Revista CR: El contexto. Fuera de contexto, nada es verdad
Puede parecer exagerada la afirmación: “Fuera de contexto, nada es verdad”. Sin embargo, y a pesar de lo que pueda parecer, tiene más de verdad que de falsedad. Fuera de contexto, fuera de un entorno, sin ningún tipo de referencia, conocimiento de las circunstancias, cualquier hecho permite mil interpretaciones distintas y quedarse con la que conviene, con la que interesa, y actuar en consecuencia. Casi con toda seguridad el resultado puede ser dañino. A partir del contexto, teniéndolo en cuenta, la interpretación y la comprensión de los hechos puede ser “más objetiva”.
“Hacer cambios o alteraciones en una cosa interesadamente para conseguir un fin determinado”, es una definición del verbo manipular. Y toda manipulación sirve a unos intereses determinados, sirve a unos objetivos particulares. No interesa de dónde partimos, sólo interesa a dónde queremos llegar; no interesa la veracidad de lo que manejamos, con lo que contamos, sino el cómo lo disfrazamos para alcanzar el fin que nos hemos propuesto y que, con toda seguridad, solo beneficia a una parte…
¿Cómo nace la idea de reflexionar sobre la importancia del contexto, del ambiente, de las circunstancias?
Somos los autores de nuestros ambientes, participamos en la creación de los contextos y circunstancias. – Se creó un ambiente tan cómodo, acogedor, se respiraba amistad, se afirmaba el amor. En este contexto, el alma y el corazón se comunicaban, expresaban y compartían los “tesoros” de dolor y de alegría que cada uno guarda, se depositaban en el otro, el amigo, la confianza. Todos creíamos, los unos en los otros, todos gozábamos de la libertad y la posibilidad de compartir sin prejuicios, sin interés alguno. Todos recibíamos y dábamos de nuestra intimidad lo que somos y acogíamos a los demás. Lo ahí vivido, compartido, sólo tiene un lugar dónde ser depositado, guardado: el corazón. Cualquier uso de lo compartido, fuera de su contexto, es desvirtuarlo, es menospreciarlo. Los momentos, son eso, momentos, instantes, como luces que no se pueden trasladar a otro momento, a otro instante, no se les puede desenchufar de donde se dieron porque se apagan, mueren… Desde esta realidad, conocida por todos, se plantea la importancia del contexto. Fuera de contexto esa luz deja de alumbrar, ha muerto… Fuera de contexto pierde veracidad lo compartido, caben otras interpretaciones que nada tienen que ver con lo que fue. Fuera de contexto, eso que se cuenta se convierte en un dato de falta de respeto; de faltar a la palabra dada, también.
Manipulación, corrupción, están siendo ”el pan nuestro de cada día”. A través de la palabra oral y escrita, con las imágenes, se da conocer una realidad que no es tal. Se precisa, por eso, desarrollar la capacidad crítica y no despistarse de los contextos, de las circunstancias, de dónde viene esa información y qué pretende. Conocer el contexto nos ayuda a algo así como colocar cada cosa en su sitio y, de esa manera, reconocer el valor, la importancia, la utilidad, ser conscientes. Buscar la verdad, un objetivo que hace y define al ser humano.
Número 547 (enero-febrero 2023)
Los hechos, los acontecimientos, suelen plantear interrogantes: el cómo, cuándo, dónde, por qué. Interrogantes que sus respuestas van dibujando su realidad más completa. Se trata de conocimiento, toma de conciencia, de un hecho situado en su contexto, circunstancias, que le dan y aportan veracidad y mayor comprensión del hecho, del acontecimiento.
El evangelista Mateo (4,18-22), nos cuenta que Jesús llamó a sus discípulos para que fuesen con él: “Veníos conmigo y os haré pescadores de hombres” (v.19). Podemos preguntarnos cómo fue esa llamada, cuándo y de qué manera… En la cotidianeidad, “mientras caminaba junto al lago de Galilea vio a dos hermanos…” (v.18) enfrascados en su, también, cotidianeidad, trabajo, eran pescadores y “estaban echando una red al lago” (v.18). Podemos interpretar que la llamada del Señor no precisa, no se da en acontecimientos espectaculares. Podemos entender que el contexto del encuentro con el Señor no precisa de nada sorprendente, es en la cotidianeidad de nuestras vidas donde podemos sentirnos interpelados, llamados. Lo mismo ocurre con la respuesta de estos discípulos, cómo fue… El abandono de su trabajo, “ De inmediato dejando las redes le siguieron” (v.20) abandono radical “dejando la barca y a su padre, le siguieron” (v. 22). ¿Qué vería Jesús en estos hermanos pescadores? ¿Qué le llamaría la atención? “Mientras caminaba junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos…” (v. 18), hombres trabajadores que se desenvolvían bien, no se liaban –con las redes-, disfrutaban con su tarea y no tenían que demostrar nada. “La obra bien hecha predispone a la vida interior, al igual que la vida interior desemboca en que se hagan bien las cosas” (Pablo d’Ors). También llama la atención la respuesta inmediata de estos hermanos que no preguntan, en ese momento, cuestiones como: ¿Y cuál será la recompensa? ¿En qué me beneficia?. Se da una llamada limpia y se da una respuesta inmediata, limpia. Lo limpio sale de lo limpio. La llamada de Jesús sale de su corazón limpio, no hay segundas intenciones, de un corazón que mira y ama y no busca su satisfacción. La respuesta de los hermanos, es una respuesta que sale de un corazón limpio, esa llamada llegó a ellos, la oyeron en su corazón, se sintieron amados, eso fue un tesoro que les llevo a abandonar todo y responder a esa llamada. “Hay muchas escenas y textos bíblicos, evangélicos, sobre todo, de gran realismo y credibilidad que, con el avance de la exégesis moderna, van dejando al descubierto lo que hay de realidad e histórico, distinguiéndolo de lo simbólico y mítico. La “naturalidad” con que se narran las escenas y las palabras, enamora al alma creyente y sencilla, también, por la sencillez con que hace intuir y ver esa realidad que alimenta su fe, su esperanza y su amor.” (Antonio Serrano Santos).
Conocer las circunstancias, tener en cuenta el contexto, nos va a permitir controlar nuestra vida y caminar con más seguridad, sin descartar los contratiempos propios de una vida que se comparte, que no se hace solo. Porque el contexto sirve para comprender mejor, para situarse de una manera más adecuada y nos ayuda a afrontar la vida y hacerlo activando el interruptor del pensamiento crítico a la hora de tomar decisiones.
En la actualidad, hemos de contar con un elemento que define al ser humano y que es razón de alejamiento y, por tanto, de no reconocimiento del dónde nos movemos, con quién estamos, cómo nos relacionamos… Ese elemento es el individualismo, la preocupación por uno mismo sin tener en cuenta, entre otras cosas, el contexto a la hora de tomar decisiones, de buscar soluciones. Toma de conciencia del contexto, mirar lo que nos rodea, para entendernos mejor y entender mejor a los demás.
Tengamos los pies en el suelo, hagamos uso de todas nuestras capacidades para conocer, entender, resolver, definir, encauzar, cambiar, crecer y crear… y aprender a mirar y escuchar. Todo esto es una verdad que se da en un contexto en el que nos movemos y podemos variar, rectificar, enriquecer, hacerlo más humano y, para lograrlo, hemos de ser conscientes, como diría Ortega de nuestra circunstancia, de forma que el análisis de la misma (circunstancia, contexto) nos de razones y nos indiquen las posibilidades que se nos ofrece en ese proceso de sabernos protagonistas de la propia vida que es vida cuando se hace, se experimenta, es verdad, en la relación con los demás. Porque, seguimos con Ortega y Gasset, “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”. Cada uno es lo que es, somos lo que somos, si tenemos en cuenta nuestra circunstancia. “El yo no se entiende en soledad, nuestra identidad no se construye independientemente de las cosas, personas, lugares, acontecimientos… que nos rodean. La circunstancia podría comprenderse como el conjunto de todo esto que nos ayuda a convertirnos en yo. Cuando Ortega dice: Si no la salvo a ella, no me salvo yo, nos está exponiendo la necesidad de contar con las circunstancias de nuestra vida de cara a poder aceptarnos mejor. De ahí la importancia de situarnos siempre dentro de nuestra circunstancia. El problema surge cuando se nos olvida nuestra circunstancia o fingimos tener otra, porque entonces estamos falsificando nuestro yo.“ (J. Carlos Ruiz)
Comenzamos con una cita del evangelio y terminamos con otra cita del evangelio que ha sido escuchada, meditada, contemplada no hace mucho tiempo: El nacimiento del Hijo de Dios (Mt 1,18-25. 2,1ss.; Lc 2, 1-20). Este acontecimiento narrado en los evangelios en un contexto histórico, religioso, político, cultural… nos permite ahondar, conocer mejor lo que significa para el ser humano la manifestación de Dios. Cómo actúa Dios, qué significamos para Dios (eligió a una mujer para llevar a cabo su proyecto)… Y, ese contexto, teniéndolo en cuenta, leyéndolo, nos aproxima y nos abre a una realidad trascendente que nos enriquece y llena de sentido.