del beduino

 El cuento destaca que el cuidado y la dedicación, como en las cabras bien alimentadas, dan mejores frutos.

Cuento infantil: “Las cabras del beduino”

Hola peques:

Dicen que Moisés, -el salvado de las aguas del Nilo y adoptado por la hija del faraón, vio a un egipcio que  maltrataba a un hebreo, -pueblo al que Moisés pertenecía,-  y encendido en ira, mató al egipcio y lo enterró en la arena.

Pero al apercibirse de que se sabía y que el faraón le buscaba para pedirle cuenta del hecho, huyó al desierto de Madián, donde luego Dios le encargaría  regresar a Egipto y liberar a su pueblo de la esclavitud, como así lo hizo, guiándolo luego por el desierto durante cuarenta años.

Pues bien, dicen que vagando Moisés por aquel desierto de Madián, vino a parar a un campamento de beduinos, que son esos árabes-pastores trashumantes, que van con sus rebaños de wadi en wadi (barrancos por donde corre el agua cuando por casualidad llueve, que es más bien pocas veces en aquellas zonas). Pero por las profundidades de los barrancos, mantienen cierta humedad y suelen crecer allí hierbas y arbustos que son alimento de ovejas y cabras.

Entre los habitantes del desierto, la hospitalidad es sagrada; lo he experimentado yo mismo y doy testimonio de ello.

El caso es que Moisés se acogió a la hospitalidad de aquellos beduinos y Al-hamdu lillahi, (que así vamos a llamar al jefe del campamento beduino  y cuyo nombre traducido al cristiano sería "Deogracias" o "Gracias sean dadas a Dios"), le recibió con la clásica hospitalidad de aquellas gentes entre  las que permaneció algunos días.

Moisés observó que Al-hamdu era creyente en un solo Dios al que procuraba honrar a su modo. Cierto un modo un tanto simple e infantil  como lo demuestra el siguiente  hecho: Todos los días, al caer de la tarde, Al-hamdu sacaba fuera del campamento un buen cubo de  la mejor leche de su rebaño y se la ofrecía a Dios quien, -según  él se imaginaba,- la tomaba a la luz de la luna, puesto que al día siguiente el cubo estaba vacío. (Al-hamdu era feliz por ello, y se sentía amado de Dios, a cuyo amor correspondía cada día con un creciente amor también él).

Los judíos llamaban a eso costumbre pagana. Así lo consideró Moisés cuando vio que Al-hamdu sacaba el cubo rebosante de la mejor leche de su rebaño fuera del campamento para que Dios la bebiera una vez anochecido.

Y se permitió increpar al beduino, diciéndole que aquello era una barbaridad  idolátrica,  pues Dios es espíritu puro y los espíritus ni comen ni beben. Al-hamdu trató de rebatírselo, cierto como estaba de que Dios se tomaba la leche que él le ofrecía; pero Moisés, seguro de su verdad, le propuso esconderse y observar a ver quien se tomaba la leche, a fin de que se convenciera.  Al-hamdu  lillahi, seguro en su buena fe, acabó aceptando la proposición de Moisés. Y dicho y hecho, depositado el cubo fuera del campamento, se escondieron ambos detrás de una roca para ver lo que sucedía, cada uno, seguro de su opinión.

No había pasado ni una hora, cuando vieron venir trotando, primero  un chacal, y luego otro, y otro, y otro. así unos cuantos, que dieron cuenta de la leche hasta dejar el cubo vacío. Moisés le hizo ver pues, que no era Dios  quien la bebía sino los chacales, lo que para Al-hamdu fue el desplome. Aquella noche ya no durmió y al siguiente día estaba ojeroso y  profundamente abatido.

Moisés en cambio, satisfecho de haber enseñado una verdad religiosa a aquel beduino, durmió como suele decirse "a pierna suelta".

De mañana, viendo  Moisés al beduino en aquel lastimoso estado,  le preguntó la causa de su depresión y tristeza, a lo que Al-hamdu respondió: Tenías razón; Dios es espíritu puro y desprecia la leche de mi rebaño. ¡ Y yo que se la ofrecía con todo mi corazón ¡Era la mejor forma con que yo quería demostrarle mi veneración y amor inquebrantables!

A lo que Moisés respondió: Mas bien debieras estar feliz y contento, porque has aprendido una gran verdad: que Dios es espíritu puro y ni come ni bebe.

Pero Al-hamdu no lo veía así y siguió profundamente abatido y desconsolado.

A Moisés no se le ocurrió otra cosa que rezar por aquel pobre beduino para que Dios abriera su inteligencia a la verdad.

Pero. a la noche siguiente, Dios se le apareció en sueños a Moisés  y le reprendió

severamente: ¡"Te has equivocado, Moisés! Es verdad que soy espíritu puro y no bebo leche. Pero acepto con sumo gusto la que Al-hamdu me ofrece como prueba de su amor y generosidad. Y como yo no necesito beberla, la comparto con mis criaturas, los chacales hambrientos,  que sí tienen necesidad de ella".

Fue así como Moisés aprendió que lo que a Dios únicamente le importa es la fe y el amor del hombre, manifestados con sencillez y humildad según el entender y buena conciencia de cada uno.

Al día siguiente, apenas amanecido, Moisés le contó al beduino el sueño que había tenido, con lo que Al-hamdu recuperó su inmensa alegría y siguió cada atardecer sacando fuera del campamento el cubo de la mejor leche de su rebaño para Dios, quien a su vez  la regalaba a sus criaturas hambrientas.

Y hasta creyó que era favor de Dios, que nunca los chacales hubieran atacado a las cabras y ovejas de su rebaño, en gratitud a la leche que Dios les daba .

 "¡Alá akbar!  " exclamó,   ¡"Dios es grande" ¡