Toda nuestra vida se ordena a conservar en el corazón el recuerdo constante de Dios. (LCM 74)
Las contemplativas buscan con pasión el rostro de Dios, en un mundo que ignora su presencia. Santo Domingo de Guzmán nos asoció a la Predicación del Evangelio por la oración y la austeridad de vida.
Acogiendo la Palabra en la oración y celebrándola en la liturgia, participamos en la misión evangelizadora de la Iglesia. La Comunidad canta con solemnidad toda la Liturgia de las Horas.
La vida monástica conlleva el vivir comunitario en un proceso continuo de crecimiento, que lleve a crear una auténtica comunión fraterna a pesar de las diferencias generacionales, de formación y, en nuestro caso, culturales. (cf. VDq. 25-26)
El silencio y la clausura propician que en el Monasterio sobreabunde la Palabra de Dios. Compartirla nutre la fe y la esperanza, así como la estima y la confianza recíproca. (VC n. 94)
La formación en la vida monástica contemplativa, consiste sobre todo en la identificación con Cristo. El proceso formativo es llegar a conocer el amor de Cristo, que excede todo conocimiento. Es un proceso que dura toda la vida.
El trabajo monástico nos solidariza con todos los hombres, sobre todo con los pobres. Así se crece en espíritu de servicio y se madura en la corresponsabilidad.
Nuestro trabajo remunerado consiste en las labores de aguja.
Un poco de historia
Nuestro Monasterio comenzó su andadura el año 1527 cuando Dª Francisca de Zúñiga, viuda del Corregidor de la Villa, decidió donar generosamente su casa y algunos bienes para fundar en ella un Monasterio de la Orden de Santo Domingo, con el título de “Madre de Dios”. En 1528 se cerraba oficialmente la clausura.
En tiempo de la “desamortización” el Monasterio, como otros, recibió un duro golpe. En este momento destaca la figura de Madre Isabel de Garcimartín, Priora, gran mujer, de un espíritu magnífico, como resalta del hecho de que habiendo prohibido el Gobierno la Profesión de Religiosas, se quedase sola en el Monasterio durante dieciocho años, en compañía más tarde de tres novicias, en traje seglar. Desafortunadamente en el archivo histórico existe un vacío de tres siglos de los que no tenemos datos.
La Comunidad se rehízo hacia el año 1868, viniendo después, progresivamente, casi a desaparecer. En la década de los 50 del siglo XX estaba necesitada de ayuda de personal y restauración espiritual. La ayuda fue solicitada -de acuerdo con el Obispo D. Santos Moro- por la entonces seglar propagandista de Acción Católica, Teresa Ortega Pardo, a la Comunidad de Dominicas de Daroca (Zaragoza), que envió tres monjas. Con este hecho, el Monasterio comienza una nueva etapa. Cabe señalar la figura de la Venerable Madre Teresita Pérez de Iriarte, que vino de Daroca como Priora. Alma encendida en caridad, a quien Dios puso como primera piedra en este edificio espiritual, pero a ella, dado lo prematuro de su muerte, sólo se le concedió ver los inicios de esta restauración.
En los años 60 estuvo al frente del Monasterio como Priora, la Sierva de Dios Madre Teresa María de Jesús Ortega Pardo, antes mencionada. Mujer profética, de una rica vida espiritual y con gran celo misionero; con ella comenzará su expansión fundacional haciendo eco a la llamada del Concilio Vaticano II a extender la vida contemplativa en países de misión. Este Monasterio en Olmedo y los fundados por él, formamos la Federación “Madre de Dios”.
Cómo es el Monasterio
El edificio del Monasterio pertenece a la estructura de las casas señoriales de la época. Está situado frente a la Iglesia mudéjar de San Andrés, dentro de la “Ruta del mudéjar”. A lo largo del tiempo, sucesivas reformas para acomodarlo al uso conventual, como refectorio, dormitorios, iglesia… han hecho posible que en este vetusto edificio hayan podido habitar, en algunos años, casi un centenar de monjas y formandas.
El templo del Monasterio es sencillo, de una sola nave con retablo barroco. Destacan en su hornacina central la imagen de Santo Domingo, atribuido a Roque Muñoz. En el ático una hermosa tabla de la Anunciación de la Virgen, exquisita obra de influencia flamenca, que se puede fechar a principios del siglo XVI.
Nuestra vida y misión
Las monjas de la Orden de Predicadores nacimos en 1206, cuando nuestro fundador, el santo castellano Domingo de Guzmán, asoció a su “Santa Predicación”, por la oración y la penitencia, a un grupo de mujeres convertidas de la herejía a la fe católica, reunidas en el Monasterio de Santa María de Prulla (Francia) y consagradas solamente a Dios.
Nuestra misión consiste en buscar a Dios en el silencio de la oración, de tal manera que la Palabra de Dios no vuelva e Él vacía, sino que de fruto en quien la escucha. Así, acogiendo la Palabra en la oración y celebrándola en la liturgia, participamos junto con nuestros Hermanos Predicadores en la misión evangelizadora de la Iglesia. “Sin que hablen, sin que pronuncien, a toda la tierra alcanza su pregón.” (Salmo 18,4)
Dedicadas a la alabanza de Dios y a la contemplación de Su belleza, llevamos en el alma los sufrimientos y las ansias de nuestro mundo intercediendo por todos.
Llamadas a vivir en Comunidad con una sola alma y un solo corazón, seguimos más de cerca a Cristo virgen, pobre y obediente; prolongando su vida oculta y orante.
La Comunidad, junto a la riqueza de la diversidad de edades y nacionalidades, comparte la alegría de la fe y del amor de Dios. La acogida a hermanas de la Federación, que vienen temporalmente a completar su formación, le aporta juventud y entusiasmo en la vivencia del carisma de Santo Domingo.
“Desde los primeros siglos, la vida contemplativa ha estado siempre viva en la Iglesia. Ha mantenido siempre viva la búsqueda del rostro y el amor incondicional a Cristo, como su elemento especifico y característico.”
-Vultum Dei querere n. 9-
Nuestra dirección es:
Plaza de San Andrés 15
47410 - Olmedo (Valladolid) España
Tel. 983 60 00 29
Vocacional
Si quieres “hacer latir el corazón del mundo”, deja que Cristo haga vibrar el tuyo con la fuerza de su arrebatadora vida, entregada sin reserva, para poner en el corazón de los hombres el mismo amor de Dios.
¿Qué es la vocación religiosa?
Es una gracia excepcional por parte de Dios. Es un gran misterio de predilección hacia una determinada persona.
Alguien llama, otro responde. La llamada de Dios es un diálogo de amor. La única razón válida para entrar en la vida religiosa es “BUSCAR EL ROSTRO DE DIOS”, sólo a Dios.
La vida religiosa es una pasión de amor, con las características del amor convertido en pasión:
- La totalidad de la entrega.
- La exclusividad en el objeto amado (la afectividad debe ser orientada hacia una Persona viva que se llama Jesucristo. Solo en Él y desde Él se adquiere el equilibrio interior y la madurez afectiva).
- Y la gratuidad en la donación de sí mismo.
- Se cree en Jesucristo con fe viva, que llama para compartir su vida y convivir con Él.
Dentro de la vida religiosa hay llamadas a la vida apostólica, contemplativa, misionera… Al igual que en el cuerpo hay diversos miembros: cabeza, tronco, extremidades y cada uno tiene una función distinta, a la vez que todos se relacionan, así también en el Cuerpo, que es la Iglesia, hay diversos miembros y cada uno cumple una misión…
Todo es precioso, fuerte y rico, pero si le falta el corazón, que es quien da vida a los miembros, hace circular la sangre y vitaliza a todo el Cuerpo Místico, ese cuerpo, además de estar incompleto, no puede subsistir.
Dentro de las distintas misiones en la Iglesia, están los llamados contemplativos. Su función y misión es la alabanza de Dios, contemplar la belleza del Rostro de Cristo y la salvación de las almas.
Día y noche están, como el corazón en el cuerpo, elevando su oración a Dios en nombre de toda la Iglesia y del mundo entero.
Llevan en el alma los sufrimientos y las ansias de nuestro mundo. Ellos hacen que Dios olvide nuestros pecados y que se acuerde y derrame su misericordia sobre el mundo.
La vida contemplativa tiene una extraordinaria eficacia apostólica y misionera: La actividad más fuerte, la cúspide de todas las actividades humanas es la contemplación (San Pablo VI).
Si quieres, ¡ven y verás!
Nuestra misión
Somos la raíz silenciosa, orante, penitente
Que implora el don del Espíritu Santo para que fructifique
la Palabra proclamada
la Buena Noticia anunciada
Por nuestros hermanos dominicos y por todos los sacerdotes.
Vida dominicana
- Fieles a la profesión de los consejos evangélicos
- Asiduas en el estudio
- Apasionadas por la VERDAD
- Manteniéndonos unidas en la VIDA COMÚN
- Siendo el corazón de nuestra vida: la celebración común de la Eucaristía, la liturgia de las Horas, la oración.
- Perseverantes en la OBSERVANCIA REGULAR: Clausura, silencio, trabajo, penitencia.
Si te interesa saber más sobre nuestra vida o quieres entrar en contacto con nosotras puedes comunicarte a nuestro correo electrónico olmedominicas@gmail.com.
Nuestro trabajo
Nuestro trabajo de artesanía monástica consiste principalmente en labores para el hogar y para niños, además de juegos de altar: purificadores, corporales e hijuelas.
Ropa de bebé
- Camisita y cubre pañal (batista y piqué).
- Juego de sabanitas para cuna, con diversos motivos.
- Toallas de Bautismo.
- Faldón de Bautismo.
- Bolsita–regalo: Bautismo, Comunión y Bodas.
- Bolsas para guardería: ropita, merienda y toallitas.
- Bolsa para pijama.
- Baberos (varios modelos).
Labores para el hogar
- Paños para muebles (distintos modelos): bordado mallorquín y calado de vainicas
- Bolsas para equipaje, caballero y señora.
- Bolsas para cuarto de baño y para otros usos.
- Almohadón con inicial para dormitorio.
- Camino de mesa.
- Toallas para cuarto de baño (con distintos motivos).
- Toallas bordado mallorquín.
- Delantales de cocina (varios modelos).
- Bolsas bordadas para pan.
Bordado litúrgico
Juego de altar:
- Purificadores
- Corporales
- Hijuela