Mensajes del papa Francisco y vísperas con las monjas contemplativas
Crónica no oficial del 16 de julio del Capítulo de Vietnam
Hoy han llegado al Capítulo dos mensajes del Papa Francisco. Uno dirigido a fray Bruno para darles las gracias por sus años de servicio a la Iglesia a través de la Orden. El otro, dirigido a fray Gerard, en el que le expresa su gratitud por haber aceptado el cargo y la asegura su oración, al mismo tiempo que también le pide que rece por él.
Sólo el Espíritu Santo nos hace sinceros de corazón ante Dios y ante los hombres
La otra noticia del día ha sido el rezo de vísperas y la cena con 12 hermanas dominicas contemplativas, del Monasterio de Santa María y del Espíritu Santo, a 60 kilómetros del lugar del Capítulo. Una de las hermanas, tras la lectura breve de vísperas, ha hecho una pequeña meditación. En la lectura se ha leído que nuestro amor debe ser sincero, y la hermana ha comentado: la sinceridad no es un afecto fingido, sino genuino. En la vida común necesitamos sinceridad. Sólo el Espíritu Santo nos hace sinceros de corazón ante Dios y ante los hombres. Ha terminado con estas palabras: “Oramos por los capitulares del Capítulo General de la Orden, para que reciban la gran gracia del Espíritu Santo de reconocer los signos de los tiempos, llenos de desafíos, y para que den orientaciones para los próximos años”.
Por la mañana se ha anunciado un cambio en los trabajos del Capítulo. El Maestro ha propuesto que cada día, de 17:30 a 18:30, se reúna el plenario para discutir libremente algunos de los asuntos que están preparando las comisiones. Cada hermano tiene derecho a ofrecer sugerencias para este debate. Hoy, el Maestro ha propuesto que hablemos de los hermanos cooperadores (término que se adoptó en 1958, en el Capítulo de Caleruega). Hay dos hermanos cooperadores presentes, como invitados, así como tres hermanas dominicas, una dominica de institutos seculares, tres laicos dominicos, uno de ellos representante del MJD internacional, y una monja contemplativa.
La propuesta de debate libre ha sido todo un acierto. El coloquio sobre los hermanos cooperadores ha sido muy ilustrativo y enriquecedor, tanto desde el punto de vista histórico como religioso. Hemos pasado de calificarlos de hermanos conversos, pasando por hermanos legos, a hermanos cooperadores. La terminología sigue sin satisfacer. Hay una propuesta de llamarlos hermanos religiosos (en contraste con los hermanos diáconos y los hermanos presbíteros). Esta solución afirma que todos somos hermanos. Pero también todos somos religiosos y predicadores. Habrá que ver la propuesta que ofrezca la comisión correspondiente que estudia ese tema.
El resto del tiempo las comisiones han estado trabajando los textos que empezarán votarse en el pleno a partir del día 27 de julio. Por tanto, dos días antes tienen que estar entregados y traducidos a los tres idiomas. Eso de poner fechas creo que ha “espabilado” al personal. Mi comisión, por ejemplo, hoy ha avanzado bastante.
Algunos anuncios que nos han hecho: el domingo nos reuniremos con la Familia Dominicana, en un convento a 40 kilómetros de donde estamos; el 27 de julio, el Obispo de la diócesis nos ha invitado a celebrar en la Catedral la eucaristía, que él mismo presidirá. Y el 2 de agosto se decidirá el lugar del próximo general. Yo he oído (pero no voy a decir más, porque las candidaturas se queman si se hacen públicas) que hay tres provincias a las que les gustaría acogerlo. Por su parte, el Maestro quiere reunirse con los provinciales de la zona Asia-Pacífico para consultarles sobre el nuevo Socio para esta región. Y también con otros provinciales para consultarles sobre los socios que terminan dentro de un año.
Conociendo nuestras fronteras podemos acudir a Jesús
La homilía de esta mañana ha estado a cargo del Provincial de Croacia. Partiendo del evangelio en el que Jesús recrimina a las ciudades que no habían creído, amenazándolas con el “riguroso día del juicio”, ha comenzado por decir que, si bien estos reproches pueden no gustarnos, nos hacen caer en la cuenta de los límites de la vida, de los límites del conocimiento, de la verdad y la caridad. Conociendo nuestras fronteras podemos acudir a Jesús, fuente de vida para los creyentes, y hacer de nuestras comunidades lugares donde las fronteras de la verdad y la caridad sean superadas.