Fallece fr. José Luis Gago de Val
La voz nítida y veloz que animó tantas horas de radio en la COPE, Radio Nacional y televisión española, tratando de llevar a Dios en las ondas, nos dijo adiós definitivamente el día 22 de diciembre de 2012. Se apagó suavemente, pero viviendo con entereza y lucidez los momentos finales de su vida.
Fr. José Luis Gago nació en Palencia, el cuatro de julio de 1934. Sus padres, Ángel y Eugenia, tuvieron cuatro hijos. Angelines, fallecida hace siete años, José Luis, Margarita y Jesús Alberto. Sus primeros pasos en la familia dominicana los dio en Corias (Asturias) donde cursó el bachillerato.
En 1950 inicia el noviciado en la Orden de Predicadores en Palencia, su ciudad natal. Allí emitió su primera profesión el 25 de septiembre de 1951. Posteriormente estudió la filosofía en Las Caldas del Besaya (Cantabria) y la teología en San Esteban (Salamanca), donde obtuvo el grado de licencia. También en San Esteban hizo su profesión solemne el 5 de julio de 1955 y fue ordenado sacerdote el 30 de marzo de 1958.
Tras un breve paso por los conventos de Palencia y Las Caldas, donde desempeñó tareas diversas, fue asignado al convento de Santiago Apóstol, en Pamplona. Allí se licenció en periodismo en la Universidad de Navarra. Persona responsable, con una carácter alegre y dinámico, en su actividad siempre mantuvo estrecha relación con el mundo de la radio. Esa fue su segunda vocación y en ella puso todo el empeño por realizar una labor digna, alejada de sectarismos y proclive siempre al encuentro y al diálogo. Era su pasión y para ello se valió de una pluma ágil y una capacidad grande para plasmar con suma facilidad cuantas ideas llegaban a su mente.
En Pamplona comienza a afianzarse su labor en las ondas dirigiendo la emisora “Radio popular”. El año 1970 es destinado al convento de San Pablo de Valladolid. De nuevo, la radio fue una de sus labores preferenciales dirigiendo Radio Popular en esta ciudad.
El año 1975 es destinado al convento de Santo Domingo el Real, de Madrid. Es en Madrid donde pasó la mayor parte del tiempo, dedicado de lleno a la evangelización a través de las ondas. Allí desempeñó diversos cargos relacionados todos con los Medios de comunicación social: consultor del Secretariado Nacional de la Conferencia Episcopal española de MCS; Consejero de Radio Popular; profesor de la Facultad de Ciencias de la información; director de programas religiosos de la COPE. Fruto de esa labor fueron varios libros donde recogió sus aportaciones diarias con el título de Miniaturas. En Madrid fue también miembro de la Comisión mixta TVE - Conferencia episcopal española de MCS. Fue director de la cadena COPE de 1980 a 1983, etapa en la que esta emisora comenzó a ser reconocida a nivel nacional. Su rostro adquirió popularidad al dirigir el programa religioso “Pueblo de Dios” en Televisión española.
No podemos menos de recordar que, en todos esos años, no dejó nunca de dirigir una pequeña revista, “Amigos de Fray Martín” con la que quiso extender la devoción a este santo y a cuya canonización dedicó su entusiasmo y muchas horas de esfuerzo. San Martín de Porres ocupó un lugar especial en su vida.
Todas estas labores no le impidieron mantener una actividad pastoral directa, atendiendo a muchas personas que acudían a él solicitando consejo y ayuda. Aquí, como en su trabajo profesional, dejó patente una bondad, delicadeza y comprensión de trato que le convirtieron en un amigo de todos y a quien todo el mundo supo valorar como un buen profesional y una persona eminentemente bondadosa.
El año 2002 fue destinado a este convento de San Pablo (Valladolid). En 2005 fue elegido prior de la comunidad. Como remate de sus muchas actividades se le encargó de la Cueva de Santo Domingo, en Segovia, donde realizó una labor esmerada de restauración.
Un mieloma múltiple detectado en marzo de 2008 fue el origen del deterioro de su columna y los fuertes dolores que le acometían con frecuencia. Nos dio su adiós definitivamente el 22 de diciembre de 2012. Le acompañaban algunos hermanos de comunidad y su hermana Margarita. Se apagó suavemente, pero viviendo con entereza los momentos finales de su vida.
Hoy nos corresponde cantar las alabanzas de una persona entrañable, delicada, trabajadora y amante de la Orden. Nos toca reconocer todo lo bueno que ha sabido realizar entre nosotros y, por ello, dar gracias a Dios de haber podido convivir, disfrutar y haber compartido la misma fe, en este trecho del camino dominicano, con él. Dios premie su bondad y su anhelo por dejar entrar a Cristo en las ondas de la radio.