El Espíritu nos hace “capaces de comunidad, capaces de unidad, capaces de reconciliación”
Crónica no oficial del 9 de julio del Capítulo de Vietnam
El Capítulo comenzó oficialmente con la asamblea plenaria de ayer, lunes por la tarde. Una vez comenzado el Capítulo, es habitual que la primera de las Eucaristías sea para invocar la asistencia del Espíritu Santo. Y así ocurrió en la eucaristía de este martes, presidida por el todavía maestro de la Orden, fray Bruno Cadoré. Su homilía fue una llamada a la unidad de la Orden, sólo posible si nos dejamos impulsar por el Espíritu que nos hace “capaces de comunidad, capaces de unidad, capaces de reconciliación”. El Espíritu nos hace capaces “de decir sin cesar al otro: primero tú”. Cosa nada sencilla, porque estamos convencidos de que “también hay que proteger el propio terreno, los propios proyectos, la propia imagen de la Iglesia”. El Maestro terminó su homilía con estas palabras: “Vamos a pedir al Espíritu que nos configure con Cristo predicador y que nos enseñe así cómo son los predicadores que Él desea”.
Inmediatamente después del desayuno tuvimos sesión plenaria. El Maestro ofreció su visión del estado de la Orden, para ayudar a discernir los temas y desafíos que el Capítulo deberá abordar después de la elección del nuevo maestro. Comenzó presentado cifras. Las doy, porque sé que siempre suscitan curiosidad, aunque cada uno haga su propia lectura: a día de hoy, la Orden tiene 4.178 presbíteros, 138 diáconos (la mayoría en camino al sacerdocio), 800 estudiantes, 266 hermanos cooperadores, 196 novicios y 210 postulantes. Debemos reconocer que esas cifras han bajado algo comparadas con las del año 2009. Pero no todo es negativo. En el año 2009 la Orden tenía 178 novicios; hoy tiene 196. Más aún, hay un ligero rejuvenecimiento de la Orden.
La liturgia en el corazón de la vida
Fray Bruno fue desgranando algunas cuestiones que habrá que tratar: la comunidad al servicio de la misión; la comunidad como lugar de humanidad (lugar en el que uno se siente feliz, es consolado y reconciliado); la Familia Dominicana; el estudio para la misión; los grandes temas de la formación permanente e inicial; las prácticas de unidad (por ejemplo, un buen servicio de información, presentar ejemplos de santidad, trabajar por la justicia y la paz, conservar los archivos); la liturgia, que es algo más que un momento formal, ya que debe estar en el corazón de la vida.
Hay algunos desafíos que conviene cuidar: la pastoral de vocaciones, no para acumular frailes, sino para ofrecer al mundo nuevos hermanos; la necesidad de confiar en los frailes en formación (¿es verdad que los jóvenes no son estables o somos nosotros los que tenemos miedo?); nuestro estilo de vida apostólica, que requiere un gobierno para las personas y el bien común; gobernar no es dirigir, no es presidir, es promover la unidad, evitando autoritarismos, grupos cercanos, evitar creer que hay amigos y enemigos. Por ser “Padre” no se es la referencia última; hay que descubrir la grandeza de la fraternidad.
Finalmente, el Maestro se refirió a las diferentes ramas de la Familia Dominicana: cómo ayudar a las monjas a vivir el carisma de la predicación, cómo hacer que los laicos dejen de ser sólo un grupo espiritual para ponerlos en situación de evangelización, cómo ayudar a las fraternidades sacerdotales y a los institutos seculares de la Orden. Después de la intervención del Maestro, se reunieron por primera vez los grupos lingüísticos, para comentar su informe.
Por la tarde volvió a reunirse la plenaria para escuchar el informe del síndico de la Orden, el español Fr. Juan Luis Mediavilla. No nadamos en la abundancia. Tampoco estamos en bancarrota. Somos solidarios hacia dentro de la Orden y hacia fuera. Tenemos proyectos de cooperación y cuidamos la justicia y la paz. El Síndico terminó con dos preguntas: ¿sería posible un sistema contable común para toda la Orden, respetando a cada realidad local? Y, ¿sería conveniente una mayor centralización de algunas cuestiones económicas de la Orden, especialmente en lo referente a la solidaridad con las entidades más necesitadas?
Tras la intervención del Síndico, la asamblea plenaria dialogó sobre el trabajo que por la mañana había hecho los grupos lingüísticos. La jornada acabó con el rezo de vísperas y la cena.
Fr. Martín Gelabert O.P.