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Dedicados al amor fraterno

19 de octubre de 2016
Etiquetas: Cuaresma

Dedicados al amor fraterno

 Meditaciones sobre el Prefacio I de Cuaresma del que se extraen dos exigencias fundamentales para la vida del cristiano: la alabanza divina y el amor fraterno.  Fr. Miguel Ángel del Río O.P.

Meditaciones sobre el Prefacio I de Cuaresma

            El texto sobre el que vamos a reflexionar es el prefacio I de Cuaresma. El texto castellano es el siguiente:

Por él concedes a tus hijos
anhelar, año tras año,
con el gozo de habernos purificado,
la solemnidad de la Pascua,
para que, dedicados con mayor entrega
a la alabanza divina y al amor fraterno,
por la celebración de los misterios que nos dieron nueva vida,
lleguemos a ser con plenitud hijos de Dios.

             Este prefacio es, en sus principales expresiones, muy antiguo. Lo encontramos en el sacramentario Gelasiano Vetus, n. 513, aunque, en algunas de sus expresiones descubrimos la mano del Papa san León Magno (440-461). A lo largo de nuestra reflexión iremos introduciendo algún texto de León Magno y de otros autores que ilustrarán y ayudarán a comprender de modo más amplio el significado de este prefacio. Además de estas fuentes de orden patrístico y litúrgico, todos los textos eucológicos están fuertemente enraizados en la Biblia, y cuanto más antiguos son, más lazos y referencias bíblicas tienen. Por eso, mediante la exégesis de los textos litúrgicos, la Biblia encuentra su vitalidad y actualidad. Descubrir estas referencias es un ejercicio muy interesante, que amplía mucho la comprensión de los textos litúrgicos y de las celebraciones, y que ayuda a la profundización en la contemplación y en la oración. Para este textos hay tres referencias claras: Jn 1, 12; Rm 8, 20b-21 y Ef 3, 14-19, aunque son múltiples las reminiscencias bíblicas de estas expresiones. Citando algunos textos que han podido ser fuente de nuestro prefacio encontramos, en el Antiguo Testamento, los siguientes: Dt 28, 47; Is 12, 3; 25, 9; 30, 18; Jer 14, 22; Mi 7, 7; Esd 6, 16; 13, 13; Tb 14, 4; Est 13, 17; Jdt 7, 23; 8, 20.23; Pr 20, 6.22; Sb 2, 22; 3, 9; Dn 2, 30; 2M 7, 14. En el nuevo, serían los siguientes: Hch 1, 4; 24, 15; 1Co 1, 7; 14, 2.22; 2Co 5, 14; 9, 8.12.17-23; 11, 25; 12, 10; 15, 32; Ef 1, 1.5.9; 2, 10; 3, 3.17; 5, 32; 6, 19; Col 1, 2.26-27; 2, 6-7; Flp 3, 20; 1Tm 2, 2; 3, 16; 4, 3; 2Tm 3, 5; Ga 4, 5-6; 5, 5; 6, 10; 1Ts 1, 3; 3, 9; 5, 5.13; Tt 2, 13; Hb 10, 24; 1P 1, 23; 2P 3, 11; 1Jn 1, 4; 3, 1-2; 2Jn 12; Ap 17, 5.

            Pero, para ir por partes, hemos de preguntarnos, en primer lugar, qué es un prefacio y cuál es su función dentro de la celebración eucarística.

            El prefacio es una introducción a la Plegaria Eucarística y es, por eso, una acción de gracias. El sujeto de esta acción de gracias es o bien un aspecto del misterio que se conmemora en la celebración o algún hecho de la historia de la salvación en general, según lo que se celebre. Su estructura es común: es justo y necesario alabar a Dios; porque ... (contemplación de Dios y de su obra); Dios es eternamente alabado en el cielo; por eso pedimos que nuestra alabanza sea aceptada. Nosotros aquí solamente analizamos el segundo momento.

            Por eso, su función en la celebración es dar gracias a Dios en el primer momento de la Plegaria Eucarística. El que formula esta acción de gracias es el sacerdote, pero lo hace en nombre de todo el pueblo cristiano.

            No es función de prefacio, por ejemplo, del que nos ocupa, desarrollar entera la temática del tiempo. Al prefacio le basta tomar la idea de uno de los elementos importantes de la Cuaresma para formular una acción de gracias que termina en la alabanza divina. En cambio, el conjunto de los prefacios de Cuaresma si podría ser considerado como un resumen de toda la temática cuaresmal.

            Aparecen tres ideas fundamentales que serán el eje de nuestra reflexión: la Cuaresma no es un fin en si misma, está orientada a la Pascua; la alabanza divina y el amor fraterno son las dos exigencias fundamentales del tiempo de Cuaresma; la comprensión de la Cuaresma de este modo, y la puesta en práctica de estas orientaciones nos llevan al culmen de la vida cristiana, a algo que se realiza de modo pleno en la Pascua: ser hijos de Dios de modo más pleno.

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