Cuento: ¡Shalóm, javerim! ¡Paz, amigos!
El cuento narra la huida de la Sagrada Familia a Egipto, protegida milagrosamente, destacando la paz y la providencia divina.
Cuento infantil: ¡Shalóm, javerim! ¡Paz, amigos!
Pensando en vosotros y en qué podría contaros, el otro día me adormecí.
Y no sé si lo soñé... ¿o quizás recordé alguna leyenda popular oída en mi infancia? Como quiera que fuere, ahí va esta "historia" de la Sda. Familia: José, María y Jesús, a quienes llamaremos con la forma hebrea de Yosef, Miryam y Yoshuá.
Había en Jerusalén un rey malvado y cruel llamado Herodes, que, como ya sabéis, mandó matar a todos los niños de Belén y alrededores, menores de dos años.
Pero avisados por un ángel, Yosef y Miryam huyeron a Egipto para salvar la vida de Yoshua. Y sin más preparativos, - porque eran muy pobres,- sólo con algunas provisiones en las alforjas de su borriquillo, se pusieron en camino, como habréis leído en la historia de EL BURRITO MELITÓN.
Egipto está lejos de Belén y de por medio hay extensos desiertos; a trechos, arenales; otros, los más extensos pedregales, con montes rocosos donde abundan las grutas, y con profundos barrancos.
Salieron pues de Belén bordeando el o desierto de Judá, para luego internarse en el Neguev y al final atravesar el Sinaí. En los desiertos, durante el día, hace demasiado calor; pero, por la noche, demasiado frío.
Por ello, al caer la tarde, mientras "El burrito Melitón" comía unos hierbajos, Yosef entró en una gruta próxima buscando refugio para la noche, pero salió de estampida al oír un rugido y ver a la tenue luz que entraba, a un soberbio león.
MIRIAM: ...¿qué pasa, José?
YOSEF: ¡Hay un hambriento león muy peligroso!
MIRIAM: !No José, no es peligroso, no es así; es el león más bueno, te quiere!
Y descabalgando del pollino entregó el Niño a José y se adentró en la gruta diciendo al león: yo te quiero, león, ¿cómo estás?
Y según iba entrando, la gruta iba iluminándose con una clara y tenue luz.
El león, como si entendiera el hebreo, respondió con quejumbrosos ronquidos, por lo que Yosef ya más confiado, se acercó también y cortésmente presentó al león a la Madre y al Niño:
YOSEF: señor león, he aquí a María, Madre de Jesús el Mesías.
Y el león, como si hubiera entendido el hebreo, estiró el cuello con manifiesto respeto y cariño y lamió devotamente los pies de María.
MIRIAM: ¡Oh, José, está herido... pobrecito, se ha quebrado una pata!
Y dice la historia que, dándole un suave masaje, de repente, al instante, curó completamente.
Miriam vio que al mismo tiempo Yoshua, sostenido por Yosef que se había aproximado, acariciaba la melena del león.
Y el león, ya puesto en pie, mientras agitaba su rabo con alegría, lamía los pies de Miryam, los del Niño y hasta varias veces las barbas de Yosef. - Miriam, con dulce sonrisa, aseguró: el león es nuestro amigo.
Y en efecto, tras una frugal refección, se echaron a descansar y el león se tumbó junto a ellos para darles calor en la noche fría.
Al día siguiente, de madrugada, prosiguieron su camino y el león junto a ellos como perro fiel. Y según cuenta la historia así anduvo con ellos todo el tiempo el camino de Egipto, hasta las proximidades de El Cairo, donde ya no se atrevió a entrar para no sembrar el espanto en la población.
Y según la misma historia, al despedirse de la Sda. Familia, el león habló en perfecto hebreo y tras un rugido cargado de dolor por la despedida, llegó a decir: ¡Buen viaje!
A lo que Miryam contestó: ¡te deseo lo mejor, león!
Y Yosef, Miriam y el Niño entraron en El Cairo y se instalaron en una gruta que todavía se muestra a los peregrinos en una iglesia copta de aquella urbe.
Esta es la historia (leyenda popular), que oí contar en mi infancia y que hoy os cuento a vosotros.
¡Hasta la próxima, peques!