Domingo: gobierno, espiritualidad y libertad
Comentario sobre el tema anual del Jubileo del año 2015
¡La verdad os hará libres! Esta promesa de Jesús me trae a la mente la imagen del grupo que camina junto a Él, anunciando el Reino de aldea en aldea. Cada uno de ellos había sido liberado a su modo: liberados del peso de sus culpas, de los callejones sin salida de sus mentiras, del peso de su propia historia, de las divisiones alienantes… Conducidos por el anhelo de su Maestro y Señor de ir más allá, a otros pueblos; lo acompañan con la seguridad de permanecer unidos a Él, animados por una divina inspiración que les hacía cada vez más libres para ser ellos mismos, libres para entregarse a la amistad que Dios ofrece por medio de su Hijo, libres para ser enviados. Libres para ser discípulos de Cristo y también para invitar a otros a seguirle. Es la divina inspiración de la predicación de Jesús lo que los hace libres, aun cuando no hubieran dimensionado a qué se estaban comprometiendo cuando respondieron a la invitación de seguirlo o cuando se unieron a Él por iniciativa propia como gratitud por la misericordia que les había concedido. Permaneciendo con Él en Su proclamación del Reino, ellos descubren que llegan a ser mucho más libres de que lo que nunca hubieran imaginado esperar. Libres, gracias a la palabra de su Amigo y Señor. «Si permanecéis en mi palabra, conoceréis la verdad y la verdad os hará libres». ¡Liberados por la Palabra de la verdad!
Creo que es a esta libertad del predicador a la cual se refiere el tema de este año de preparación para la celebración del Jubileo de la Orden. Domingo: gobierno, espiritualidad y libertad. Recordamos algunos textos importantes que nos han sido propuestos a lo largo de las últimas décadas sobre estos temas (el gobierno en la Orden, la obediencia, la libertad y la responsabilidad…) y que retomamos con gusto. Me parece que el tema de este año nos invita, de acuerdo con el enfoque global de estos textos, a centrar nuestra atención sobre aquello que constituye probablemente el corazón de la espiritualidad de la Orden: adquirir la audacia de la libertad del predicador que nos enseña a ser sus discípulos. Ese es justamente el horizonte del gobierno en la Orden.
Se insiste con frecuencia en el lugar esencial, único, que tiene la obediencia en la fórmula de profesión para ser predicador: «prometo obediencia a Dios…». Los historiadores recuerdan que Domingo pedía a sus primeros frailes que le prometieran «obediencia y vida común». Dos caminos para convertirse en discípulo: escuchar la Palabra y seguirla, viviendo junto a otros en su búsqueda, tal como aquella primera comunidad de amigos y amigas que iban con Jesús de aldea en aldea para aprender de él a ser predicadores. Escuchar y vivir juntos, haciendo del seguimiento de la Palabra la fuente de la unanimidad...