Ellos somos nosotros. Una mirada evangélica a nuestra sociedad plural.
Segunda sesión de las Conversaciones de San Esteban, con Joaquín García Roca, Profesor de Sociología. Universidad de Valencia.
En la segunda sesión de las conversaciones de San Esteban; ha intervenido don Joaquín García Roca, profesor de sociología de la Universidad de Valencia, con una nueva “luz para nuestro tiempo”: Ellos somos nosotros. Una mirada evangélica a nuestra sociedad plural.
La presentación corrió a cargo de Fr. Juan Manuel Almarza, director de las Conversaciones de San Esteban. ¿Cómo presentar a Ximo? No es cuestión de curriculum, su labor la ha ido desarrollando en la Universidad de Valencia. El año pasado, sus amigos le hicieron un cálido homenaje, plasmado en el libro Brújulas de lo social. Voces para un futuro solidario. En el libro han colaborado muchos amigos que han seguido esa brújula de lo que él llama “residencia mental y cordial”. Podríamos decir, una brújula para llegar a casa y para andar por casa. Ximo ha sido siempre un constructor de esperanza. Un compañero de Universidad que definía el trabajo con dos palabras: Carisma y análisis. Un compañero de ideas brillantes aún más lo es su capacidad para llevarlas a la práctica. Ha sabido enfocar los incipientes problemas de la sociedad: Así lo ha sido con las reformas en los modos de adopción de niños, en los hogares de acogida, la formación de educadores sociales, las funciones del voluntariado, la integración de emigrantes, las políticas para la cooperación al desarrollo. Todo ello desde una mezcla de voluntad, sabiduría y amor. El propio Ximo habla de sí mismo: Venimos de un pasado imperfecto, que es el nuestro. Las equivocaciones nos pertenecen e incluso podemos convertir las caídas en vuelo. Basta la mirada compasiva de los amigos...Pero hay pequeños relatos que merecen salvarse de la erosión porque son brasas bajo las cenizas.
El profesor Joaquín García, comenzó su intervención explicando el título de su ponencia: Ellos somos nosotros. Las huellas de las personas que caminan juntas por el desierto no se borraran nunca. Vivimos en un camino en el que siempre estamos avanzando, un camino que se apoya en la memoria y se convierte en lanzaderas. Vivimos en una realidad plural, diversa pero se mira desde un imaginario social idolátrico, con prejuicios y estereotipos. La diversidad es el código genético de las sociedades humanas en las que vivimos, existimos y somos. Somos una realidad múltiple, vivimos en un mestizaje de identidades, en la que no podemos permitir que exista una sola identidad, ya que nos sometería a nuevas tiranías. El ser estático ha quedado cesante. Las ciudades en las que habitamos son el resultado de trashumancias, mezclas y nomadismos: Una cartografía de la diversidad. Los pueblos nacen de procesos migratorios, no existe una sociedad homogénea. No somos autónomos, sino que colaboramos. Así, pensar es diálogo, con nosotros, con el pasado, con otros, es confrontarse con la diferencia. Por lo tanto cooperar es aceptar la diversidad.
En este sentido subrayo el giro antropológico que ha supuesto el papa Francisco, invitando a los creyentes a una situación de salida, de encuentro con el otro. Es lo contrario a la autorreferencia, al narcisismo, es salir de sí mismo y dejarse contagiar por los otros. Los encerrados en sí mismo, no saben escuchar el clamor y los gemidos de los otros y terminan por no escuchar nada. Francisco nos invita al acercamiento con el otro: Salgamos, pongamos a la iglesia en situación de salida, para que entre lo diverso, la novedad. Buscar lo diverso, lo nuevo, lo trashumante. Citando al poeta Rilke, no está el ser humano en situación de despedida.
¿Pero, dónde está el problema en nuestras sociedades? Los otros provocan miedo, tal vez como consecuencia del espíritu moderno: Conocer es poder. Esto es homogenizar. Pero para Francisco de Asís, conocer es acercarse y contemplar la diversidad del otro, de la naturaleza. A partir de este momento, el profesor Joaquín Roca, quiere seguir su exposición desde la experiencia personal. Una primera experiencia es su búsqueda de las huellas del gran teólogo alemán Bonhoeffer, con su resistencia desde los campos de concentración y en medio de la barbarie extrema (Reyes Mate), descubrirá la alteridad más genuina. Cuando te adentras en los mecanismos de la destrucción del otro, se puede percibir el racismo líquido de la cotidianidad humana. No faltan ejemplos para ilustrar esto, desde no alquilar piso a los inmigrantes, pasando por cerrar los centros de ocio y discotecas, hasta un racismo institucional como se aprecia en la nueva entrada de la RAE que define al gitano. En otros momentos el racismo se justificaba por la raza, ahora se justifica por razones culturales y estilos de vida. La criatura sufriente te interpela, en el encuentro con el otro, o pasas de largo o te dejas afectar. En ese dejarte afectar, te encuentras con realidades innombrables, con realidades que se esconden detrás de las sombras. La tragedia nazi comenzó cuando muchas personas perdieron el nombre. En nuestras fronteras, cuando muchos subsaharianos llegan pierden su identidad. Un muchacho desde la valla de Melilla gritaba: Hasta que no abrazas a otro, nunca lo habrás entendido.
Otra experiencia personal, fue el accidente de un muchacho, con la cabeza rota y sin familia procedente de un orfanato. Es otro de los momentos de descubrimiento de la alteridad. Descubres que la exclusión no está donde están los excluidos, sino en sombras y tramas familiares, sociales, etc. Para descubrir la alteridad en las ciudades, hay que adentrarse en los barrios de la violencia, la droga, los llamados contenedores sociales. Son puentes levadizos como nos relataba A. Camus. Desde ahí, hay que acercarse al otro, ya que ellos son nosotros. Son peligrosos porque se rompe toda la comunicación. Pero hay que vivir allí, romper el gueto, estar con ellos, pensar con ellos, orar con ellos. Desde aquí se puede comprender la realidad y por lo tanto transformarla. Desde esta realidad se comprenden las palabras de Francisco, salir a las periferias. Descubrir que no sólo sufren, que luchan por salir de la exclusión.
Por último, el profesor Joaquín Roca hizo referencia a la sociedad mundializada. Es la época de las migraciones, de encuentros de pueblos y personas, de ciudades con escenarios móviles. El emigrante será la figura clave del siglo XXI. No molesta el otro por ser negro, sino por ser pobre. No estamos en un conflicto de civilizaciones, estamos en el drama de la desigualdad. El 1% de la población del mundo, posee el 99% necesita para vivir. Por lo tanto, no estamos en el drama de la diversidad, sino en el de la desigualdad. Más allá de los números, que se mueve y emigra es una biografía personal, es una historia de vida. Detrás de cada uno de ellos hay unos deseos, unos sentimientos, unos anhelos. Detrás de la diversidad hay algo común a todos, la dignidad y los derechos humanos. No es importante pensar de dónde venimos, sino a dónde queremos ir. Como nos propone la Carta a los Hebreos, “No cerréis la puerta al extranjero, no sea que os quedéis sin ángeles”.
Joaquín García Roca, de la Universidad de Valencia y profesor invitado de las Universidades Centroamericanas (UES, UCA). Doctor Honoris causa por la Universidad Bolivariana de Chile. Muy reconocido en el campo de la solidaridad, el voluntariado, el Tercer Sector, los movimientos sociales, la inmigración y la cooperación al desarrollo. Ha promovido Asociaciones de voluntariado en el ámbito de la infancia y de la juventud, de la familia y de la cooperación internacional. Ha sido director del Master de cooperación al desarrollo (Universidades públicas valencianas) y Director del Master de Movimientos migratorios y codesarrollo. En los últimos años ha dirigido el Centro de Estudios para la Integración Social y Formación de Inmigrantes (CeiMigra). Su obra está plasmada en muchas publicaciones, conferencias, foros y jornadas.
Juan Antonio Mateos Pérez