Revista CR: La reallidad, trasciende la experiencia personal
La realidad hoy… y levantamos el telón de esta realidad, lo hacemos con temor y temblor, ¿por qué será?, y así es: aparecen catástrofes, errores humanos imperdonables (guerras, explotación, muerte, abandono, corrupción, accidentes).
No cerremos los ojos y sigamos mirando, las lágrimas es verdad que dificultan la visión, pero el corazón y el alma intervienen y nos recuerdan otra cara de la realidad, la de cada uno, la realidad del ser humano, de los otros. Esta realidad es siempre oportunidad, posibilidad, superación; es silencio y palabra, misterio y luz, asombro, contraste, e invita a salir de nosotros mismos y experimentar en esa interacción, relación, que se puede cambiar, todo puede cambiar, empezando por uno mismo, no resignándose ante el mal, comprometiéndose a buscar y hacer le bien.
La realidad hoy… cuenta con nosotros y podemos poner esperanza, porque la realidad no se limita a lo que vemos y entendemos sólo. Hay un mundo que ni se ve ni se comprende y del que formamos parte pues se vislumbra, se siente, acompaña y no cierra ni separa, une, podemos hablar de Amor.
Cuando contemplamos la realidad despojados de todo interés, sin pretensión ni prejuicio, nos puede sorprender. En el evangelio, Mateo, relata la experiencia de los discípulos del Señor: “… llamó Jesús a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña elevada. Delante de ellos se transfiguró: su rostro resplandeció como el sol, sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro tomo la palabra y dijo a Jesús: -Señor, ¡qué bien se está aquí !Si te parece, armaré tres tiendas: un apara ti, otra para Moisés y otra para Elías. Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa les hizo sombra y de la nube salió una voz que decía: -Éste es mi Hijo. Escuchadle. Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces temblando de miedo. Jesús se acercó, los tocó y les dijo: -¡Levantaos, no temáis!” (17, 1-7) Lo divino no interviene sin nuestra colaboración. Jesús no se transfiguró, más bien los discípulos caen en la cuenta de lo que tienen delante, no se trata de un espectáculo de luz y sonido, lo espiritual nada tiene que ver con el espectáculo. Y Pedro pretendía quedarse ahí para siempre; la nube, una voz, los discípulos caen en la cuenta, vuelven a la realidad, pero esa experiencia ya forma parte de ellos y es esa experiencia la que debe hablar por sí misma en ellos.
La pretensión de este número es la reflexión y toma de conciencia de que no sólo lo que se ve, se toca, se experimenta, es nuestra realidad. Hay otras realidades que nos trascienden y son como el horizonte que invita a seguir caminando y, sobre todo, enseñan a mirar de otra manera. Esta realidad hace posible entender y creer en la belleza, el amor, la verdad… nos remite al Creador.
Número 548 (marzo-abril 2023)
Ver la realidad, mirar la realidad. Es necesario tomar conciencia del “cómo se mira” y del “cómo es el estado de ánimo” del que mira. Según sea el “cómo se mira” (la escala de nuestra mirada) y el “cómo está el que mira”, así será la realidad que se percibe. Una mirada que nace apagada, no puede apreciar gran cosa de lo que mira; una mirada que nace limpia, se sorprende de lo que ve casi con seguridad. La realidad es lo que es, está aquí; nuestra mirada, según sea, la definirá de una u otra manera. “Si perdemos la capacidad de abrir los ojos y de extasiarnos ante el vertiginoso espectáculo de la creación perderemos el entusiasmo para la alabanza. Existe una levedad que precisamos aprender: una transparencia que dilata el alma. Que es, en el fondo, lo que nos permite atravesar la noche, la adversidad y la contradicción ligados a la llama diminuta de la esperanza.” (J. Tolentino M.)
Una mirada más clara, más limpia, se entiende aquella que está menos contaminada, está liberada de todo interés, menos centrada en uno mismo. Reconozcamos que cuando nos constituimos en medida de todas las cosas se nos bloquea la mirada. Una mirada limpia, animada por un corazón limpio, misericordioso, iluminada por el amor… traspasa la experiencia, traspasa la realidad.
Hoy nos cuesta estar receptivos, son tantas las cosas que demanda nuestra atención, son tantos los estímulos que despiertan deseos dispares y alejados de nuestras posibilidades, que nublan nuestra mirada. Ya lo decían los profetas de Israel: “Miran y no ven; oyen y no escuchan” (Is 6,9); “Tenéis ojos, pero no veis, orejas, pero no oís” (Jr 5,21); ·Tú, hijo del hombre, que vives en medio de un pueblo que tiene ojos para ver pero no ve y orejas para escuchar pero no oye” (Ez 12,2).
Y en este maremágnum en el que estamos inmersos se plantea la tentación de blindarse, cerrarse, a todo aquello que produce inseguridad, y son los prejuicios y los deseos –ajenos al “principio de realidad”- los que miran y enfocan nuestro conocimiento y comprensión de la realidad. Salimos perdiendo... nos negamos la posibilidad de crecer, de mirar al horizonte y sentir su invitación a seguir caminando. ¡Nos falta tanto por conocer y aprender!
Todo aquello que buscamos, todo aquello que deseamos, no lo esperemos en el futuro, está ya aquí y será nuestro conocimiento, nuestra mirada, nuestra respuesta (responsabilidad), nuestra manera de vivir, la posibilidad de alcanzarlo, de hacerlo realidad.
El evangelio de Mateo (13,1-16) nos cuenta cómo Jesús, con la parábola del sembrador, enseña que el desarrollo de la simiente depende de dónde cae esa simiente y cómo es acogida. El desarrollo de nuestra humanidad depende de cómo es acogida nuestra realidad, de la toma de conciencia, del conocimiento, del uso de nuestras facultades, del desarrollo de nuestras capacidades, de la realidad (de la calidad) de nuestras relaciones. En definitiva, lo que somos y lo que recibimos, el cómo lo acogemos y el cómo lo vivimos. El Maestro de Nazaret sentencia: “Quien tenga oídos que escuche”(v 9). Los discípulos, no teniendo muy claras las cosas, estaban en un proceso de descubrimiento y compresión de todo aquello de lo que estaban siendo testigos en su seguimiento del Hijo de Dios. Preguntan al Maestro: “Por qué les hablas contando parábolas?” (v 10). Una primera enseñanza: la toma de conciencia de la realidad de quiénes son y cómo están aquellos a los que el Maestro se dirige; y así responde el Maestro a la pregunta de los discípulos: “Porque a vosotros se os concede conocer los secretos del reinado de Dios, pera a ellos no se les concede. Al que tiene le darán y le sobrará; al que no tiene le quitarán aun lo que tiene. Por eso les hablo contando parábolas: porque miran y no ven, escuchan y no oyen ni comprenden”. (vv.11-13) Reconocimiento y aceptación, facilitar y provocar la curiosidad, la atención, la comprensión de un mensaje que es una propuesta a crecer, a vivir desde unos parámetros que miran y creen en el amor, en la misericordia, en la bondad, en una realidad que se puede mejorar… “Dichosos en cambio vuestro ojos que ven y vuestros oídos que oyen.” (v 16)
¿Qué podemos poner en tela de juicio respecto al conocimiento de la realidad? Serán nuestros “ojos”, nuestros “oídos”: “Llamando de nuevo a la gente, les dijo: - Escuchad todos y atended. No hay nada afuera del hombre que, al entrar en él, pueda contaminarlo. Lo que sale del hombre es lo que lo contamina. Quien tenga odios para oír que oiga. “ (Mc 7,14-16). ¿Será nuestro corazón?
El Papa Francisco en una de sus homilías (Capilla de Santa Marta, 21 de junio de 2013) decía: Cristo también pone en tela de juicio el “ojo”, que es el símbolo de la intención del corazón y que se refleja en el cuerpo: un corazón lleno de amor vuelve el cuerpo brillante, un corazón malo lo hace oscuro. Se nos invita a una mirada positiva ante todo lo creado, es la obra de Dios, la creación es hechura de la mano divina (Ef 2, 10).
Insistir sobre la idea: del interior del ser humano sale lo que contamina. La realidad que vemos, la realidad que aparece ante nuestros ojos, la realidad que interpretamos no está exenta de nuestro intervención, son las “gafas” que nos ponemos para mirarla. Esas “gafas” están diseñadas y graduadas por el contenido de nuestro corazón, de nuestro interior que , también, nos provoca un tipo de pensamiento que calificamos de positivos o negativos, esta es la luz (positiva o negativa) que ilumina o dispone los ojos con los que miramos, que ilumina y dispone nuestra inteligencia para interpretar, pensar, lo que vemos. En la manera como pensamos nos jugamos la batalla del éxito o el fracaso, la alegría o la tristeza en nuestra vida.
¡Vaya!, no son sólo los sentidos los que participan, los medios para conocer la realidad, ha aparecido la inteligencia, el pensamiento… La inteligencia nos permite conocer la realidad. Y ¿qué significa que la inteligencia nos permite conocer la realidad? Acudimos al filósofo José A. Marina y en su libro “Teoría de la inteligencia creadora” nos cuenta que: “Gracias a ella sabemos a qué atenernos y podemos ajustar nuestro comportamiento al medio. Cumple así una función adaptativa: nos permite vivir y pervivir. (…) inventa posibilidades. No sólo conoce lo que las cosas son –lo cual da al hombre seguridad-, sino que también descubre lo que pueden ser –lo cual le provoca una constante desazón-.
Los animales tienen futuro: el hombre tiene por-venir. Se anticipa a todo. El ser humano se seduce a sí mismo desde lejos.
La realidad queda expandida por las posibilidades que en ella inventa la inteligencia, al integrarla en proyectos humanos. La propia realidad del hombre también se expande. Ya no trata de pervivir, sino de sobrevivir. Quiere sobre-salir, sobre-ponerse. Vivir sobre sí mismo (…) No es que viva por encima de sus posibilidades, lo que sería impensable: vive por encima de sus realidades.
Lo posible, que aún no existe, surge de la acción de la inteligencia sobre la realidad“.
En esta interacción de inteligencia y realidad desarrollamos, hacemos nuestra vida, optamos y creamos, que es inventar posibilidades. La pregunta que podemos hacernos es si esas posibilidades mejoran nuestra realidad o la empeoran…
Viktor E. Frankl al final de su libro “El hombre en busca de sentido”, concluye: “Nuestra generación es realista, pues hemos llegado a saber lo que realmente es el hombre. Después de todo, el hombre es ese ser que ha inventado las cámaras de gas de Auschwitz, pero también es el ser que ha entrado en esas cámaras con la cabeza erguida y el Padrenuestro o el Shema Ysrael en sus labios.”
Ante la realidad no estamos exentos de responsabilidad. Responder, dar sentido, encontrar su significado: “Los hombres olvidan siempre que la felicidad humana es una disposición de la mente y no una condición de las circunstancias” (John Locke)
Sentir y pensar… Vuelvo al filosofo José A. Marina: “Lo innovador es que el hombre puede regir su comportamiento por valores pensados, y no sólo por valores sentidos. Si sólo pudiéramos acomodar nuestra conducta a éstos últimos, no podríamos hablar de libertad, porque no podemos dirigir libremente los sentimientos. Sentimos los valores que sentimos, y afortunadamente, puedo pensar en su valor, aun después de estar saciado. A pesar de la angustiosa protesta de sus músculos, y de que sólo siente cansancio, el corredor puede pensar otros valores, o recuperar de su memoria los valores vividos en otras ocasiones, y ajustar a ellos su comportamiento. Una vez más, lo irreal se introduce en las propiedades reales, las amplía y enriquece.”
La “realidad” lo que vemos y entendemos; también hay un mundo que ni se ve ni es comprensible por la razón, pero es el que realmente importa.
Si lo que miramos es obra de Dios,
busquemos la impronta de su Creador.