“Si comprendierais lo que significa misericordia quiero y no sacrificios, no condenaríais a los inocentes” (Mt 12,7) No es posible la compasión cuando solo se piensa en uno mismo y ante las dificultades, limitaciones, contratiempos, se desata la ira, el desahogo vengativo hacia los más débiles. “Los otros son los provocadores del mal, de la inseguridad e inestabilidad” ¿Inestabilidad de quién? El mundo nada puede contra el hombre que canta en la miseria (Ernesto Sábato). A los pobres, a los “sin nombre”, a los abandonados… ¿qué les queda? ¿qué pueden perder? Sólo aquel que se cree dueño de algo, se siente hostigado, amenazado, y un corazón lleno de cosas y, a la vez, miserable dirige las iras contra los que reclaman, denuncian, con solo su presencia, un poco de dignidad y algo de justicia. Aquí y ahora, afirmar que la culpa de la crisis económica la tienen los trabajadores, por ejemplo. ¿De qué nos escandalizamos? De las formas y no del contenido, de las palabras y no de la ausencia de verdad, del mensajero sin escuchar el mensaje que posiblemente remita a cada uno a sí mismo