“De la protección a la responsabilidad. La fe cristiana en la sociedad española”.
El pasado martes 27 de noviembre tuvo lugar la tercera sesión de las “Conversaciones de San Esteban", a cargo de fr. Ricardo de Luis Carballada.
El pasado martes 27 de noviembre tuvo lugar la tercera sesión de las “Conversaciones de San Esteban” en su 41ª edición. Este año se ocupan con la cuestión de la fe. El profesor de la Facultad de Teología San Esteban, Ricardo de Luis Carballada, intervino en esta ocasión con una conferencia titulada, “De la protección a la responsabilidad. La fe cristiana en la sociedad española”.
El profesor comenzó constatando el enorme cambio que se ha producido en el ámbito religioso en nuestro país en las tres últimas décadas. De ser considerado como uno de los países más católicos del mundo, España se ha convertido en uno de los más secularizados. Este proceso de secularización es consecuencia del proceso de modernización social y económica que se iniciaba en la década de los 60 y finalizaba a comienzos de los años 90.
Modernidad y secularización son procesos que se desarrollan a la par. Uno de los rasgos de las sociedades modernas es que las personas eligen el modo de vivir recibiendo una menor influencia del medio social y desarrollando un mayor margen de libertad. La fe deja de ser parte de la herencia social y cultural para convertirse sobre todo en una opción, en una elección de los individuos.
También indicó el profesor Ricardo de Luis Carballada que el proceso de transformación religiosa ha dejado ver las debilidades del catolicismo español: 1) religiosidad más externa que interorizada 2) debilidad formativa del pueblo de Dios 3) pobre sentido litúrgico y celebrativo.
En la parte final de su exposición indicó lo que deberían ser las líneas de actuación de la Iglesia en este contexto. No se trata de introducir grandes cambios y novedades, sino de hacer lo que se viene haciendo hasta ahora, pero un poco mejor. Hay que comenzar por la renovación espiritual, seguir con la formación teológica de los miembros de la Iglesia. Habrá que desarrollar una vida evangelizadora prestando especial atención a las relaciones fe/cultura. Todo ello sostenido por comunidades vivas de fe, y la primera de ellas es la familia, y por una vida litúrgica, que sostenga el servicio en el amor a los que más sufren.