La comunidad de dominicas en Kinshasa sufre un violento asalto en plena noche

Fueron atacadas por una banda de pandilleros en la capital del Congo, donde continúan su labor misionera en medio de la violencia

  “Nos amenazaron, rompieron puertas, destrozaron todo... pero estamos vivas.” Con estas palabras, Cristina Antolín, priora general de la Congregación Santo Domingo, relataba el asalto sufrido por su comunidad en la ciudad de Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo. En la madrugada, un grupo de pandilleros conocidos como kulunas irrumpió con violencia en la casa donde viven las hermanas dominicas. Durante más de dos horas, las religiosas vivieron momentos de terror.

  Armados con machetes y hierros, los asaltantes destrozaron las instalaciones, robaron todo lo que pudieron y amenazaron gravemente a las hermanas. Una de ellas fue agredida y llegó a temer por su vida. Solo un teléfono móvil, el de Cristina, quedó sin ser robado, permitiendo así que la misionera pudiera contar su testimonio.

  A pesar del miedo y de la violencia sufrida, Cristina y las otras doce hermanas no se marchan. Dirigen uno de los colegios más grandes del barrio, con cerca de mil alumnos, y su presencia es una referencia para toda la comunidad. Tras el ataque, muchas familias y alumnos se acercaron con lágrimas a abrazar a las religiosas. “Los niños lloraban de alegría al vernos al día siguiente”, contaba Cristina en una entrevista en el programa La Linterna, de COPE.

  La situación en Kinshasa, como en muchas zonas del país, es cada vez más crítica. La inseguridad ha empeorado en los últimos años, y las bandas organizadas como los kulunas actúan con impunidad, incluso con la colaboración de algunos militares. Cristina denuncia que cierran con candados las casas vecinas para evitar que alguien intervenga durante los asaltos.

  A pesar de todo, las hermanas siguen adelante. Reparan los daños, acompañan a las familias, sostienen la esperanza. “Pedimos oraciones por nuestra comunidad y por el pueblo congoleño”, afirma Cristina. Su testimonio es un grito que no podemos ignorar: África no puede seguir siendo la gran olvidada.

📹 Puedes ver el testimonio completo en el vídeo que acompaña esta noticia.