Homenaje de la Facultad de Teología San Esteban al P. Emilio B. García Álvarez, O.P. con motivo de su jubilación
El día 22 de octubre de 2013, la Pontificia Facultad San Esteban de Salamanca celebró un acto académico para homenajear al Prof. Emilio Bautista García Álvarez, al llegar a la edad de los setenta años. El acto estuvo presidido por el Vice Canciller de la Facultad, Fray Francisco Javier Carballo, O.P., Prior Provincial de la Provincia de España.
El Prof. Emilio B. García expuso su trayectoria teológica, recordando, en primer lugar, que su itinerario teológico va unido a su vocación religiosa dominica. Su interés por la Orden de Predicadores procede del atractivo que produjo en él en sus años de juventud la liturgia de los frailes dominicos de la iglesia madrileña que frecuentaba. A su juicio dicha liturgia se caracterizaba por ser muy expresiva y estar impregnada de seriedad, serenidad y belleza.
Acabados los estudios institucionales fue enviado a estudiar al Instituto de Liturgia de la Universidad Católica de París. Allí pudo seguir los cursos de profesores que habían participado en el concilio Vaticano II como expertos en las materias de liturgia, y que proporcionaban a sus alumnos una información de primera mano sobre muchas cuestiones que se habían debatido en aquella magna asamblea.
En París tuvo también la oportunidad de asistir a un curso de Teología catequética que impartía Y. Congar, y posteriormente a un seminario de Teología fundamental dirigido por Chenu, dos dominicos que habían participado en los trabajos del concilio. El contacto con estos grandes teólogos, aunque breve, fue iluminador.
Una vez conseguido el título de Diplomado en Liturgia, fue de nuevo enviado a la Facultad de Teología San Esteban de Salamanca, donde comenzó a impartir su docencia desde el curso 1971, explicando el tratado de la creación y del hombre, a la que aplicó desde el principio las perspectivas abiertas por el concilio Vaticano II.
En esta presentación de su trayectoria, el Prof. Emilio García reconoció que se benefició mucho de la forma novedosa de proceder que estaba en el trasfondo cultural de aquel momento. «Tengo que decir –reconoció– que los nuevos enfoques que se daban a la materia no me supusieron ningún esfuerzo especial de adaptación. Al fin y al cabo, pertenezco a la "generación del concilio", como suelen calificar algunos sociólogos a los que llegamos a la jubilación por estas fechas. No tuve que luchar contra demasiados reflejos adquiridos, a pesar de haber asimilado, según creo, algunos valores importantes de la etapa anterior. A veces me admiro de las enormes diferencias que hemos tenido que vivir entre dos épocas tan distintas de la historia reciente de la Iglesia, sin que esos cambios nos hayan producido heridas notables. Aunque debo confesar, en honor a la verdad, que he conocido en compañeros míos muy cercanos algunos desgarros que no sería justo silenciar. Tanto en el orden intelectual como en el moral fueron varios los que sufrieron daños importantes; a unos, tales circunstancias los empujaron a cambiar de proyecto de vida, mientras a otros que siguieron el camino emprendido les dejaron marcas indelebles».
El Prof. Emilio García habló también de dos factores de su vida profesional en Salamanca que influyeron en buena proporción en su modo de pensar: el «acompañamiento pastoral» a las personas, dentro o fuera del confesonario; y la enseñanza y el ambiente de la Escuela de Teología.
Concluyó su intervención recordando y felicitando al otro profesor jubilado, que debiera haber estado allí también esa misma tarde si otras obligaciones mayores no se lo hubieran impedido, el Prof. Luis Lago Alba, compañero entrañable de tantos años.
A continuación intervino el Vice Canciller de la Facultad recordando que los actos de acción de gracias son un antídoto contra la deshumanización, y afirmando que el agradecimiento es un deber, y que la Facultad está en deuda con el Prof. Emilio García. Reconoció también públicamente lo mucho y bueno que el Prof. Emilio García ha realizado con su trabajo escondido, fiel y siempre a punto, con tareas que no son de primera página. Puso de relieve igualmente su disponibilidad para todo lo que se le pedía. Aludió también su capacidad para discernir desde la magnanimidad, por poseer un alma grande en la que tienen cabida todas las personas. Subrayó su sensatez para saber centrar las cuestiones; pues con frecuencia necesitamos a alguien que nos centre para no perdernos en las discusiones. Concluyó diciendo que queremos mirar al futuro y pedirle a santo Domingo que nos siga bendiciendo, que nos ayude a ahondar en la espiritualidad dominicana.
En el acto participaron unas doscientas personas. Seguidamente los asistentes pudieron compartir un vino español.