Dominicas en la ONU
Pilar ha representado a las dominicas de Europa en la reunión anual de ONU-Mujeres en Nueva York para evaluar la situación de las mujeres en el mundo, en relación con los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Del 10 al 21 de marzo, ha tenido lugar en la sede de la ONU en Nueva York la reunión anual de ONU-Mujeres. Pilar del Barrio (DMSF), actual Secretaría de la Familia Dominicana en España, ha participado de estas sesiones y de los eventos relacionados. Ha representado a las dominicas de Europa en estas sesiones, a las que han acudido también una hermanas de cada uno de los continentes, junto con la hermana Margaret Mayce, representante permanente de las dominicas ante la ONU, que tienen estatus de Organización acreditada y miembro de ECOSOC.
Ella misma nos cuenta su experiencia:
“En estos días los representantes de los países miembros de esta Comisión. Discuten sobre los resultados de las Objetivos de Desarrollo del Milenio y preparan lo que pueda ser la agenda a partir de 2015, en relación con la mujer y las niñas. Junto a esos encuentros "oficiales", muy mediatizados por las políticas y los intereses de los países miembros, se presentan numeroso informes sobre diversos aspectos: educación, acceso de la mujer al trabajo, incorporación de las mujeres a la Ciencia y la tecnología, protección de mujeres y niñas frente a la violencia de género, lucha contra la trata de personas, iniciativas diversas, etc.
A demás de todo los eventos ‘oficiales’, se desarrollan otra serie de encuentros en los que se escuchan las voces de quienes, desde la base, se enfrentan cada día con las situaciones más injustas y, sobre todo, acometen iniciativas de todo tipo para promover auténticamente un desarrollo sostenible en que todos, y no sólo la mitad de la humanidad, puedan ser parte de un futuro que acabe con la escandalosa brecha que somete a la miseria a la mayor parte de las personas, pero muy especialmente a las mujeres, que sufren doblemente la marginación y la violencia en muchos lugares.
Se escuchan aquí muchas voces que me suenan proféticas... Mujeres luchando por sacar de la esclavitud, literalmente, a otras mujeres que son víctimas del tráfico ilegal de personas, secuestradas y obligadas a prostituirse o a trabajar en condiciones infrahumanas, despojadas de su libertad, su familia, su país.... Mujeres valientes, fuertes, arriesgadas y comprometidas, sensibles a la realidad de otras mujeres. Claro que no puedo menos que preguntarme cómo afecta todo esto a los hombres. Son la otra mitad de la humanidad que no podrá seguir creciendo, que no saldrá de la pobreza, ni logrará la paz si no asumen plenamente que el respeto de los derechos de mujeres y niñas es imprescindible para lograrlo. Se ha dicho alto y claro en estas dos semanas, de diversas formas y con datos en la mano: no hay desarrollo sin que todos, hombres y mujeres, asumamos estos retos.
Me he cruzado en estos días con Francisco de Vitoria... bueno, en realidad con su estatua, en la sede de la ONU. Me he preguntado cuál es el sentido de la presencia de las dominicas y dominicos en este organismo internacional y pienso que es como la predicación de Francisco de Vitoria, que, sin estar directamente con quienes sufrían la esclavitud en su tiempo, supo levantar la voz en nombre de quienes no la tenían, para defender sus derechos. Un buen ejemplo a seguir. Seguro que él nunca pensó que su trabajo, su denuncia, su defensa de la verdad del ser humano, traería tantas consecuencias para el Derecho Internacional a lo largo de los siglos. Probablemente tampoco quienes nos representan ante la ONU imaginan el alcance de su trabajo…
¿Y qué pensarán de esto los políticos?... Serán capaces de escuchar este grito profético, que hoy, como en tiempos de Francisco de Vitoria, llegaba de la isla de La Española, por boca de Montesinos: "Y estos, ¿no son hombres?" Miles de voces les están gritando: "¿Es que estas mujeres sometidas al trabajo esclavo, obligadas a prostituirse, violentadas de mil maneras, despojadas de su derecho a la educación, o a la propiedad de la tierra, no son seres humanos?”
Nuestra propia historia, de ya casi 800 años, nos reafirma en el convencimiento de que vale la pena seguir alzando la voz, en favor de quienes sufren cualquier tipo de injusticias. Ya sea en la ONU, o en nuestros lugares de misión, es mucho lo que podemos hacer juntos, si somos capaces de hablar alto y claro, de vincular nuestro estudio y nuestra predicación a la vida de quienes más sufren.