Verdad y conflicto
Carta del Maestro de la Orden fray Timothy Radcliffe sobre la verdad y el estudio, publicada en 1996
La mayor parte de mi vida adulta ha estado comprometida con la Universidad, como estudiante, como capellán y, finalmente, como profesor. Durante doce años, como miembro de la comunidad dominicana en Oxford, enseñé en su Universidad.
Hace ocho años, esta feliz vida académica de dar clases y conferencias y, a veces, de dormir en la Biblioteca Bodleian, desembocó en un final inesperado. Tras unos pocos años como Provincial de Inglaterra, fui destinado a Roma. Eso significó sustituir bibliotecas por aeropuertos. En mi primer año como Maestro de la Orden Dominicana visité ochenta y tres países. Me enfrenté a un mundo cuya violencia y pobreza jamás había imaginado. Descubrí que para muchísimos de mis hermanos y hermanas pertenecer hoy a una orden religiosa significa vivir en un peligro constante.
Nunca olvidaré un viaje a Ruanda cuando el país comenzaba a entrar en erupción. Después de un día enfrentado a tanta violencia, a tanta miseria, nos quedamos sin palabras. No había nada que decir. Gracias a Dios, literalmente, se nos ofreció algo que hacer: la celebración de la Eucaristía, un rito para expresar aquello que no podíamos articular. Luego vinieron las visitas a Argelia donde nuestros hermanos viven diariamente en riesgo de muerte. En agosto de 1996 me quedé con los hermanos que trabajan en la cuenca del Amazonas y que reciben de forma regular amenazas de muerte de los terratenientes locales, quienes abiertamente reconocen que liquidan a cualquiera que se les oponga, llegando a veces a cocer sus cuerpos para dar de comer a los cerdos. Cuando recientemente me encontré con un grupo de hermanos y hermanas de Estados Unidos y les pregunté cuál creían ellos que es hoy el principal desafío para nosotros en América, también manifestaron que era la violencia.
Dos vidas muy diferentes, pues. Sería fácil sugerir que tras años viviendo en una torre de marfil en la Universidad, por fin me he encontrado con el mundo tal como es, el "mundo real", como dicen algunos. Mi reacción es diferente, sin embargo. He llegado al convencimiento, más que nunca, de la importancia de los lugares de reflexión e investigación si hemos de curar a nuestra sociedad de su violencia y reconstruir la comunidad humana...