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La Iglesia en el corazón del sufrimiento: hechos y retos

13 de enero de 2010

El 80% de los hospitales del tercer mundo y el 27% de los enfermos de sida atendidos en todo el mundo responden a iniciativas cristianas.

Conversaciones de San Esteban

Con la presente conferencia se cerraba la primera parte del presente ciclo: “Semblanzas de la Iglesia”.  Una Iglesia, casa de Dios, hogar de la humanidad, palabra que despierta vida, información en los “Medios” y, sobre todo, presencia fiel en el corazón del sufrimiento humano. Fue este último aspecto el tratado por José Carlos Bermejo, religioso camilo, quien dejó constancia de su saber hacer como buen comunicador apoyado en un power point proyectado sobre la magnífica pantalla de la Sala Capitular.

El numeroso público asistente pudo percatarse así de la  ingente actividad desarrollada por la Iglesia en este campo sin olvidar los retos que cada día le salen a su encuentro. Baste un solo dato significativo: el 80% de los hospitales del tercer mundo y el 27% de los enfermos de sida atendidos en todo el mundo responden a iniciativas cristianas, son fruto de una Iglesia proyectada en la caridad y que constituye una de las mayores redes globales de servicios sanitarios.

Detrás de estas cifras está el corazón creyente de toda una rica tradición eclesial: personas e instituciones  identificadas con el evangelio de Jesús que valoran  el calado humano del enfermo y que encuentran paradójicamente su fortaleza en la propia debilidad humana. Son otros tantos agentes de pastoral que escuchan, acompañan, gestionan y dan sentido a situaciones precarias y a veces extremas. 

Es de justicia por tanto reconocer esta labor social de la Iglesia, aunque sin olvidar también los retos que se le presentan: formación de expertos, promoción de líderes seglares, integración en sociedades científicas, trabajo interdisciplinar, humanización de la bioética, cooperación con las ONGs, etc. Un interrogante final: ¿Qué va a ser de las instituciones y obras propias de le Iglesia ante la escasez de vocaciones religiosas? ¿Será posible conservar en estos proyectos la identidad profética y carismática acuñada por el cristianismo?