Cuento: Zanahorio
El cuento "Zanahorio" utiliza una historia sobre hortalizas para enseñar a los niños la importancia de la educación, el buen comportamiento y el respeto hacia los demás.
Cuento infantil: "Zanahorio"
Una vez más sucedió en el "Club de las Familias", donde Anacrino y Afelandro se encuentran allí cada tarde para echar sus partidas de tute y conversar, cosa tan sana cuando media amistad y sinceridad aunque haya divergencias de opinión.
Por entre las filas de mesas correteaban unos cuantos chiquillos.
Uno de ellos llamado Liborio, un tanto montaraz, se permitió dar gratuitamente y sin motivo, un repelón a Melisa, -la dulce, como parece indicar su nombre-, nieta de Anacrino. Dolorida, la chiquilla reaccionó con ira:
Melisa: ¡Burro, más que burro!, que eres un zanahorio: ya te ha dicho el Herr Lehrer (Sr. maestro), que como no cambies y mejores, irás a dar con la cabeza en un pesebre.
Anacrino, (siempre tan fogoso defensor de sus nietas): ¡Animal de cuatro patas! ¡Como vuelvas a molestar a mi nieta te pongo un ronzal y te ato a esa columna!.
Afelandro, (al quite y para poner dique a aquel aluvión de improperios):
¿Haya paz, muchachos! Portaos como Dios manda y os cuento la historia del Zanahorio.
Al toque de esa varita mágica, todos los chavales se sosegaron y rodearon la mesa como si nada hubiera pasado. ¡Cuente, cuente, Afelandro!
Afelandro: Pues bien, sucedió hace muchos años, cuando según cuenta la historia, los animales hablaban como personas educadas, no como los hombres que dicen animaladas.
¿Sabéis lo que significa "cultura"? Pues su primer significado es cultivo, por ejemplo de hortalizas, como hace Anacrino en su huerto.
Pero, referido a las personas, "cultura" significa también el cultivo de las facultades del espíritu como son la inteligencia y la voluntad, y también el resultado de ese cultivo. También se incluye ahí el cultivo de las artes. Incluso hoy, se habla también de "cultura física" que es el desarrollo de las facultades corporales, menos importante que lo anterior pero no despreciable, pues dice un viejo refrán latino: "mens sana in corpore sano", que podemos traducir libremente por "alma sana en cuerpo sano". Claro que. para conseguir todo eso, se requiere mucho esfuerzo y perseverancia.
Porque Dios hizo al ser humano muy grande en cualidades y mayor en posibilidades; pero hay que ganarlas usando la razón y la voluntad, porque si no, arrastrados por nuestros instintos animales, acabaríamos como el Zanahorio. Veamos cómo acabó.
Cuenta la historia que un dios al que llamaban Júpiter, se entretuvo un día en hacer figuritas de barro de distintas formas. Luego les sopló vida en la nariz y las echó al monte para que allí vivieran y se desarrollaran. Con una condición: que se presentaran ante él una vez al año para mostrarle sus progresos, y para darle sus quejas o exponerle sus necesidades.
Entre esas figuritas a las que dio vida, había una bonita y peludita a la que puso por nombre Zanahorio y que era un equino (raza caballar) que bien desarrollado podría llegar a ser un brioso corcel. Pero que por indolente y pasota, acabó en vulgar acémila.
Acémila, como sabéis, en sentido directo es bestia de carga. Aunque en sentido figurado, se dice de la persona necia, ruda y tozuda. ¡Escucha bien Liborio.!
Pasó el tiempo, y al tamborileo de potentes truenos, todos los animales fueron convocados a asamblea ante Júpiter y todos llegaron con gran presteza.
Sólo Zanahorio llegó con retraso, con paso cansino y trazas de aburrido. Traía la pelambre larga, sucia y revuelta, las orejas gachas y el rabo colgando desganado; su paso, soñoliento e inseguro, le daban aire de drogado. Daba pena y risa verlo.
Y es que de un tiempo a esta parte, había empezado a ponerse feo, aunque era bonito de nacimiento: se había hecho huesudo; le había crecido un pelaje áspero y sobre todo, le habían crecido desproporcionadamente las orejas :se le veía la oreja a distancia (como a ciertas personas). Y todo, porque de "pasar de todo" y no discurrir de nada, cosa que le parecía trabajosa y aburrida (nunca mejor dicha que aplicada a un burro), se la había ido secando la sesera.
Y es así como acabó tan estúpido que el hombre, -siempre explotador del débil-, le había convertido en acémila en bestia de carga.
Así dicen que acaban también los jovencitos pasotas que ni estudian ni hacen cosa de provecho; sólo matar el tiempo dejándolo pasar sin esfuerzo ni provecho.
Y es que es tremenda desgracia, fracasar en el destino inmerso en nuestra personal naturaleza.
El caso es que cuando los animales vieron asomar la oreja de Zanahorio, las risas y el cotilleo subieron de tono, teniendo que llamarlos al orden el dios Júpiter, ante cuyo trono se presentó desgarbado Zanahorio. Y falto de toda buena forma y sentido, sin más saludo que un desafinado rebuzno, comenzó su exposición ante el dios con irreverente descortesía.- "Compañero,- le dijo, dejando estupefactos por su descortesía, a todos los animales,- compañero: a ver si pones modo a esa loca de Fortuna administradora de tus dones, pues la tía se desmadra y a mi me trata como una madrastra. Porque la ha tomado conmigo y más que premiar a pacifistas como yo, se ha aliado con sinvergüenzas y explotadores crueles. Y si no, mira al imperialista león: le ha hecho rey de todos aunque se pasa la vida tumbado.
Al tigre carnicero, le ha dado agilidad y buenas garras con las que se procura excelentes perniles de cérvidos. A la astuta y mentirosa zorra, habilidad para meterse en los gallineros y hartarse de ancas de pollo. Incluso a la sucia y sarnosa hiena la come carroñas ésa, no le faltan las sobras de lo que otros cazan, por lo que se ríe a carcajadas a cuenta de los demás. Y nada digamos del caballo mi pariente, chulo y holgazán, siempre tan fino y peripuesto para pasear señoritos.
A mi en cambio, que a nadie hago mal y de todos lo recibo, esa loca me ha vuelto feo, desaliñado, basto, orejudo e infeliz: nunca como carne, sólo paja y no siempre hasta hartarme; nunca pan y siempre palos, con los que tengo el pellejo curtido ya antes de perderlo; siempre derrengado por las cargas que los hombres echan sobre mis lomos. Y lo que es más humillante, llevando muchas veces sobre los mismos, a villanos mucho más palurdos e ignorantes que yo. A tal punto ha llegado mi descrédito, que cuando se insultan entre ellos, se llaman ¡burro!."
La asamblea animalesca interrumpió tan trágico discurso no pudiendo aguantar más las carcajadas. Y estalló un fabuloso concierto de rugidos, bramidos, maullidos, graznidos, etc. de muchos decibelios. Hasta al buen Júpiter se le escapó una sonrisa.
Pero queriendo hacer justicia, increpó a la Fortuna: "Veamos, Fortuna, le dijo:
todos dicen que eres muy loca y siempre oigo quejas de ti. Yo sé que es difícil dar gusto a muchos; a todos, es imposible. Porque todos miran siempre lo que les falta y nunca lo que les sobra y por eso todo lo ven injusto, envidiando la dicha ajena y enlodándose en la desdicha propia. Pero el caso de Zanahorio parece tener visos de objetividad. ¿Qué me dices?"
Fortuna, conteniendo su histérica risa propia de personas de poco seso, respondió mirando de reojo a Zanahorio: "Magnánimo Júpiter, no te dejes impresionar por las quejas de ese bruto desgraciado al que hiciste para llegar a brioso y grácil corcel y por su falta de esfuerzo en el cultivo de sus facultades acabó en asno.
¿De qué se queja entonces? Le embuten de paja porque es lo único que cabe en su pellejo".
El buen Júpiter aceptó el veredicto y sentenció: "No hubo injusticia, bruto infeliz; tienes y eres lo que tu mismo te has hecho. Si quieres superarte, pon los medios y conseguirás altos fines. Y si no te esfuerzas en desarrollar las facultades que en tí puse y en lograr el destino que te señalé, no te me quejes más de haberte quedado en un vulgar "jama - la - paja".
Colorín colorado, la historia se ha acabado.
Anacrino se lanzó como un rayo a hacer la aplicación: ¿Has oído, Liborio ? Hay que cultivarse para que no te suceda lo que te dijo el Herr Lehrer: que acabarías dando con la cabeza en un pesebre
Liborio, (todo humillado y queriendo justificarse): "Pues mi papá me ha comprado un Video de los Juegos Olímpicos para que aprenda".
Anacrino: ¡Ojo, que mucho Video hace "v-idiotas" ! Estudia y piensa, que mucho ver y poco pensar, acaba fatigando la pupila y secando el cerebro.
Afelandro, (queriendo aliviar la vergüenza de Liborio): Tiene razón Anacrino, muchachos: Hay que estudiar mucho, con interés y alegría. Ya alguien dijo que hay que tener gusto en leer, lo que es propio de personas, que si no las encuentra, las hace tales.
Y si esto vale para la cultura humana, ¿qué se podría decir sobre la cristiana?
¿No habéis leído el Evangelio? Pues entre otras cosas os enseñará a ser buenos amigos y a no pelearos.
¡Ala, a jugar!