¿Cómo y dónde tiene que predicar un dominico hoy?
Promesa perpetua y admisiones en la Fraternidad Laical Santo Domingo de Valencia
“¿Cómo y dónde tiene que predicar un dominico hoy?” Esa fue la pregunta actualizada con la que fray Vicente Botella OP dio comienzo a la homilía del acto eucarístico donde tendría lugar la promesa perpetua de Mercedes García Calvo OP y el rito de admisión en la Fraternidad Laical de Santo Domingo de Valencia de Elena Ayllón, Carlos Jiménez, Maite Moreno, Juan Jesús Soriano, Francisco Tolmo, M. José Yáñez y Dioni F. Yáñez. En una de esas tardes que uno recordará para toda la vida, 21 de mayo de 2016, se nos interpelaba a llevar a cabo la principal tarea de un dominico, su razón de ser: la predicación. Una predicación cargada de características significativas. En primer lugar, reflexionada y actualizada por medio del estudio constante de la sociedad y de la historia. Acompañada de la comunión con el resto de hermanos. Y, siempre, con la ayuda y protección de la oración constante. Esta llamada a la predicación desde la itinerancia y desde nuestro lugar, como laicos en el mundo, dando testimonio de nuestra fe en nuestra vida cotidiana.
Bajo la atenta mirada de los miembros de la Fraternidad, con la compañía del presidente Provincial de la fraternidad laical de Santo Domingo de la provincia de Hispania, D. José Vicente Vila OP, así como de numerosos miembros de la Familia Dominicana de Valencia, Mercedes García OP prometía que quería vivir según la Regla de los Laicos de Santo Domingo por toda la vida. Fue un momento cargado de solemnidad, de tremenda alegría y de inmenso gozo. Después, a los admitidos en la Familia Dominicana se nos imponía la insignia de Santo Domingo utilizando la fórmula ya conocida: “Que, a imitación de Domingo, habléis siempre con Dios o de Dios”. Sin duda, palabras que estremecieron los corazones de personas que llevan mucho tiempo viviendo su fe desde el más puro estilo dominicano. La presidenta de la Fraternidad, M. José Soler, entregaba, acto seguido, la Regla para que “seamos luz para los hombres que vean nuestras buenas obras y de gloria al Padre que está en el cielo”. Los siete admitidos seguiremos su formación, al menos, un año en la Fraternidad, hasta realizar sus promesas temporales, donde viviremos, de nuevo, una jornada dominica cargada de simbolismo y de historia.
Dioni F. Yáñez