“Vivir con Magia”, campo de trabajo del Movimiento Juvenil Dominicano 2018
Un lugar privilegiado donde vivir la fe, la comunidad, la vida y la misión
Se ha celebrado un año más en Granada el Campo de Trabajo del Movimiento Juvenil Dominicano, una oportunidad de vivir intensamente los valores de la Orden de Predicadores.
“Mucha gente pequeña, en un lugar pequeño, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”. Sí, puede que sea una expresión utilizada en muchas ocasiones, pero sin duda, es el reflejo perfecto de lo que el campo de trabajo significa para todos los que han tenido la suerte de poder participar. Poco importa que se trate de la primera experiencia de voluntariado que vive un joven o que ya esté comprometido en su día a día. Pasar por la casa de Siena, que les acoge año tras año, siempre marca, no puede dejar indiferente a nadie, y han sido muchos los que se han enamorado del carisma de Domingo a través de esta experiencia.
El campo de trabajo que organiza el Movimiento Juvenil Dominicano dio comienzo el pasado día 14 de julio. En él 30 jóvenes de diferentes localidades (Madrid, Valencia, Bilbao, Pamplona, Sevilla, Oviedo y Sagunto) han creado una comunidad de vida, donde han compartido y se ha partido ante diversas situaciones con las que se han encontrado cara a cara como la exclusión, la enfermedad, la violencia y la educación en un entorno desfavorecido.
Durante 15 días han tenido una misión, conocer y acompañar a personas en diversas instituciones en Granada, como el Hospital San Juan de Dios, acompañando a aquellos enfermos que se encuentran en soledad, así como atendiendo a personas sin hogar en el ropero, las duchas y el comedor social.
Han conocido de primera mano en La Zubia, los problemas asociados a las discapacidades mentales, gracias a la Fundación Docete Ommes, acompañando y motivando las actividades del centro.
Han podido colaborar activamente con el proyecto ALFA en el que los niños de un barrio marginal, como es Almanjáyar, pueden aprender que tienen muchas opciones de salir de la marginalidad y que un abanico de posibilidades se abre ante ellos para poder ser niños.
Se han acercado a la realidad de Oasis, un centro residencial pionero en Europa que se encarga de que personas mayores que tienen hijos con discapacidad pueden vivir juntos todo el tiempo y alguien es capaz de cuidar de ambos, teniendo, además, la seguridad de que cuando el padre falte, el hijo estará adaptado a la vida en esta residencia.
Han aprendido del grupo de mujeres en riesgo de exclusión social, que a pesar de los problemas, la violencia, la cosificación de las personas, siempre hay un motor que impulsa a salir adelante y a conseguir mejorar esta situación.
Una nueva vida comprometida y ligada al compromiso como jóvenes cristianos
A parte de la misión, y de la vida en común, como jóvenes dominicos otra parte fundamental de los 15 días ha sido la formación. A través de cinco talleres han desarrollado un recorrido sobre la emocionalidad. Partiendo del conocimiento de las emociones y su gestión, el entender a los demás desde la emoción para saber acercarnos a ellos, el análisis de la emocionalidad de Jesús desde el Evangelio, como modelo personal, la importancia de la vida emocional en la comunidad y para terminar y como reflexión final un acercamiento hacia una nueva vida comprometida y ligada al compromiso como jóvenes cristianos.
Otra de las bases es la relación con Dios. A lo largo de todo el campo, la jornada comenzaba con una oración que ponía a los jóvenes en clave de servicio antes de partir hacia los voluntariados, han celebrado juntos dos misas dominicales, en las que han profundizado en el sentido de darse a los demás, han vivido dos oraciones. La primera de las oraciones estuvo preparada por la organización del campo, que se centró en la misión y una segunda orientada hacia el desarrollo de la comunidad en la que han repartido el corazón a través de un gesto preparado por el grupo Kénosis de Sevilla. Y para terminar el campo, como es tradicional, se celebró una gran vigilia en la que, como jóvenes predicadores, todos han tenido la oportunidad de transmitir a los demás cómo se desarrolló el voluntariado, qué vivencias y qué aprendizajes se lleva cada uno de la experiencia y además todo esto se relacionaba con un texto bíblico.
El campo de trabajo, siempre es sinónimo de experiencia fuerte, y lo es, porque es un lugar privilegiado donde vivir la fe, la comunidad, la vida y la misión, un espacio que marca un antes y un después, que es impulso para que los jóvenes tengan una vida en coherencia con sus ideas, y un lugar donde conocer el estilo de Domingo, una manera de acercar a los más jóvenes de la familia al significado profundo del privilegio que implica ser dominico con mayúsculas.
Andrés Rodríguez Antón, OP
Asistente religioso del MJD