Encuentro de la Familia Dominicana de Catalunya
El domingo 29 de enero, nos reunimos en el colegio de las Hermanas Dominicas de la Enseñanza de la Inmaculada Concepción de Barcelona, calle Mallorca 349 para nuestro encuentro de Familia Dominicana que celebramos cuatro veces al año.
La ponencia estaba a cargo de Christine, una de las fundadoras de las Hermanitas del Cordero.
El Padre Juan José Gallego hizo la presentación diciendo que le parecía interesante que conociéramos esta joven congregación, el último retoño de la Orden que ahora cumplía 25 años de existencia. Comentó un libro escrito por ellas: “La ofrenda del mendigo”. Dijo que estaba lleno de sabiduría.
Iniciaron la explicación con un canto: “Honor y gloria al Cordero que pusiste el sello en el corazón de Domingo”.
La hermanita Christine dijo que era bueno antes de hablar del ahora explicar el antes de la fundación.
En el año 1968, ella se encontraba en París en una casa de la Congregación Romana de Sto. Domingo con 70 jóvenes universitarias. Ocurrieron cosas desagradables en aquel año 68. Hubo muchas deserciones en la vida sacerdotal y religiosa, la droga hacia estragos entre la juventud.
Había en la comunidad una joven religiosa, Marie, que estudiaba en la Sorbona y nos contaba lo que ocurría en la universidad. Como los jóvenes andaban desorientados, buscaban algo. Nosotras nos decíamos hay que hacer algo por ellos. Con el permiso de los superiores, nos decidimos a salir a la calle con jóvenes cristianos a visitar barrios muy duros de París donde encontrábamos drogadictos, pobres. ¿Se imaginan religiosas en barrios como estos de noche en París?
Los jóvenes, los pobres empezaron a llegar a nuestra casa para rezar. Pasaban largos ratos de oración con la Biblia, como hacía Domingo. Con algunos jóvenes músicos iniciamos una liturgia. Venían también algunos jóvenes dominicos.
Al cabo de unos años la provincial nos dijo: “Habéis sido fieles a la congregación pero ahora creo que debéis hacer una fundación”. Salimos pues de París hacia el norte de Francia allí unos franciscanos nos dejaron una casa y allí empezamos a reflexionar, a orar. Hicimos un largo retiro, qué hacer y cómo. No teníamos dinero. De las nueve que iniciamos este camino, quedamos cinco. Nos vino a visitar el Père Vicente de Couesnongle, Maestro de la Orden, en aquel momento, y nos alentó: “Adelante, sigan adelante”. Él, Maestro de la Orden nos agregó a la misma y siguió con mucho interés nuestro camino.
Y con cinco iniciamos la fundación. El obispo que recibió nuestra profesión nos ofreció ir a Perpingnan, en un piso muy pequeño de un barrio pobre.
Allí empezamos a profundizar los textos del origen de la Orden. Sto. Domingo encontraba en la Palabra la fuente de su predicación. Nosotras quisimos seguir sus pasos.
La hermanita Christine, terminó citando el texto de la carta de San Pablo a los Efesios (cap. 2): “El es nuestra paz. Con su muerte ha matado el odio”, nosotras tenemos que hacer lo mismo.
Nuestra divisa es: Heridos no dejamos de amar.” A imitación del Cordero.
Seguidamente tuvimos las vísperas integradas con la Eucaristía y luego las hermanas de la Enseñanza nos ofrecieron una suculenta merienda.
De este modo clausuramos nuestro encuentro de la Familia Dominicana dedicado este día reflexionar y orar por la paz.