Ideas económicas en la Universidad de Salamanca 500 años después
El Dr. Maximiliano Trujillo cuestiona si realmente existió una doctrina económica en la Universidad de Salamanca
El doctor Maximiliano Francisco Trujillo Lemes, profesor titular de la facultad de filosofía-historia y sociología de la Universidad de La Habana pronunció la segunda conferencia del curso de posgrado 500 años de la escuela de Salamanca con el título oficial de “La contribución económica de la escuela de Salamanca” que fue cambiado por otro sugerido por el mismo ponente quien nos propuso que hablaría de “Las ideas económicas en la Universidad de Salamanca durante el siglo XVI, valoraciones 500 años después. Algunos apuntes”.
Introdujo el tema diciendo que él es filósofo y no experto en economía y que el tema es un asunto complejo que necesitaría mucho más tiempo para poder llegar a una conclusión.
La llegada del mundo americano a España y Europa, el encuentro con otras culturas que no encajaban en las explicaciones de los cánones católico –cristiano español y europeo de la época trastocó toda certeza sobre la explicación de la naturaleza y el hombre que se tenía entonces; ello incluyó las relaciones económicas, como uno de los asuntos más significativos. Porque la entrada de América al mundo europeo no solo diversificó la oferta de mercancías para el viejo continente, sino que además dio origen a lo que hoy se denomina mercado mundial.
Por esta y varias otras razones que el ponente cito rápidamente, en dichos siglos XVI y XVII fueron apareciendo teólogos, juristas, filósofos, servidores públicos, críticos políticos o eruditos en general, que en algún momento de sus reflexiones se toparon con cuestiones económicas. Hay en sus escritos importantes comentarios y definiciones sobre comercio, precio, dinero, mercado… Esto plantea una cuestión, a la que el conferenciante dedicó más de la mitad de su discurso:, ¿lograron, estos religiosos, constituirse en una escuela de pensamiento económico?
Según varios autores, en particular para Schumpeter, para que exista una escuela de economía deben darse una serie de rasgos: 1- existencia de un maestro y unos discípulos; 2- una doctrina sistematizada; 3- unos órganos de difusión. Y estos rasgos no se dan en el grupo que se conoce como “escuela de Salamanca”.
Según el ponente, podemos considerar que en Salamanca sí hubo una escuela de Teología. Pero no hubo una escuela de pensamiento económico porque el tema económico se considero casi siempre desde la perspectiva teológica y ético- moral. Para entender esto, tres precisiones:
Primero, es importante señalar que, en la escolástica clásica con Tomás de Aquino en su centro, hubo disquisiciones de orden económico, siempre vinculadas a causales éticas o teológicas, por tanto, no es en Salamanca donde el pensamiento cristiano inicia este tipo de análisis. Segundo, es pertinente aclarar que, desde el pensamiento griego, los asuntos económicos en su sentido actual (esto es, los relativos al comercio, el dinero, los precios), fueron tratados como parte del derecho, por tanto, tampoco fueron los escolásticos los que iniciaron esa perspectiva de abordar las problemáticas de orden económico. Tercero, es imprescindible aclarar que, tras la división de la sociedad en clases, sectores y grupos sociales diferenciados, vinculado a la aparición de la propiedad privada, nació el poder político (dominio de un grupo o sector de una clase sobre el resto de la sociedad), y tales asuntos se hizo necesario reflexionarlos para garantizar la legitimidad de las instituciones que nacieron como resultado de todo ese proceso, y sus maneras de ejercer dominio y hegemonía.
El nuevo orden económico que se inicia en el siglo XVI con la expansión comercial europea descansaba sobre la posibilidad de acumular una propiedad creciente basada en la libre transmisión de bienes y derechos. Como consecuencia de ello, el estudio de la naturaleza de los contratos en los tratados De Contractibus y similares, y también en los manuales de confesores, tenía por objetivo principal analizar su eventual carácter usurario para lo cual se procedía a un auténtico análisis económico de interés aún en nuestros días. El Manual de confesores y penitentes (Coímbra, 1552) con su apéndice Comentario resolutorio de usuras y de cambios, de Martin de Azpilicueta, Tratado de cambios y reprobación de usura, de Cristobal de Villalon, Instrucción de mercaderes, de Luis Saravia de la Calle, Tomas de Mercado y su Suma de tratos y contratos o Francisco Garcia con su Tratado utilísimo y muy general de todos los contratos son algunos solo ejemplos.
Muchas de las ideas económicas de los escolásticos salmantinos han atravesado las escuelas y concepciones económicas modernas y contemporáneas, una de las causales que a partir de la década de los 30 y 40 del siglo XX empezaran a ser considerados quizás erróneamente como una escuela de economía. Mucha resta por investigar a este respecto, y este texto solo ha sido una aproximación limitada, a un asunto que tiene a los destinos de América y parte de su actual génesis en el centro de la reflexión. Por ello la Escuela de Salamanca, sus profesores e investigadores de los siglos XVI y XVII deben considerarse también parte constitutiva por afirmación o negación de nuestra propia historia intelectual y espiritual.
Fr. Jose Hernando, O.P.