Celebración del X Aniversario de la canonización de Francisco Coll
Las Dominicas de la Anunciata celebran el 11 de octubre el décimo aniversario de la canonización de su fundador
La Congregación de las Dominicas de la Anunciata celebra el próximo 11 de octubre el décimo aniversario de la canonización de su fundador, el dominico Francisco Coll i Guitart. Dicha celebración conmemora el reconocimiento de “santo” que le otorgó el Papa Benedicto XVI en Roma el 11 de octubre de 2009, gracias a la aprobación del milagro de curación de una niña recién nacida en Madrid el año 2002.
Para la Congregación de las Dominicas de la Anunciata, para su obra y misión, este aniversario simboliza la alegría que han supuesto el don y las enseñanzas del Padre Coll a lo largo de los años en las diferentes comunidades, pueblos, ciudades y países del mundo donde están presentes.
En ese sentido, cabe destacar que San Francisco Coll, en el transcurso de su vida, demostró ser un predicador ejemplar desde la cercanía, la humildad y la caridad. Su sensibilidad y su compromiso con la infancia y la juventud, así como su impulso a la educación de la mujer, son algunos de los rasgos que le caracterizan.
Cabe recordar que su canonización en octubre de 2009 coincidió con la de Segismundo Félix Feliński, José Damián de Veuster, Rafael Arnáiz Barón y María de la Cruz Jugan. Asimismo, tres décadas antes, en 1979, Francisco Coll había sido declarado “beato” por el Papa Juan Pablo II con la aprobación de la cura milagrosa de una joven madre asturiana.
Congregación Dominicas de la Anunciata
La misión de la Congregación, desde su fundación en 1856, está orientada especialmente hacia la educación y la evangelización, haciéndose presente en la formación integral de niños y jóvenes, la actividad parroquial, la actividad misionera y también en el mundo de la salud.
Su objetivo es “anunciar el mensaje de salvación a todos, especialmente a los niños y a los jóvenes”, en poblaciones grandes y pequeñas y con especial atención a los más necesitados.
Actualmente, la Congregación de Dominicas de la Anunciata cuenta con unas 900 hermanas y está extendida por 20 países en cuatro continentes: Europa (España, Francia e Italia), América (Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Perú, Uruguay, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, México y Nicaragua), África (Benín, Camerún, Costa de Marfil y Rwanda) y Asia (Filipinas y Vietnam).
Francisco Coll i Guitart
Francisco Coll i Guitart (18 de mayo de 1812, Gombrén, Gerona) nació en el seno de una familia cristiana siendo el menor de once hermanos. Quedó huérfano de padre cuando tenía 4 años de edad; su madre fue quien le infundió sentimientos de amor y piedad hacia Dios y la Virgen María.
Tiempo de la ocupación napoleónica, con los consiguientes flagelos de guerra y hambre, las dificultades le ayudaron a forjar una personalidad fuerte que le permitió seguir la llamada a la vocación sacerdotal cuando tenía diez años. Se trasladó a la ciudad de Vic para iniciar estudios en el Seminario y tuvo que encargarse de la instrucción de los niños de una casa de campo para poder sufragar los gastos, familia con la que toda su vida continuó relacionado.
A los 18 años, tras sentir la llamada de Dios a la Orden de Predicadores, ingresó en el convento dominico de Gerona, donde profesó en 1831. Durante sus años de formación se dice que «nada se veía en él de extraordinario, pero llamaba, sí, la atención por hacer tan bien las cosas ordinarias». Poco antes de su ordenación sacerdotal, se cerraron las puertas de todos los conventos de España. En el contexto de las luchas políticas por la sucesión de Fernando VII, Francisco Coll fue exclaustrado junto con su comunidad en agosto de 1835 y expulsado del convento al que nunca pudo regresar. Sin embargo, fue siempre fiel a su vocación dominicana, a la que amaba, y permaneció en contacto continuo con sus superiores y hermanos de la Orden, siendo nombrado Director de la Tercera Orden en Cataluña a partir de 1850.
Pese a que las Ordenaciones estaban prohibidas, logró ser ordenado sacerdote en Solsona, en mayo de 1836. Durante más de treinta años ejerció el ministerio, primero como coadjutor y luego como misionero en varias diócesis de Cataluña. Su gran preocupación fue acercar la Palabra de Dios al pueblo de un modo cordial, sencillo, comprensible y afectivo, para lograr la conversión interior. Optó por el trabajo en equipo con otros sacerdotes, y fue colaborador de san Antonio María Claret en sus emprendimientos misioneros.
Impresionado por la realidad social y religiosa que observaba en el transcurso de sus misiones, empezó a preocuparse por la educación en los pueblos, especialmente en el ámbito de la mujer. Esto lo llevó a fundar la Congregación de Hermanas Dominicas de la Anunciata el 15 de agosto de 1856. La Congregación nació con dificultades, pues el Padre Coll nunca había cobrado dinero por sus misiones y carecía de recursos económicos; el momento político tampoco era propicio a nuevas fundaciones. Sin embargo, contra todo pronóstico la Congregación se extendió rápidamente y, pasados sólo catorce años de su fundación, ya contaba con 46 casas en Cataluña. Las hermanas, en su mayoría de humilde procedencia, se esforzaban en su formación. De esta manera varias fueron obteniendo títulos de maestra, con los que en muchos casos eran llamadas para regentar escuelas públicas en pequeños poblados.
El Padre Coll dividía sus trabajos entre su actividad misionera y la organización de la Congregación. Sin embargo, en diciembre de 1869, a los 57 años, sufrió un primer ataque de apoplejía. Su salud empezó a declinar, se fue quedando ciego y perdiendo las facultades mentales. Fue una prueba que vivió con fe, entereza y apoyado en el Rosario de María. Falleció en Vic el 2 de abril de 1875, y el pueblo se acercó masivamente a dar el último homenaje a quien con tanto fervor les había llevado la Palabra de Dios. Sus restos se veneran en la Casa Madre de la Congregación, en Vic.
La fiesta de San Francisco Coll se celebra el 19 de mayo.