Revista CR ‘Abandono’
De alguna manera, por circunstancias distintas, porque nadie está exento de gozar y sufrir, no es desconocida la experiencia del abandono. El hecho de ser ignorado, no contar contigo, que nadie pronuncie tu nombre… confunde, desorienta. ¿Qué hacer? ¿Mendigar ese reconocimiento que todo ser humano merece?¿Llamar la atención con violento, con silencio? Ya eres silencio para los otros, como si no existieras. Vacío y soledad por el desprecio, tristeza que oscurece el día, que apaga la vida. ¿Dónde llamar? ¿Qué hacer? Guardar en el corazón.
Número: 517 (Enero-Febrero, 2017)
ABANDONO
Muchos hombres, mujeres y niños tiene que salir de su tierra
De alguna manera, por circunstancias distintas, porque nadie está exento de gozar y sufrir, no es desconocida la experiencia del abandono. El hecho de ser ignorado, no contar contigo, que nadie pronuncie tu nombre… confunde, desorienta. ¿Qué hacer? ¿Mendigar ese reconocimiento que todo ser humano merece?¿Llamar la atención con violento, con silencio? Ya eres silencio para los otros, como si no existieras. Vacío y soledad por el desprecio, tristeza que oscurece el día, que apaga la vida. ¿Dónde llamar? ¿Qué hacer? Guardar en el corazón.
María, la madre de Jesús, no comprendía muchas cosas de las que era testigo, ni a su propio hijo, y “todo lo guardaba y meditaba en su corazón” (Lc 2, 19.51). Esta experiencia del corazón, experiencia interior -necesaria ya que es muy difícil hallarla fuera- es una posibilidad de comprender y encontrar la manera de arrostrar las adversidades tan incompresibles e inhumanas. Adentrarnos, en definitiva, en el propio misterio para acoger.
Acoger la vida, acoger el amor, acoger el perdón, que nos llega desde lo más hondo e intimo de nuestro propio ser, aunque no estamos exentos de encontrarnos también con nuestros miedos, preocupaciones, heridas y tristezas, mediocridad y pecado.
Toda esta referencia a la experiencia personal es un punto de partida para mirar a los demás, sobre todo a aquellos que sufren el abandono y que tienen que optar, obligados, por el exilio. Acudir a la propia experiencia para ser más compasivos y solidarios con aquellos que sufren las consecuencias de las malas artes de la política, del poder, del sistema económico, de ideologías y también de las religiones…
Hay una gran diferencia entre optar por el abandono –salir de tu tierra- como una alternativa, una oportunidad de mejorar, una elección de otros espacios para crecer; que decidir el abandono por obligación; las circunstancias te echan de tu casa, de tu tierra, con la compañía de la inseguridad, del desconocimiento de cómo y cuál va a ser ese trayecto y dónde terminará.
El camino para quién lo pasa… El exilio del pueblo de Israel no dejó de ser un drama para ese pueblo que ansiaba, necesitaba, buscaba su libertad, buscaba lo que había perdido, su patria, su dignidad, y hasta su relación con Dios que le hacía sentirse abandonado y sin esperanza.
Muchos hombres, mujeres y niños están saliendo de su tierra… comparando con la población mundial puede ser verdad que sólo un 3% de la población no vive donde nació. En 2015 este porcentaje correspondía a unos 244 millones de personas.
Y lo que es verdad, seguro, es “el duelo migratorio” por todo lo que se abandona, los pilares sobre los que se construyó la vida y el sentido de la misma. Y aquí, ¡Oh Dios!, encontramos esperanza.
ABANDONAR
La sensibilidad se agudiza cuando el abandono nos toca y la tristeza se apodera de nuestro corazón. Menos sensibilidad parece existir cuando se abandona. Y esta es la realidad: se puede abandonar y puedes ser abandonado.
Y esta es otra realidad: “obligados a abandonar”. Abandonar su casa, a los suyos, su cultura, su idioma, su religión, su tierra (humus, humano). No saber cómo ni a dónde se llegará. Partir por un camino desconocido… Riesgo, incertidumbre, pérdida, desamparo, renuncia, alejamiento. Si algunos de estos términos definen perfectamente una opción de vida que busca la felicidad ¿qué es lo que los hace tan inhumanos? Y hasta los niños… ¡qué dolor!. El abandono que provoca el odio, la injusticia, el poder, la guerra, las malas artes del mismo ser humano.