Por la Profesión Solemne como Monja Dominica, una mujer se consagra totalmente a Dios en la Orden de Predicadores hasta la muerte. La preparación para esta consagración total conlleva normalmente seis meses de postulantado, dos años de noviciado y al menos cuatro años de votos temporales.
El fin principal del período de formación es permitir a la hermana asumir progresivamente los distintos elementos de nuestro modo de vida según se define en la Regla de S. Agustín y en las Constituciones de la Orden de Predicadores, a través de los cuales ella continuará dirigiendo su vida hacia el amor a Dios y al prójimo, que es el modo particular de contribuir a la extensión del Reino de Dios
Es en la persona y trabajo de Santo Domingo de Guzmán, quien estableció las primeras monjas dominicas, donde encontramos los orígenes de la vida monástica dominicana. Él quiso que las monjas recibieran la inspiración de su vocación en la perenne fuente de la vida cristiana: la Palabra de Dios. Después, Santo Domingo les dio las observancias, tomadas de la antigua tradición de la vida monástica, pero imbuidas con su propio espíritu apostólico. Finalmente, asoció a las monjas a su “santa predicación” y las formó cuidadosamente en el espíritu y misión de la Orden.
Por ello, la formación en la vida monástica dominicana se basa en tres pilares principales:
Sagrada Escritura: El seguimiento de Cristo según el Evangelio es la base de nuestra vida. Todos los contenidos de la formación, desde la primera instrucción recibida en el noviciado, acentúan la Escritura como la fuente y el ambiente de nuestra vida, una vida nutrida continuamente por la Palabra de Dios, no sólo en el tiempo dedicado exclusivamente a la oración, liturgia y lectio divina, sino también en las horas de estudio y trabajo.
Tradición Monástica: Nuestra vida se basa en la tradición monástica que, desde sus inicios, fue entendida como una respuesta al Evangelio y una vida libre sólo para Dios. El asumir esta tradición nos permite realizar nuestra misión como Monjas de la Orden de Predicadores y, por la diversidad de dones dados por el Espíritu a la misma, expresar nuestra identidad específica. De especial significado es la tradición Agustiniana, que nos llama a presencializar de nuevo la comunidad de los primeros cristianos. Ya Santo Domingo vivió este espíritu. Dice la tradición que bebiósu espiritualidad en las fuentes de los autores antiguos, de modo muy particular, Casiano.
Tradición Dominicana: Se refleja en el modo en que las observancias monásticas están expresadas en nuestras Constituciones. La liturgia juega un papel primordial en la formación a la vida Dominicana; la vida devocional se fomenta entre las hermanas en formación basándose en sólidos principios doctrinales y en armonía con la Liturgia. La devoción a Cristo en la Eucaristía, a la Virgen María y a Santo Domingo son las principales. En nuestra tradición, la teología de Santo Tomás sobre la gracia y las virtudes, basada en una antropología realmente cristiana, fundamenta el crecimiento humano y espiritual.
El Proceso de Formación
DISCERNIMIENTO: Una vez que una joven contacta con un Monasterio, la Maestra de Novicias intercambia información con ella, a través de cartas y visitas. Si la interesada muestra indicios positivos de estar llamada a este estilo de vida, se la invita a hacer una experiencia. Durante este tiempo, vivirá en clausura, compartiendo la vida diaria del Monasterio y en discernimiento de la voluntad de Dios. También es una oportunidad para que la comunidad la conozca. La duración de la experiencia normalmente es entre 15 días y un mes. Después de este tiempo, la aspirante reflexiona, y decide si quiere dar el siguiente paso, y entrar al Monasterio como postulante.
POSTULANTADO. Durante el Postulantado, la joven experimenta los objetivos y medios de nuestra vida contemplativa guiada por la Maestra de Novicias. A través de las clases y del diálogo personal, se va introduciendo gradualmente en la vida de intimidad con Dios y en nuestras observancias. El postulantado se prolonga entre 6 y 12 meses.
NOVICIADO. Los dos años de noviciado son un tiempo de profundización en la comprensión y asimilación de la vida monástica para la novicia, así como va conociendo con más intimidad la llamada de Dios y su vocación dominicana, y se va formando en la mente y en el corazón según el espíritu de la Orden.Esta nueva etapa comienza con la vestición del hábito dominicano: túnica blanca ceñida con una correa de la que pende un rosario, escapulario, capa negra y velo blanco. La formación de la novicia continúa, y ahora se concentra especialmente en la preparación para su primera profesión.
PROFESIÓN TEMPORAL.Por la profesión de obediencia a Dios, la hermana se compromete a vivir los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia durante tres años. También se promete obediencia a María ya Santo Domingo, con el objeto de ser fiel a su espíritu y misión. En la ceremonia de profesión, el velo blanco de la novicia se cambia por uno negro, y se bendice el escapulario.
PROFESIÓN SOLEMNE. Por la profesión solemne, la monja se consagra totalmente a Dios en la Orden hasta la muerte. En la ceremonia, la postración con los brazos en cruz delante del altar, durante el canto de la Letanía de los Santos, simboliza su muerte al mundo y a ella misma, y su resurrección a la nueva vida en Cristo. Recibe un anillo como signo de sus desposorios con el Rey Eterno, y se bendice el velo negro. La hermana es ahora un miembro de pleno derecho en el capítulo de la comunidad. La fórmula de profesión es:
Hago profesión y prometo obediencia a Dios, y a la bienaventurada Virgen María, y al Bienaventurado Domingo, nuestro Padre, y al Maestro de la Orden de Frailes Predicadores, y a ti, Priora de este Monasterio, y a tus sucesoras, según la regla del Bienaventurado Agustín y las Leyes de las Monjas de la Orden de Predicadores, que seré obediente a ti y a tus sucesoras hasta la muerte.
FORMACIÓN PERMANENTE. La formación es un proceso que no acaba con la Profesión Solemne, sino que ha de durar toda la vida. El estudio de la Verdad es una de las observancias de nuestras Constituciones, en las que se encarece la necesidad de organizar clases y coloquios entre las hermanas, con el fin de nutrir la contemplación; formar un juicio práctico para vivir una fidelidad más consciente de los consejos evangélicos; participar más plenamente en una Liturgia viva; y, finalmente, como forma de ascesis y de equilibrio humano. Por tanto, los temas a tratar serán con preferencia la Sagrada Escritura, Padres de la Iglesia, Historia de la Iglesia y de la Orden de Predicadores, Liturgia, etc… sin olvidar una formación humana que se inició durante el noviciado, sobre las artes y técnicas que convengan a las necesidades de la Comunidad. El programa de formación también aspira a fomentar la conciencia de unanimidad del sistema dominicano de gobierno, que requiere la participación ordenada y responsable de cada hermana en el mismo.