Hace ya 400 años que las Monjas Dominicas estamos en Alcalá de Henares, la cuna del gran Cervantes. En 1598 llegamos a suelo complutense, gracias a la generosidad y el deseo fundacional de una noble dama llamada Doña Juana de Mendoza y Zúñiga. Porque, sólo faltábamos nosotras, las contemplativas, pues los Frailes Dominicos llevaban algunos años en esta ciudad: Colegio de Santo Tomás(1529) y Convento de la Madre de Dios (1566).
En esa serenidad que el corazón ha ido amasando en las horas de silencio y en la escucha de Dios, desde la perseverante alabanza que brota de un corazón agradecido, podemos reconocer el paso de Dios en las pequeñas cosas de cada día.
El Carisma de la Verdad nos urge e impulsa a vivir en plenitud el espíritu apostólico que Nuestro Padre Santo Domingo infundió a las primeras Dominicas de Prulla: la oración de intercesión por los hermanos y una plegaria incesante por toda la humanidad.
Nuestra jornada comienza a las 6 de la mañana: desde la alabanza a la Eucaristía desde un estudio asiduo y contemplativo, desde la vida comunitaria como ese espacio privilegiado para crecer en la fe, desde el trabajo manual con el que nos ganamos el pan de cada día oramos por el mundo, y con el mundo. En la Iglesia no somos visibilidad sino presencia.
El Señor Jesús nos lo dijo: “Donde dos o más están reunidos en mi nombre, allí estoy Yo” Por eso, nuestra Comunidad quiere ser Casa de Oración con una liturgia abierta.
En nuestro Convento hemos formado un grupo de oración de la Renovación Carismática, personas de toda edad y condición social, nos reunimos para alabar al Señor de nuestras vidas.
No creáis que nos pasan desapercibidos los problemas de nuestro tiempo: las guerras, el paro, el hambre, la droga, el SIDA, el terrorismo, la soledad... También a nosotras, pese a lo que pueda parecer, nos duele el mundo. Y tenemos que pedir esperanza para todas las ilusiones frustradas, para todos los proyectos inacabados, para todos los sueños que nunca se hacen realidad, para todo el sufrimiento que anida en el corazón de cada persona. Y desde este compromiso personal y comunitario, rogamos al Señor que robustezca nuestra debilidad y nos otorgue el don de la Compasión uno de los rasgos más preciosos de Santo Domingo de Guzmán.
Después de 400 años, seguimos aquí porque nuestra vocación contemplativa y dominicana no es cuestión de evidencia, sino de amor. Este es nuestro gran secreto para ser felices: estar enamoradas, no de un ideal o de un gran proyecto, sino de un alguien que se llama Jesucristo.
La Virgen de la Paz, una bella imagen del siglo XVII, es el testigo eximio y silencioso de la andadura histórica de esta Comunidad de Alcalá Ella, está siempre presente con toda la fuerte carga espiritual que viene a significar en nuestra consagración esponsal a Jesucristo.
Que a todos nos guarde en su Paz.
MM. Dominicas del Monasterio de Santa Catalina
Alcalá de Henares
C/ Empecinado, 16
28001 ALCALÁ DE HENARES - Madrid