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Las Misioneras Dominicas del Rosario cumplen cien años ‘creando y compartiendo esperanza’

9 de octubre de 2017

Más de quinientas personas asisten en Madrid a la ceremonia de apertura del primer centenario de la congregación

  El sábado 7 de octubre, coincidiendo con la festividad de Ntra. Sra. la Virgen del Rosario, la congregación de las Misioneras Dominicas del Rosario celebró en Madrid la apertura del año del centenario de su fundación. Más de 500 personas acompañaron a las hermanas en una emotiva tarde que acabó convirtiéndose un homenaje a las miles de misioneras dominicas que a largo de todo el mundo entregan su vida por los más necesitados.

  A las cinco de la tarde comenzaron a llegar los primeros invitados. Una galería fotográfica con la historia de la congregación y una exposición de los diferentes continentes donde las hermanas están presentes (África, América, Asia y Europa) decoraban los pasillos del colegio Stella Maris de Madrid, donde tuvo lugar el acto.

  A las siete de la tarde 18 sacerdotes entraban por el pasillo central de un abarrotado salón de actos para dar inicio a la eucaristía de acción de gracias por el centenario. Varias guitarras, un órgano, una pandereta y un cajón flamenco, junto con las voces del extraordinario coro del colegio de la Fundación Educativa Santo Domingo acompañaron la entrada de los sacerdotes y animaron durante toda la celebración. Tras unas breves palabras de bienvenida se estrenó el vídeo del año jubilar. Imágenes del pasado y el presente de la congregación con la canción del centenario: Grita, salva, ama, ven anunciar.

  A continuación se celebró la misa, presidida por Fr. Felicísimo Martínez Díez, O.P., dominico de la Provincia Ntra. Sra. del Rosario. La ceremonia fue muy participativa, ya que contó con la colaboración de familiares, amigos, frailes, sacerdotes, monjas, hermanas, laicos, profesores, jóvenes y niños.

  En la homilía, fray Felicísimo señaló que este año jubilar lo debe aprovechar la congregación para tomar nuevo impulso evangélico. Dijo también que las Misioneras Dominicas del Rosario cumplen cien años de vida misionando, peregrinando y, como suele decir el papa Francisco, misericordiando.

  El fraile subrayó también la importancia que debe tener la compasión: “En toda la celebración del centenario no debe haber lugar para la culpabilización, para la culpa morbosa. Solamente debe haber lugar para una infinita confianza en la infinita misericordia del sumo y eterno sacerdote Jesucristo. La compasión fue rasgo esencial en la vida y el ministerio de Jesús de Nazaret. Fue también rasgo central en la vida de domingo de Guzmán y es rasgo fundamental de nuestra espiritualidad y de nuestro carisma dominicano”.

  Otra de las cualidades destacadas por Felicísimo fue el de la vida comunitaria: “San Francisco de Asís, nuestro hermano mayor, daba gracias a Dios por los hermanos. Domingo de Guzmán puso la comunidad también como base de su proyecto fundacional. Monseñor Ramón Zubieta y la beata Ascensión Nicol, fundadores de la congregación, concibieron este proyecto como un proyecto comunitario. Por eso es tan importante cultivar los lazos comunitarios y los de pertenencia”. “En una cultural ambiental como la nuestra, en la que nos seduce un cierto individualismo, es muy importante aprovechar este centenario para reconstruir el tejido comunitario, para fortalecer los lazos de pertenencia como parte de vuestra identidad, para poner el interés de vuestra misión evangelizadora por encima de cualquier interés particular, animándoos mutuamente”.

Cuando te hayas levantado, sostén a tus hermanos

  Fr. Felicísimo también quiso dar un consejo a las misioneras: “Evocad con frecuencia aquellas palabras de Jesús a Pedro en el momento crucial de la Pasión, se dirigió a él y le dijo: ‘Simón, Simón, yo he rogado por ti para que tu fe no desfallezca, pero tú , cuando te hayas levantado, sostén a tus hermanos’. Es la descripción perfecta de la comunidad”.

  Uno de los momentos más emotivos de la ceremonia fue cuando en el ofertorio se recordó a las cuatro mártires de la congregación, que entregaron su vida en el Congo (“Nuestro camino es el de Dios, y si hemos de morir, moriremos pero no podemos abandonar la misión”): María Justa, María del Buen Consejo, María Cándida y María Olimpia.

apertura centenario mdrImágenes de las cuatro hermanas mártires durante el ofertorio

  Por último, la hermana Raquel Gil Mas, coordinadora general de las Misioneras Dominicas del Rosario, pronunció un discurso de acción de gracias. Empezó agradeciendo la participación a todos los presentes: sacerdotes, religiosos, religiosas, hermanas misioneras dominicas de todas las comunidades de España, colaboradores, familiares y amigos. También quiso tener presentes a todas las hermanas y comunidades que en estos días están celebrando con gran alegría esta fiesta, en todos los países del mundo donde se encuentran las Misioneras Dominicas del Rosario.

  Raquel recalcó que la congregación está muy viva, creciendo y en constante evolución: “celebrar el centenario de nuestra fundación supone para nosotras un momento privilegiado, que deseamos marque un antes y un después en nuestro itinerario misionero congregacional”. “Cien años después la apasionante aventura que comenzó con la defensa de los Derechos Humanos en la Amazonía peruana se desarrolla en la actualidad en 22 países”.

Una apuesta radical por aquellos que para el mundo no existen

  La coordinadora general explicó también que las hermanas de la congregación están llamadas a entregar su vida por los más desfavorecidos: “Como seguidoras de Domingo de Guzmán, deseamos ser predicadoras itinerantes, peregrinas sin fronteras, comunicando al mundo la bondad de Dios que se ha manifestado en su hijo Jesucristo. Estamos llamadas a entregar nuestras vidas allí donde la humanidad grita de dolor, haciendo una apuesta radical por aquellos que para el mundo no existen, están muertos, compartiendo con ellos sus esperanzas, escuchando su dolor y defendiendo la vida día a día sin claudicar. Celebrar nuestro centenario es abrir la ventanas de par en par y dejar que el Espíritu irrumpa en nuestros corazones con su fuego y su potencial de vida”.

  Tras la eucaristía, los participantes pudieron disfrutar de una cena en comunidad. Concluyó así la jornada, que no es más que la apertura de un año jubilar en el que hay mucho que celebrar: cien años de las Misioneras Dominicas del Rosario creando y compartiendo esperanza.