Cuento: “¿Qué será, será?” “Será, lo que quiera ser”
El cuento muestra cómo un niño aprende sobre la transformación de una oruga en mariposa, resaltando la paciencia y el asombro por la naturaleza.
Cuento infantil: “¿Qué será, será?” “Será, lo que quiera ser”
Hola peques:
Los "mayores" tenemos la extraña manía de preguntar a los niños: ¿Tú, cuando seas mayor, qué vas a ser?...Como si a los seis u ocho años, un niño pudiera ya saber lo que va a ser, ¡con las vueltas que da el mundo!
No obstante, los mocosuelos ya responden muchas veces convencidos: "yo policía" . "yo bombero" . "yo astronauta". donde podría verse la influencia de la TV. con esos policías a la americana, pistola al cinto y en flamantes motos o coches.
O bomberos de película con llamativos atuendos, potentes mangueras. Y para los más soñadores, astronautas con sofisticadas escafandras, pilotando astronaves o trotando como saltamontes por la superficie lunar.
Pero, la respuesta más frecuente suele ser, "futbolista", como Pelé o Ribaldo, o como Raúl o Figo. Porque además, ¡ganan tantos millones!
"¿Qué será, será?..Será lo que quiera ser.la vida se lo dirá.."
Pues había en un barrio de la gran ciudad, un chaval al que llamaban "el Juanjo".
El Juanjo era un chaval simpático y vivaracho, más que relisto; eso sí, inquieto y parlanchín, muy sociable y curiosón. Hasta era buen estudiante. de las asignaturas que le gustaban, porque las otras... ¡vaya rollo! (¡como muchos otros!).
Un día, al regresar del colegio, se fijó en una puerta que estaba abierta y a través de ella vio a un hombre que daba suaves "martillazos" a un gran bloque de piedra.
Ni corto ni perezoso, allá metió la nariz y detrás todo el cuerpo, y con su habitual desparpajo y sin más preámbulos ni saludos, espetó su curiosidad al hombre aquel que le recibió con una afable sonrisa: " ¡Ay va! ¿qué estás haciendo y por qué le das martillazos a esa piedra tan grande?"
El hombre, que no era otra cosa que un escultor, le respondió amablemente:"Hola, chaval.pues mira, voy a sacar un caballo"
El Juanjo: "¡Anda ya! ¿Te crees que voy a creerme que ahí está metido un caballo?"
El artista: "Pues sí, amigo, aquí está metido un caballo y yo lo voy a sacar. Es más: te invito a venir a verlo dentro de un mes cuando esté ya fuera y te convencerás. Aquí hay muchas cosas metidas: caballos, burros, diablos, ángeles y muchas cosas más: todo lo que uno quiera".
El Juanjo, por supuesto no se lo creyó, pero sin saber por qué, aquel hombre le cayó bien y además le había llamado amigo, por lo que prometió volver a su regreso de vacaciones, pues acabados los exámenes al día siguiente se iba de vacaciones un mes, dijo, al pueblo de sus abuelos. Y allá se fue y lo pasó en grande, pues sólo paraba en casa para comer y dormir. Con sus primos de allí, corría senderos y sembríos donde vio lo que no veía en la ciudad más que en jaulas: nidos de pájaros, liebres y perdices. Allí corría sin los riesgos del tráfico y dormía como un lirón sin los rugidos de la gran ciudad invadida de artefactos ensordecedores. Le encantaba especialmente correr a campo libre, abrazar a los corderitos lechales tan mansos y lanudos como osos de peluche, pero vivos y respirar hondo sol y aire limpios de eso que llaman "smog" de la gran ciudad.
Ya pasado el mes y vuelto a casa con renovada vitalidad y color de campo, se acordó de su "amigo" el del taller cercano y allá se fue más que volando.
Apenas abrió la puerta, quedó de piedra y boquiabierto: Ante sus ojos y donde había estado el gran bloque de piedra, había un brioso corcel al que sólo le faltaba relinchar para estar vivo. Extasiado, sólo supo exclamar: "¡JOOOOOO!," un joooo interminable. Y ya repuesto, comentar: "¡Vaya caballo! ¿Y tú sabías que ese caballo estaba metido en la piedra?", le dijo al artista.
"Naturalmente, - respondió éste-; en las piedras, como en los niños, hay todo lo que queramos sacar. Con una sola diferencia y es que a las piedras hay que sacárselo (a los niños también, y es la tarea de padres y educadores); pero los niños pueden sacarlo ellos de sí mismos, cierto, con la ayuda de sus pedagogos. Sólo se necesita tiempo, amor, paciencia y delicadeza además de reflexión."
Y con paciente y afables explicaciones, le hizo comprender al espabilado muchacho que si bien necesitamos de pequeños la ayuda de los mayores, en último término somos nosotros quienes debemos hacernos a nosotros mismos, conociendo nuestras capacidades y limitaciones y poniendo tesón con ilusión en aquello que lo mejor de nuestra naturaleza nos sugiere como ideal posible.
Dice la historia que a partir de aquel día, el Juanjo y el artista fueron muy buenos amigos y que el artista, con su buen sentido y consejos consiguió modelar al Juanjo como un hombre de bien que llegó a ser importante en la sociedad.