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Fiesta de santo Tomás de Aquino en la Pontificia Facultad de Teología San Esteban de Salamanca

4 de febrero de 2014

El día 28 de enero la Pontificia Facultad de Teología San Esteban de Salamanca festejó a su patrón, en primer lugar, con una misa presidida por el Presidente de la Facultad y concelebrada por los profesores y alumnos, en a capilla de Sotomayor.

Santo Tomas en salamancaEn su homilía el Presidente comentó los textos litúrgicos propuestos para este día con las palabras de santo Tomás de Aquino recogidas en su comentario al Evangelio de san Juan y en la cuestión que el Aquinate dedica en la Suma Teológica a exponer el don de Sabiduría.

A continuación tuvo lugar un acto académico en el Aula Magna, en el que intervino como ponente el Dr. D. Emiliano Fernández Vallina, natural de Sama de Langreo (Principado de Asturias), catedrático de Filología Latina de la Universidad de Salamanca, miembro de la Junta de Capilla de la misma Universidad y uno de los impulsores más destacados de la Cátedra Extraordinaria de Domingo de Soto, que ha reiniciado su andadura en este curso 2013-2014, después de doce años de inactividad; es, además, Secretario de la Academia de Santo Tomás, que es una de las extensiones de nuestra Facultad de Teología.

Su ponencia versó sobre la «Lengua y estilo en santo Tomás de Aquino». En su intervención destacó, en primer lugar, la escasez de estudios sobre la lengua utilizada por el Aquinate en sus escritos. Afirmó incluso que santo Tomás concebía la lengua casi como la conciben hoy los lingüistas, o al menos como la concebían hace diez años. Rebatió las críticas que le hizo algún tomista eminente del siglo XX de utilizar una gramática sin relieve, de recurrir a un procedimiento estereotipado, de desvirtuar la más bella imagen tomada de la Escritura, de utilizar un lenguaje falto de unción,… Contestó también a otras críticas como la de ser monótono. En defensa de su lenguaje señaló que, aunque santo Tomás no tiene el uso retórico estilístico de san Agustín, sin embargo tampoco se lo proponía; él manejaba el lenguaje del aula, un lenguaje más claro, un lenguaje sencillo, que nada tiene que ver con la simplicidad; si abusa de las preposiciones es porque estaba usando el lenguaje del aula; si usaba anacolutos, también César los usaba; aunque a simple vista parezca lo contrario, tenía mucho gusto estilístico; es difícil escribir tan sencillamente como santo Tomás; es armónico a la hora de ensamblar las partes del discurso; dice una vedad por frase, y a veces por palabra. El Dr. D Emiliano se preguntó: «¿Quién puede hacer eso? Y se respondió diciendo: Ni siquiera Azorín es capaz; santo Tomás era capaz de decir más cosas con menos palabras. Hace un uso pacífico y naturalmente organizado de la lengua. No obstante –señaló a continuación– hay traducciones de los textos de santo Tomás que no se sostienen. Santo Tomás empleaba muy bien el léxico, y prueba de ello son los tanteos que a veces hace con él. Cuando le convenía utilizaba el lenguaje retórico; también sabía decir las cosas de forma más adornada. Su forma de escribir se explica –a juicio del conferenciante– porque se trata de una lengua de adoración; santo Tomás no se atrevía a poner nada personal que impidiera la adoración. D. Emiliano afirmó también que no se puede decir que santo Tomás sea un teólogo aburrido; no era ningún dogmático de los apriorismos. Afirmó que lo que mejor resume el estilo de santo Tomás es el responsorio de una de las lecturas propuestas para el oficio de Lecturas donde se dice: «De estilo conciso, de agradable elocuencia, de afirmaciones claras, seguras, sublimes»; pero, sobre todo, donde alcanza mayor altura es cuando crea poesía. «Fue un poeta del pueblo». Y la mejor prueba de ello es que todavía hoy sus poesías las siguen cantando las mujeres ancianas. D. Emiliano se emocionó al recordar este hecho.

Al acto asistieron unas 120 personas: profesores y alumnos de la Facultad, alumnos de la Escuela de Teología San Esteban de Salamanca, exalumnos, miembros de la Academia de Santo Tomás, frailes del convento de San Esteban y amigos del convento. Al concluir el acto académico, los participantes pudieron volver a encontrarse en torno a un vino español.