La globalización. Reflexiones desde el humanismo cristiano
Cinco breves reflexiones sobre la globalización en marcha que es más economicista que humanista, con un análisis de algunos puntos de vista y algunas actitudes ante esta realidad. Ángel Mª González Alfonso
Presentación
Los avances de la ciencia y de la tecnología han puesto en nuestras manos, en cierta forma, el mundo entero. Ya no hay largas distancias para modernos aviones; cualquier cosa que ocurre sobre la tierra puede verse en directo y a todo color por televisión, y aún ésta se va dejando ganar por internet; cientos de satélites artificiales se encargan de que las noticias recorran el globo a la velocidad de la luz; personas, mercancías e ideas viajan a cualquier parte a velocidades asombrosas, haciendo realidad ese concepto de aldea global acuñado por el escritor y pedagogo canadiense McLuhan.
Dada esa enorme capacidad de comunicación, podemos decir que cualquier acontecimiento -social, económico, político o religioso- , ocurra donde ocurra, hiere nuestra sensibilidad y nos afectar a todos; y tanto la crisis económica como el bienestar, la productividad, la cultura o el hambre de un país, puede repercutir en todos los demás. Nunca el mundo, con sus avatares, estuvo tan cercano a la conciencia responsable de cada uno de los hombres, gracias a la tecnología que nos pone a todos en contacto. Este potencial positivo tiene que ser apreciado y alabado por todo hombre sensato de nuestro tiempo. Es un don para la humanidad y un mérito suyo. Puede contribuir a que todo hombre sea más hombre, más cultivado, más solidario, más feliz, si, acogiendo cuanto se le ofrece, actúa con honradez y nobleza.
Sin embargo, observando cómo se vive realmente en la aldea global, con crecientes desigualdades entre los pueblos, con hambrunas y bombas de guerra, con almacenes repletos de alimentos y millones de niños desnutridos, es obligado detenerse a reflexionar y preguntarse críticamente: Aceptada la idea de que estamos todos integrados en la aldea global, ¿es toda la humanidad la que se ve favorecida por los avances tecnológicos en campos de cultura, bienestar, solidaridad, familia, valoración de la persona allí donde se encuentra? ¿No nos estará sucediendo una vez en la historia que mientras cierta minoría afortunada de hombres tiene o trata de tener en sus manos las llaves del progreso en el mundo y deja marginados a millones de personas en pueblos hambrientos de pan y de cultura?
Nos da la impresión de que en la aldea global, donde todo puede intercomunicarse hoy rápidamente, al hombre le suceden dos cosas:
Por una parte, se da cuenta de que en la aldea global los principales problemas, los que afectan rápidamente a toda la humanidad, tienen que plantearse y resolverse a niveles supranacionales, constituyendo instituciones mucho más amplias que las de "nación-estado", abarcando al mundo entero en su económica, vida social, desarrollo cultural, etc., con "programas globales" y vías de globalización real. Ningún pueblo o sociedad puede vivir disociado de los otros.
Pero, por otra, y al mismo tiempo, el realismo de los comportamientos humanos -que suelen tender a adoptarse desde ángulos egoístas- le hacen cuestionarse si el proceso que hoy se sigue por vías de globalización responde cabalmente a la estructura humana y cristiana del ser hombre , con pleno respeto a su dignidad, hállese donde se halle en su geografía, historia, cultura y religión. La división desproporcionada que observamos a principios del nuevo siglo entre ricos y pobres, favorecidos y desfavorecidos, ¿no nos hace sospechar que la dinámica de globalización tiene más de economicista que de humanista?
Para mostrar que es así la globalización en marcha, más economicista que humanista, revisaremos algunos puntos de vista y algunas actitudes en cinco breves reflexiones...