Beatificación de dos dominicos españoles
Este jueves, 10 de mayo, Benedicto XVI ha anunciado la próxima beatificación de 22 mártires del siglo XX en España, entre ellos los dominicos P. Raimundo Joaquín González Castaño y el P. José Mª González Solís, asesinados en Bilbao en 1936.
El Santo Padre recibió el 10 de mayo en audiencia al cardenal Angelo Amato, S.D.B., prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. En el transcurso de la misma, el Papa autorizó a la Congregación a promulgar varios decretos de beatificación entre ellos los referentes a los mártires españoles, los Siervos de Dios Raimundo González Castaño y José María González Solís; españoles, sacerdotes profesos de la Orden de los Frailes Predicadores, y compañeros asesinados por odio a la fe en Bilbao (España) el 2 de octubre de 1936. Y también los Siervos de Dios Jaime Puig Mirosa y 18 compañeros; españoles, de la Congregación de los Hijos de la Sagrada Familia de Jesús, María y José; y de Sebastián Llorens Telarroja; español, laico; todos ellos asesinados por odio a la fe en diversos lugares de España entre 1936 y 1937
El P. Raimundo Joaquín González Castaño nació en Mieres (Asturias, 20 agosto 1865) en un hogar muy cristiano. Estudió Latín y Humanidades en el Seminario Diocesano (Oviedo) e ingresó luego en la Orden Dominicana, donde hizo la profesión solemne en 1884 (Convento de Corias). Siendo diácono, fue asignado al Colegio de Vergara, y aquí fue votado y aprobado, por una unanimidad para ordenarse de presbítero el 14 de septiembre de 1889. Con dichas credenciales fue ordenado, en la mañana del día 21 de septiembre de dicho año de 1889, en Vitoria, por el obispo de Vitoria D. Mariano Miguel Gómez. La ordenación fue en el oratorio episcopal. El examen de confesor lo hizo en el convento de S. Román de Toulouse (Francia), meses después de ordenarse.
Ejerció sus ministerios en y desde diversos Conventos: San José de Vergara (donde enseñó Francés, Latín y Música), San Pablo de Palencia, Ntra. Sra. de Atocha de Madrid (1927), Vicaría de las Dominicas de Santa Catalina de Madrid (1928-1930). etc. En la Provincia de Andalucía desempeñó los cargos de Secretario del Provincial, Prior, Síndico, Lector de Teología y Profesor de diversas materias eclesiásticas (Teología, Escritura, Historia). El Capítulo General de 1909 lo designó para restaurar la Provincia Dominicana en Portugal (de donde regresó a España debido a la revolución en el país vecino). A su regreso a España, se dedicó a la predicación (misiones populares y Ejercicios), siendo nombrado Predicador General por el Convento de Corias. Entre otros cargos, desempeñó el de Secretario en los Capítulos Provinciales (años 1926, 1930, 1934). Fue confesor del Rey Alfonso XIII. Finalmente, en 1932, fue destinado corno Capellán a la Vicaría de las Monjas Dominicas de Quejana (Álava) donde se encontraba y fue apresado durante la persecución religiosa de 1936.
Todos los testigos están de acuerdo sobre su conducta religiosa ejemplar en todos los sentidos. Era cumplidor de su obligaciones y "el tiempo que sus ocupaciones le dejaban libre lo pasaba delante del Sagrario"; por esto solía decir: "Todo me cansa, menos el Sagrario" (Summ., p. 130, n. 4). Destacaba siempre por su honda devoción eucarística y mariana, que contagiaba a los empleados del Convento y a los sacerdotes (cfr. Summ., p. 13, art. 37). Dedicaba tiempo a la asistencia espiritual de los sacerdotes (retiros mensuales y confesiones). Durante la persecución, desde el día 15 de julio hasta el 25 de agosto (en que fue apresado), siguió cumpliendo con ejemplaridad sus ministerios (junto con el P. José Ma González Solís).
El P. José Mª González Solís nació en Santibáñez de Murias (Asturias, 15 enero 1877), aprendiendo la piedad cristiana desde su infancia en su ambiente familiar. Ingresó en la Orden Dominicana, donde hizo la Profesión Solemne el 6 de enero de 1897 (Convento de Corias). Fue ordenado sacerdote el 10 de marzo de 1900, en el templo conventual de San Esteban de Salamanca.
Fue destinado como profesor sucesivamente a Vergara, Segovia y Madrid. Fue Prior del Convento de Padrón (Coruña) luego del importante Convento de San Esteban de Salamanca. Presidió el Capítulo Provincial de 1926, donde fue elegido Síndico de la Provincia. Ese cargo lo desempeñó
«con gran talento y con al aplauso de toda la Provincia hasta el final de su vida» (Summ., Comisión Histórica, p. 149).
Siempre fue considerado como excelente religioso, muy ordenado y cumplidor de sus deberes (en la oración y en el trabajo), amigo de la celda (cfr. Summ., p. 19, art. 14-15). Para restablecer su salud, algo quebrantada, y para impartir Ejercicios a las monjas, fue enviado el 1 de julio de 1936 al Convento de las monjas de Quejana, donde compartió la vida comunitaria con el S. de D. P. Raimundo González (Capellán) y donde le sorprendió la persecución. Durante los días anteriores al encarcelamiento, conservó la paz, vestía el hábito dominicano y celebraba la Santa Misa (cfr. Summ., pp. 130-131, nn. 7-9).
El relato de su martirio es como sigue:
Los dos Siervos de Dios se encontraban en Quejana al inicio de la persecución. Como se ha dicho, el P. Raimundo Joaquín González era el Capellán en la Vicaría del Convento de las Madres Dominicas: el P. José Ma Solís se encontraba allí desde el 1 de julio para reponerse de su salud y para impartir unos Ejercicios a las monjas. El día 21 de julio se personó en el Convento la "Guardia Roja" para revisar si había armas, obligando a los Padres a que les guiaran en el registro (cfr. Summ., p. 133, n. 6). Algunos milicianos tomaron posiciones en el Convento (cfr. Summ., p. 129, n. 6).
Durante aquellos primeros días, los Padres hacían la vida ordinaria, pudiendo celebrar Misa todos los días (cfr. Summ., pp. 129-131). Los Siervos de Dios se mostraban tranquilos y, en su predicación, instaban a orar para que terminara la guerra (cfr. Summ., p. 134, n. 9). El día 25 de agosto, un grupo de milicianos armados llegaron al Convento y se llevaron detenidos a los dos Siervos de Dios para conducirlos a Bilbao, primero a "La Bilbaína" y luego a la cárcel de Larrínaga (cfr. Summ., p. 42, n. 10). Habían sido detenidos mientras paseaban cerca de la iglesia, obligándoles a vestirse de paisano y subir a un camión donde ya había otros detenidos (cfr. Summ., p. 134, n. 9). Por testigos visuales, consta de muchos detalles de la vida de los Siervos de Dios durante su encarcelamiento, destacando por su serenidad y conformidad con la voluntad de Dios. A finales de agosto o inicio de septiembre de 1936, fueron trasladados con otros prisioneros desde la cárcel Larrínaga al barco-prisión "Cabo Quilates", donde fueron encerrados en la bodega número 3 (cfr. Summ., pp. 37, 124, 136). En el recinto de 150 metros cuadrados había 178 presos (cfr. Summ., p. 14, nn. 51-52). Los presos, especialmente los religiosos, sufrían malos tratos y frecuentemente les hacían subir a la cubierta para trabajar en malas condiciones, escarneciéndolos, blasfemando y obligándolos a cantar la "Internacional" (cfr. Summ., p. 33, n. 10).
Hubo una matanza de presos el día 25 de septiembre, después de haberlos hecho subir a cubierta. El día 2 de octubre, los verdugos leyeron una lista de unos 40 presos, entre los que se encontraban los dos Siervos de Dios, que fueron asesinados en la cubierta (cfr. Summ., pp. 31-32). Son numerosos los testigos que dan fe de esta matanza, indicando los nombres de los dos Siervos de Dios (cfr. ibídem, pp. 35-37, 44, 122-123, 126-128, 137-138).
Los cadáveres de los dos Siervos de Diosfueron colocados primero en el cementerio municipal de Santurce y luego en el cementerio de Vista Alegre, de Bilbao (cfr. Summ., Comisión Histórica, p. 148).