Dominicas de la Enseñanza de la Inmaculada Concepción.
Dominicas de la Enseñanza de la Inmaculada Concepción.
¿Quiénes son?
Las Dominicas de la Enseñanza (también conocidas como de “Jarauta”) tienen su origen en la unión de distintos beaterios de Terciarias dominicas. Desde el Siglo XV hay constancia del primer beaterio en Pamplona (calle Jarauta). El 8 de diciembre de 1954, este Beaterio pasa a ser Congregación de Dominicas de la Enseñanza de la Inmaculada Concepción.
En 1961, los Beaterios de dominicas de Barcelona, Tarragona y Vic, siguiendo la invitación del Papa Pío XI en la Constitución “Sponsa Christi”, a las religiosas de una misma Orden a federarse, iniciaron en 1951 un proceso de unificación y en 1.961 se produce la unión de estos Beaterios a la Congregación
La Congregación se extiende por España y traspasa fronteras haciéndose presente en América (Ecuador y Bolivia) y en África (Ruanda y Mozambique) siendo su razón de ser, Evangelizar educando, desde la pasión por la educación, por la Predicación a través de la educación.
¿Qué nos dicen hoy?
“La misión apostólica de la Congregación es anunciar el mensaje de la salvación por medio de la Educación Integral, preferentemente a la infancia y juventud, en las diferentes realidades que viven los hombres y mujeres de hoy. Debe ir dirigida a todos los niveles sociales y especialmente a los más necesitados” (Constituciones Congregación, VI).
Para orar
Señor, danos un corazón enamorado como el de María,
un corazón generoso como el corazón de María;
un corazón abierto a tu palabra como el corazón de María.
Haz que descubramos cada vez más
la riqueza insondable que eres TÚ
y que nadie como tu Madre conoce.
Que descubramos que sólo desde un corazón desprendido
llegaremos a poner nuestra confianza en ti como la puso Ella.
Que al igual que en María, seas Tú nuestra única riqueza,
nuestro único tesoro,
nuestra única savia,
nuestra vida y alimento,
nuestro bien y nuestra alegría.
Oración
Dios todopoderoso, que, por la inmaculada concepción de la Virgen María, preparaste una digna morada para tu Hijo y, en previsión de la muerte de Jesucristo, preservaste a su madre de toda mancha de pecado, concédenos también a nosotros, por intercesión de esta madre inmaculada, que lleguemos a ti limpios de toda culpa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén